lunes, 25 de junio de 2012

La genialidad en pocas páginas. El crimen de san Alberto, de Fernando Sorrentino


     A Fernando Sorrentino lo conocí a través de este libro, nadie me lo había recomendado antes, sino que fue su llamativo título y la tapa color petróleo, una mezcla entre verde y azul, que me convenció para alzarlo del estante y llevarlo conmigo. Un estante incómodo y poco visible pegado a la pared. El crimen de san Alberto estaba escondido entre otros títulos policiales. Seguramente, fue la ansiedad que poseía en leer algún policial que llegué hasta él. Y resultó no ser un policial, sino un libro de cuentos, una obra excelente. A partir de ahí, seguí hurgando en sus relatos y quede maravillada. Es un escritor increíble con mucho sentido del humor.
     Los relatos reunidos aquí son de una exquisitez enorme; transcurren entre un mundo real y uno fantástico que sólo los separa una delgada línea transparente, que Sorrentino sabe trazar con una destreza extraordinaria.
     El crimen de san Alberto es el título del cuento más largo que contiene el libro y del cual lleva su nombre. Una genialidad que ocupa la mitad del volumen. En donde el perfil psicológico del personaje principal y la comparación entre el conformismo y el progreso forman una historia alucinante. Un relato que nos atrapa y nos deja suspendidos en el aire cual globo aerostático. Y creo saber cuál es el motivo: una narrativa que pellizca fuerte y de manera contundente.
     En el transcurso de la obra, y después de leer varios libros de Sorrentino, uno sabe que hay gustos y cotidianeidades contadas que son propias del autor y no del personaje en sí. Como la descripción de las calles del barrio de Palermo; como nombrar los libros preferidos; o las estrategias que hacen el accionar de los protagonistas, característica inconfundible del hombre porteño.
     Para quien no leyó nada de él, este es un buen comienzo para introducirse en su obra. Una decisión de la que jamás se arrepentirán. Otros títulos que les recomiendo son:
El centro de la telaraña y Sanitarios centenarios. Si quieren conocer más sobre él, les acerco la página: http://www.fernandosorrentino.com.ar
     Si quieren leerlo sólo tienen que buscar el ejemplar, así que ¡Adelante!

                                                                                                 Claudia Perez

sábado, 16 de junio de 2012

Relatos fantásticos de origen vernáculo. El crimen de san Alberto, Fernando Sorrentino


Losada, 2008

            Este libro llegó a mis manos por préstamo de Claudia, que lo ponderó a Sorrentino como un notable escritor. Como yo no había leído nada de su producción, me pareció oportuno el iniciarme en su lectura en virtud de su gentileza, llevándomelo con rumbo hacia unas cortas vacaciones. Lo abrí ni bien me senté en mi butaca del ómnibus; al bajarme –veinte horas después- lo había concluido.
            El denominador común de estos relatos es lo inesperado. Aparentemente, todo lo que se narra va tomando cuerpo, con su coherencia normal y, de pronto… la historia se convierte en otra cosa. Lo llamativo resulta justamente esa capacidad para pasar de lo trivial a lo fantástico en pocas líneas. Así, en “Romance estival” el enamorado protagonista descubre que el objeto de su amor –que se da a la fuga- no es solo una, sino varias mujeres reunidas en una.
            En “Lectura y comprensión de textos”, de la expresión de un adolescente fanático por el fútbol, que inscribe una leyenda, salta a un Informe de Crítica Literaria que usa esa misma expresión como delirante objeto de estudio. Una caja de cartón -cuyo contenido se ignora- parece justificar el abandono de la casa del protagonista de “Problema resuelto”. Una supuesta relación entre la mascota y su dueño es el núcleo central de “El conejo de Ushuaia”.
            Párrafo aparte merece el cuento responsable del título. Éste ocupa la mitad del volumen y no tiene nada de fantástico. Una broma de mal gusto efectuada por un amigo años atrás cuyo destinatario ha sido el narrador, dispara una envidia y un rencor acumulados en forma de una desmesurada venganza.
            En todos los casos, la composición psicológica de los personajes principales está tan bien lograda, que el brusco cambio que tiene lugar en cada relato nos conduce perplejamente a releer las líneas, como si algo se nos hubiera perdido en la trama. Lo increíble se une con lo trágico y la excitación con lo imposible, fundido todo en una suerte de argamasa, cuyo soporte es una falsa narración objetiva.
            Escrito en estilo coloquial y ameno, todos ellos tienen su ambientación en los barrios de Buenos Aires, entre los que se destaca el de Palermo, por el que su autor pareciera tener cierto afecto personal. En suma, una obra que entretiene y mantiene al lector en suspenso.

