Acantilado, 2012
I.
No quería cerrar el mes en curso sin
la aparición de una novela de Zweig, de las que compone el presente volumen. La
elección de la de marras se debió a cuestiones afectivas. El primer regalo de
cumpleaños del que tengo recuerdo, fue un tablero de ajedrez con sus piezas a
la edad de siete años, de parte de quien fuera mi padrino. En base a ello, me
incliné por esta obra.
II.
Zweig, sirviéndose del ‘juego de todos los juegos’, expone otros
horrores no menos importantes que tuvo al nazismo como protagonista principal.
Mark Czentovic, campeón mundial de ajedrez, debe viajar desde Nueva York hasta
Buenos Aires para participar en un torneo. Rústico, paleto y engreído, sin
mayor talento que para este juego deberá cubrir en barco una travesía que le
insumirá casi dos semanas. El narrador –alter
ego del autor- es testigo de los sucesos. Un ingeniero americano que
también viaja desafía al campeón quien, por un puñado de dólares, accede no sin
desdén después de haberse negado. Tras la primera derrota surge el señor B. que
advierte al americano no caer en una celada, con lo que el resto de los
espectadores propone una partida entre el señor B y Czentovic para el día
siguiente.
III.
La verdadera razón de Zweig aparece
en un diálogo sostenido entre el narrador y el señor B. que tiene lugar la
noche previa al match. Ese hombre ha estado cautivo de los nazis durante cuatro
meses dentro de una habitación de hotel sin más comodidades que lo indispensable.
Descendiente de una familia de administradores de bienes del clero y de la
familia imperial, los nazis no lo enviaron a ningún campo de concentración,
solo lo dejaron encerrado hasta que se deshiciera de los nervios y revelara lo
que ellos querían: dónde estaban los bienes. El liso robo de un libro de
ajedrez le permitió momentáneamente salir de su encierro pero le provocó una
enfermedad nerviosa. Este ha sido el verdadero juego de ajedrez: sobrevivir a
los interrogatorios.
IV.
Zweig plantea que la tortura no sólo
puede ser física, sino también psicológica y moral. Un ser humano, alimentado
diariamente pero sin acceso a otros seres o tan siquiera a un papel, libro o
elemento de distracción, queda sometido a una tensión tan extrema que puede conducirlo
a la locura. El desenlace de la novela se vincula más a la secuela que ha
dejado en el protagonista la experiencia de aislamiento que en la importancia
del resultado del juego.
V.
Con estilo fluido, magnífica
composición psicológica de personajes y descripciones de escenas y sentires muy
acertadas, Zweig construye una ficción para reflexionar sobre la sumisión y el
aislamiento como formas de opresión y dominación. Una novela más que
recomendable, de la que hay versión cinematográfica.