Anagrama, 2014
I.
Ya desde la portada presentaba
demasiados pergaminos como para ser
desestimado. Para colmo, abordaba la historia de un investigador mientras
repasaba la historia del nacimiento de la microbiología y la segunda mitad del
siglo XIX, el de los grandes descubrimientos científicos y de los viajes a
África y Oriente. Si a esto le sumamos una mirada distante y despectiva de los
avatares europeos –y mundiales- que aparejó la primera mitad del siglo XX,
habían suficientes motivos para leerlo.
II.
En esta novela biográfica, Deville
encara la semblanza de Alexandre Yersin, cuyo aporte más destacado ha sido
hallar el bacilo de la peste y, por consiguiente, la vacuna contra este flagelo
que asolaba periódicamente tanto las costas de Oriente como de Occidente. Para
ello, se vale de la multitud de cartas intercambiadas con su madre y su hermana,
hasta el deceso de ambas; de los anales del Instituto Pasteur y la documentación
habida en Vietnam sobre este singular personaje.
III.
Según el autor, Yersin (1863 – 1943)
desarrolló su faceta científica desde su Vaud natal, en Suiza, hasta después de
su llegada a Francia, donde se hizo discípulo de Pasteur y Roux, de quienes
aprendió la metodología empleada en esa incipiente disciplina que comenzó a
llamarse microbiología. Pero el grupo francés de Pasteur no estaba solo: en
franca competencia se encontraba el grupo alemán comandado por Robert Koch. De ahí
el sugerente título de la obra.
IV.
La sed de conocimientos de Yersin ha
sido fuente inagotable de sus múltiples actividades, tanto como sus ansias de
aventuras. Investigador díscolo, no dudó en apartarse del ámbito académico en
busca de su propio lugar. Así, se embarcó con destino a Saigón, una de las
ciudades coloniales del Imperio, y se enroló como médico de a bordo en un buque
que cubría el trayecto Saigón – Manila y luego a Haiphong durante un par de
años. Más tarde, se estableció en Nha Trang donde realizó el estudio de
cultivos, se hizo productor de caucho y de quinina –lo que le valió una gran
fortuna-, sin descuidar sus trabajos en el campo de la medicina. Dueño de una
sublime apatía por el renombre tanto como por la participación política,
mantuvo contacto con sus colegas hasta casi el final de su vida y vivió
distante de las dos guerras mundiales, enfocado en sus actividades exploradoras,
productivas y médicas en Vietnam, casi como un anacoreta.
V.
En estilo directo, como quien narra
una crónica, Deville nos ofrece una minuciosa mirada sobre la vida de Yersin, ambientada
en la atmósfera entusiasta de la revolución científica; los altibajos del
colonialismo francés de ultramar; la sempiterna rivalidad franco – alemana y un
paralelismo entre Yersin, Rimbaud y Céline nada despreciable. Un libro fluido y
entretenido.