Marcelo Zuccotti

sábado, 9 de junio de 2012

Dos historias que hacen una única. Opiniones del gato Murr, E. T. A. Hoffmann

Murr y Hoffmann en Mina Clavero, Mayo 2012

Cátedra, 2007

            Está señalada como una de las grandes obras de la literatura alemana de principios de siglo XIX; un intento de crítica y superación tanto del romanticismo, que tenía en Goethe a su más conspicuo representante, como al naturalismo liderado por Zola. Mi afán por hallar una traducción lo más fidedigna posible a la versión original me llevó, primero, a alcanzar la propuesta por la Ed. Pre-Textos; luego, el azar puso en mis manos esta edición, en la cual recayó la mayor parte de la lectura debido más a una cuestión de practicidad que literaria, puesto que el voluminoso ejemplar de Pre-Textos –provisto de tapa dura y señalador- resultaba engorroso a la hora de ser trasladado de un sitio a otro. No obstante, he leído partes de éste y aquél por el mero hecho de comparar traducciones, las que encontré de gran similitud.
            En realidad, el libro narra dos historias distintas pero complementarias. Un gato, con aspiraciones a gran literato, narra parte de su biografía valiéndose del reverso de las hojas de lo que parece ser un ‘diario’ que pertenecía a su amo. Al mandarla a imprimir, el descuido de no anular las hojas que no corresponden al relato del gato, hace que se publiquen ambas historias, la biografía gatuna y aquella que figuraba en las hojas utilizadas, en donde se cuentan las peripecias del maestro de capilla Johannes Kreisler, con la particularidad que los textos quedan intercalados. Para saber cuál corresponde a cuál, el editor ha puesto dos señas: M. p. (Murr prosigue), y mac. (hojas de maculatura), respectivamente.
            Lo sorprendente no es sólo un gato que escribe –ya en el terreno de la literatura fantástica, a la que tan adicto ha sido siempre Hoffmann- sino que los personajes que aparecen en una y otra son los mismos, aunque en circunstancias diferentes. Además, el texto del gato comienza con el final de la historia de Kreisler, en una suerte de ida y vuelta.
            Hoffmann – un artista genial, que ha abordado tanto la música y la caricatura como las letras- se vale del gato para burlarse ácidamente de todas esas autobiografías aparecidas en su tiempo, escritas por personajes ilustres –Rousseau, entre ellos- que sólo buscaban el reconocimiento y la admiración públicas, a la vez que denosta el romanticismo y el naturalismo, contando la historia del joven Kreisler –verdadero protagonista del libro, junto a su maestro Abraham- en uno de los pequeños principados en que se dividía la actual Alemania, con un sentido cabal de la realidad de los mismos, expuesto a intrigas palaciegas y toda una gama de obstáculos en su acceso al amor y al reconocimiento artístico.
            En realidad, Kreisler encarna el espíritu del artista real, dotado de una sensibilidad extrema y capaz de las más sublimes exaltaciones como de sumergirse en la mayor oscuridad si no abreva en la música, su única fuente de inspiración y realización. En gran medida, Kreisler es una parte no menor de Hoffmann, quien debió alternar entre su trabajo como magistrado –necesario para ganarse la vida- y su condición de artista, siempre frustrada.
            Bien narrado, en estilo coloquial, ameno y fluido, el gato cómodo, pedante y cobarde expone todos los tics habidos en libros escritos con autoindulgencia y sobreestimación biográfica. Mientras, la historia del maestro de capilla nos muestra los avatares propios de la profesión, en pos de abrirse camino para obtener un puesto que le permita exponer todo su talento. Un camino al éxito no exento de pugna por el poder, envidias y celos, que se ha de alcanzar no sin arduos esfuerzos.


