miércoles, 15 de mayo de 2024

e-book 153. Memorias del encierro. Los hermosos años del castigo, Fleur Jaeggy

 

Tusquets, 2009

I.

               Comenzaba el año en curso y debíamos poner la rueda lectora en funcionamiento. Por eso, el pequeño grupo lector se inclinó hacia un título breve y, en lo posible, llevadero. Me pareció buena ocasión para proponer éste, de una autora poco conocida en el ámbito local que, para más señas, es la viuda del difunto Roberto Calasso.

II.

                La narradora –alter ego de Jaeggy, estimo-, repasa aquellos días en que, a partir de sus ocho años, fue depositada en un internado selecto en la región de Appenzell, para recibir una educación superior, especialmente en el manejo de idiomas y preparación para la vida. Con un padre distante y una madre que maneja su educación desde Brasil; una compañera de cuarto de origen alemán –para que practique con ella ese idioma-, en un entorno rutinario y aburrido, las horas y los días pasan como si no existieran.

III.

               Hasta que un día ingresa Frédérique, una esbelta y altiva joven algo mayor, con quien comienza a compartir opiniones y de quien, tras cierto período de acercamientos, se enamora. Desde allí, todas las acciones se han de encaminar en la conquista de su compañera, por más que también aparezca en escena la hija de un jefe de Estado africano –que es tratada con deferencia sin igual- y una belga muy nena de papá. El final de ciclo -que supone toda conclusión de estudios- y un resumen de lo sucedido a partir de allí, cierran el breve texto.

La versión digital, gentileza de Wineruda

IV.

                La novela describe la desolación que siente su protagonista, abandonada por su madre y con cierta presencia paterna, en fríos y aislados institutos escolares en donde tuvo que aprender lo que era más del interés de aquellos que del suyo propio. Además, esa educación forzada en ambientes de encierro, totalmente reglados, con poco espacio para la expresión personal, revelan una crítica a la clase acomodada que, aún con la opulencia de recursos –y, quizás, por eso mismo- decidió vivir su vida y alejarse de las responsabilidades de la crianza. Hacia el final, el tiempo obra tanto con esas jovencitas como con las instituciones.

V.

               Con frases breves y cortantes, un vocabulario muy rico y descripciones precisas de hechos y sentires, Jaeggy ofrece una suerte de memorias acerca de la vida en esos centros de formación para élites, muy extendidos a mediados de siglo pasado, que fueron perdiendo vigencia hasta casi desaparecer. Quizás algo ralo en su construcción literaria, pero siempre un testimonio de época.

viernes, 10 de mayo de 2024

Pelibro 32. La insoportable levedad del ser

 

Una elección grupal recayó sobre este título. Había deseos compartidos en releer la novela, después de muchos años de aquel primer encuentro hacia fines de los ’80 o principios de los ‘90. Además, era también una manera de homenajear al autor checo, que pareciera haber caído en el olvido del mainstream literario. Alguna cinéfila entusiasta nos recordó más tarde la existencia del film homónimo disparando, así, la realización de este Pelibro.

Libro

Milan Kundera (RBA, 1993)

               La novela abre con un intento de explicación de parte del autor por la elección del título. Se basa en el mito del eterno retorno nietzscheano, considerado como la carga más pesada –pues, si todo se ha de repetir en el futuro, cada una de nuestras decisiones conlleva una abrumadora responsabilidad-. En ese marco, si las acciones trascendentes –las que narra la Historia- se presentan raramente, la vida humana adquiere cierta levedad. Como toda dicotomía, el ser se debate entre ambas.

               La novela narra las vicisitudes de Tomás, un joven neurocirujano, reconocido por sus colegas, que sólo adolece de un mal: es un predador sexual, sin intenciones de amar. Se ha casado y ha tenido un hijo, de quienes se olvidó ni bien pudo. Su existencia personal se destina a la conquista y satisfacción del placer sexual. Un día conoce a Teresa y entabla con ella una relación algo más profunda, sin abandonar del todo a Sabina, su partenaire. Llevado por Teresa, quien incursiona en la fotografía, se radican en Zurich, pero al poco, ella decide abandonarlo tras sus infidelidades y volver a Praga, justo cuando el país es ocupado por el poder soviético.

               A su vez, Sabina –artista plástica- conoce a Franz, un hombre casado y, después de idas y venidas, éste decide abandonar a su mujer para vivir su pasión. Sabina, abrumada por no haber sido consultada, decide abandonarlo poniendo el océano de por medio. Es su incapacidad de asumir compromiso alguno más allá de la práctica del sexo lo que vuelve insoportable su existencia.

               Existe un plano no menor para destacar. En esa inconsistencia relacional que sostiene Tomás con sus amantes –y también con Teresa, su pareja-, hay un punto remarcable: se mantiene íntegro en sus convicciones políticas. Así, cuando un artículo suyo sobre la ceguera soviética es motivo de remoción del hospital donde se desempeña, Tomás asume las consecuencias. Luego, cuando se lo destina a limpiar vidrieras, lo toma como algo inevitable. Finalmente, cuando se recluye en el interior del país, en una economía de subsistencia, no elude su compromiso con quienes le rodean. La lealtad que se espera de él como amante, se exhibe mucho mejor en su entereza política. Es leve en el amor y denso en sus opiniones.

