La primera vez que supe del libro fue a través de
un artículo de divulgación científica aparecido en la revista mensual Investigación y Ciencia –versión
española de Scientific American-, una
década atrás. En ese momento, el libro de Orlean se hallaba más que agotado en
estas riberas. Quiso la fortuna que alguien se desprendiera de un ejemplar en
el mercado de usados y mi tesón buscador diera su fruto. Posteriormente, al
querer saber algo más del título, me encontré con que, además, había
realización cinematográfica. Aquí están, entonces, mis líneas sobre ambos.
Libro
Susan Orlean (Anagrama, 2001)
No tengo muy en claro qué buscaba la autora
transmitirnos a la hora de ofrecernos un material –¿testimonial?-, sobre las
aventuras de un granuja, soñador, quimérico llamado John Laroche quien, al
inicio de la obra, deberá enfrentar cargos sobre violación de la prohibición de
recoger orquídeas nativas de la Reserva Federal Fakahatchee, al sudoeste de
Florida, en E.E.U.U. Éste se ha valido de unos indios seminolas –que poseen sus
tierras y tienen ciertas dispensas en el uso de ese espacio-, para recolectar
esas plantas, con la intención de crear un invernadero y un laboratorio que le
permita obtener híbridos por mutación y, así, ganar dinero en conjunto.
Pero
Orlean no se circunscribe a la historia de semejante personaje sino que ella, a
su vez, es capturada por el hipnotismo que sienten miles de personas a lo ancho
del mundo por el cultivo y, más aun, desarrollo de características únicas de
esas flores. Tal es así que, aun sin Laroche, participa de exposiciones y se
inmiscuye en la trastienda de sus productores, donde celos, envidias y
rencillas se encuentran al orden del día.
Con
ayuda del guardia forestal, primero, y de Laroche después, intenta alcanzar a
ver la célebre Orquídea fantasma, sin
lograrlo. El resto del texto, nos hace saber cómo sobreviven esos pueblos
originarios –no solo con negocios inmobiliarios sino también con un Bingo- y
alternativas de economías básicas que presenta esa tierra anegada y tropical,
que alberga orquídeas, así como bromelias y tantas otras especies vegetales.
En
un estilo coloquial, ameno y con suficiente fluidez, el libro revela un nicho
social -que mueve millones de dólares anuales-, con sus virtudes y miserias,
legislaciones, limitaciones y excepciones jurídicas, generalmente desconocidas
por el gran público.
En
suma, todo el texto rezuma la ambición de los más carenciados en abandonar la
pobreza y la realidad diaria, por una vida mejor. Son sus sueños de ascenso
social, de bienestar, de estabilidad los que refleja este trabajo señero y
emotivo. Una novela con tintes de ensayo, que dispara reflexiones y que tanto se
disfruta como exhibe rarezas propias de la actividad. Lectura nada
despreciable.
‘Estaba empezando a
pensar que la razón porque es bueno que algo te interese apasionadamente es que
reduce el mundo a un tamaño más manejable.’
Film
Spike Jonze (Columbia, 2002)
En
principio, es interesante señalar que el título original de esta propuesta es Adaptation, que alude no solo al entorno
de las flores sino también al ser humano cuando sus condiciones de vida cambian
radicalmente.
Después de ver esta
realización para la pantalla grande, no puedo quedar más que satisfecho.
Realmente, el guion adaptado es una maravilla. El guionista Charlie Kaufman
decide incorporarse como personaje dentro de la trama y, para ello, no tiene mejor
idea que incluir a su gemelo, Donald, quien a merced de Charlie no solo encuentra
una profesión rentable, sino que es capaz de ganar más dinero en Hollywood que
él, y aconsejar a su hermano cuando éste pierda el rumbo.
La propuesta gira en torno a una
película que habrá de filmarse en base al libro de Orlean, siendo Charlie el
designado para llevarlo a cabo, aunque no encuentra cómo. Las escenas que
tienen lugar se retrotraen a la historia de Orlean sobre John Laroche, un
oportunista que no tiene empacho en desentenderse de las limitaciones legales para
conseguir aquello que persigue: hacer dinero con la producción de orquídeas.
Entonces, existen dos guionistas:
uno, creativo y genial, y otro, -su gemelo-, más común pero que entiende mejor
el negocio. Ambos personajes son encarnados por Nicholas Cage –en un trabajo
más que interesante-. Yendo a la historia de Orlean (a cargo de Meryl Streep),
sostiene la misma actitud dubitativa que ella misma se encarga de presentar en
su libro: no tener certezas acerca de la pasión. Ésa que ella percibe en todos
aquellos que aman las orquídeas –y que le gustaría experimentar en sí misma-.
Si hay algo más que destacable es
la altura con que Kaufman se burla de Hollywood. Hacia el final, nos presenta
una historia inconcebible –respecto
de lo narrado anteriormente-, que sólo exhibe cuáles son los gustos mediocres de
los productores, cuyos finales terminan siendo -cuanto menos- grotescos y
graciosos.
El trabajo de Cage –y su desdoble- es remarcable;
Streep en el rol de Orlean cumple con la historia, pero Chris Cooper como John
Laroche, se lleva todas las miradas y el aplauso general. Para quienes hemos
leído la novela, es el personaje más logrado. El elenco restante aporta lo suyo
cuando es requerido. En resumen, una buena película que vale la pena disfrutar.
Testimonio del Pelibro 25