            Respecto de las ediciones, ambas cuentan con un prólogo del editor –el propio Hoffman- quien explica y se disculpa por el error cometido al imprimirlo, le sigue un prefacio del autor; otro, que debía ser suprimido, y una nota al pie, del editor, comentando este torpe hecho. A su vez, cada una cuenta con una introducción o epílogo, donde se analiza la obra a la luz de las interpretaciones posibles del texto. La de Cátedra, incluye una resumida biografía de Hoffmann nada desdeñable, que sugiero consultar al finalizar la lectura, de manera que ninguna influya de antemano en la misma y que permita una mayor comprensión tanto de la obra como de las circunstancias de su aparición.
            En suma, un libro muy entretenido –aunque un poco largo-, con mucho de fantástico y de conocimiento del mundo de su tiempo.
Marcelo Zuccotti



sábado, 2 de junio de 2012

Un extraño en la aldea. La presa, Kenzaburo Oé


Anagrama – Página 12, 2010

            No había leído nada sobre este autor; por ello me pareció oportuno empezar a conocer su universo literario a través de este título, que se ofrecía al público en general en un formato de bajísimo costo –mucho más que accesible-. Puede que no sea la obra más destacada, señera ni representativa, pero soy de los que sostienen que cada parte hace a un todo, por lo que leer una obra determinada es también una forma que tiene el aprendizaje acerca de un autor y su entorno.
            Ambientado en el Japón de la Segunda Guerra Mundial, en una atrasada aldea en la que el tiempo transcurre lentamente y en la que los cambios se perciben como lejanos; donde lo cotidiano resulta siempre lo mismo, la misma gente, las mismas caras, los mismos gestos y respuestas, un suceso no menor viene a alterar con efervescencia el entorno aldeano. Ha caído en las inmediaciones un avión de guerra enemigo –norteamericano, se supone- y los responsables de la aldea han capturado a su piloto sobreviviente, trasladándolo como un botín de guerra hacia la reclusión local, mientras los altos mandos debaten qué se resuelve hacer con semejante prisionero. Pero existe una particularidad insoslayable: el piloto capturado es fibroso, musculoso… y negro, algo que resulta extraño para todos esos seres de ojos rasgados y piel amarilla, que jamás han visto un occidental –y mucho menos uno de origen afro-.
            Este hecho, por sí solo, despierta una infinidad de sospechas, resquemores, incertezas y miedos, puesto que a tal prisionero habrá que atenderlo y permitirle saciar todas sus necesidades básicas.
            El libro está narrado en primera persona por un niño, cuyo padre se encuentra encargado de darle de comer al prisionero. Su inocencia y candor acerca de tamaño acontecimiento, dará paso a una circunstancia que lo tendrá como protagonista, tras la cual habrá una pérdida de aquellas, que indicará que ya nada podrá ser como era. Lo sobresaliente es la descripción natural del entorno geográfico, con sus hedores, calores fatigosos y entornos sociales oscuros, a más de la realidad de los personajes, ya de por sí sórdida.
            En este relato Oé hace gala de un estilo literario simple tanto como contundente, erigiendo una historia en la que violencia y perversión toman cuerpo a través de una sociedad casi tribal, en la que no escasean elementos simbólicos y fetichistas. Por momentos, nos traslada a situaciones que más tienen que ver con respuestas primitivas que de sociedades modernas, como si lo contemporáneo hubiera sido dejado de lado, para mostrar las realidades de una sociedad tradicional, conservadora y atrasada, como Oé considera a la suya propia antes de “occidentalizarse”.
            Corto, ameno y frugal, la novela se lee fácilmente, de corrido y sin interpretaciones profundas. Quizá su mayor mérito sea ese, que todo está ahí para quien esté dispuesto a leerlo.

Marcelo Zuccotti