               En un estilo fluido, con excelentes descripciones de sentires y atmósferas, Kundera construye un universo literario que refleja tanto lo equívoco del comportamiento humano como la contundencia de las decisiones asumidas. Una magnífica elaboración psicológica de los personajes y un reflejo testimonial de la invasión rusa a Praga, hacen de esta obra un hito señero. Una recomendación mayúscula para que ocupe un lugar entre tus lecturas venideras.


Film

Philip Kaufman (Saul Zaentz, 1988)

               Recordaba de manera esporádica este film que, en su momento, había tenido bastante repercusión por sus escenas de pleno erotismo –aunque 9 semanas y media se le había adelantado poco antes- y también por sus casi tres horas de extensión. Ahora, al volver a él, creo haber salido algo más fortalecido que entonces.

               En principio, toda la realización se apega muy bien no solo al texto original de Kundera, sino también a la atmósfera del mismo, por más que abuse un poco de las escenas de nudismo completo y de contenido erótico que, si bien forman parte de aquél, no se convierten en la atracción principal, puesto que el autor checo bucea más a nivel psicológico con lo que les ocurre a los personajes en los distintos planos –personales, sociológicos, políticos- y no los presenta tan planos como lo hace el film.

               Además, hay un significativo recorte fílmico en la historia de Tomás: en ningún momento se alude a la existencia de su hijo –que, casualmente, en la novela ofrece el contrapunto de quien ha aceptado ser útil al régimen invasor-. Asimismo, el rol de Franz se halla acotado a un par de apariciones. Estimo que estas ausencias han obedecido a no extender la historia más aun.

               Así, la trama se centra en los tres protagonistas principales, encarnados por un seductor Daniel Day-Lewis (Tomás), una bonita y deletérea Juliette Binoche (Teresa) y una explosiva Lena Olin (Sabina) que invade la pantalla con su sexualidad a flor de piel, todos muy jóvenes a la sazón. El resto del elenco cumple con los roles, aportando solidez al guion.

               Párrafo aparte merecen la fotografía de una Praga gris e invadida, y el montaje de escenas filmadas con parte de segmentos históricos. La música también se destaca, con los cambios de tonos que acompaña el paso de lo íntimo a lo social, y viceversa.

               En suma, una película que retrata bien los conflictos que se suceden en el interior de los ciudadanos checos quienes, viviendo un renacer en su anhelo de independencia, se ven aplastados por la realidad de la opresión ejercida por el omnímodo poder soviético, con sus tanques en plena ciudad, y lo que depara a los díscolos que no se avienen a someterse. Para ver una y otra vez.

Testimonio del Pelibro 32

domingo, 5 de mayo de 2024

Alrededor del Libertador. La carroza de Bolívar, Evelio Rosero

 

Tusquets, 2012

I.

               Este libro fue apuntado hace más de una década atrás y buscado sin afición algunos años después. Es que debía pagar tributo a mi escasa inclinación hacia las letras latinoamericanas y alguien, con cierta insistencia, me lo señalaba. Tras casi nueve años de espera, rindo pleitesía algo tardía a quien esperaba -entre mis lecturas- más presencia de autores continentales en español.

II.

                El ginecólogo Justo Pastor Proceso López es un hombre tan reconocido entre las mujeres de Pasto, al sur de Colombia, como supinamente ignorado por sus dos hijas y, en especial, por su esposa, la voluptuosa y libertina Primavera Pinzón, quien lo desprecia llamándolo doctor Jumento. Corre el fin de 1966 y, con motivo del desfile de carrozas del 6 de enero próximo –el Carnaval de Negros y Blancos-, la vida le ofrece la ocasión de llevar a cabo el sueño de exponer lo que sus investigaciones sobre Bolívar han arrojado: no ha sido ni Libertador ni patriota; solo un asesino revanchista megalómano.

III.

            Así, valiéndose del encarrozado, López propone exhibir la historia verdadera poniéndola de manifiesto a través de figuras artesanales que visten la misma. Pero no las tiene todas consigo. El influjo revolucionario que se esparce desde Cuba entre las juventudes latinoamericanas se opone a denostar figura tan egregia. Eso, sumado a la aceptación de una sociedad tradicional que no duda en que Bolívar ha sido un prócer, le hacen saber no solo la irreverencia en que ha de incurrir, sino también que su exposición es poco menos que una acción suicida.

IV.

             Dividido en tres partes, todo hace presagiar el funesto desenlace de la mayor parte de sus protagonistas. Particularmente, la segunda, donde se explica en detalle los argumentos del doctor sobre la falacia de convertir en Libertador a un criminal –verdadero alegato y quizás leit motiv de la novela- posee una riqueza histórica, aunque al lector profano le parezca intrascendente –al fin y al cabo, todos nuestros próceres han sido, antes que nada, hombres; con aciertos y errores-.

V.

               De estilo ameno y coloquial, fluido en su mayoría, la novela no está exenta de cierto humor. Con escenas pueriles que tienden a dibujar una sonrisa en el lector, y una descripción minuciosa de la idiosincrasia local –que no conmueve, pero sirve de testimonio- el texto se disfruta en su agilidad, aunque despierta algunas reflexiones: ¿son nuestros próceres lo que quienes han escrito la Historia dicen que fueron?, ¿conviene indagar acerca de los pormenores de sus hechos, o es preferible mantener la hagiografía libertadora? Por esto solo, bien ha valido ser leído.