sábado, 16 de junio de 2012

Relatos fantásticos de origen vernáculo. El crimen de san Alberto, Fernando Sorrentino


Losada, 2008

            Este libro llegó a mis manos por préstamo de Claudia, que lo ponderó a Sorrentino como un notable escritor. Como yo no había leído nada de su producción, me pareció oportuno el iniciarme en su lectura en virtud de su gentileza, llevándomelo con rumbo hacia unas cortas vacaciones. Lo abrí ni bien me senté en mi butaca del ómnibus; al bajarme –veinte horas después- lo había concluido.
            El denominador común de estos relatos es lo inesperado. Aparentemente, todo lo que se narra va tomando cuerpo, con su coherencia normal y, de pronto… la historia se convierte en otra cosa. Lo llamativo resulta justamente esa capacidad para pasar de lo trivial a lo fantástico en pocas líneas. Así, en “Romance estival” el enamorado protagonista descubre que el objeto de su amor –que se da a la fuga- no es solo una, sino varias mujeres reunidas en una.
            En “Lectura y comprensión de textos”, de la expresión de un adolescente fanático por el fútbol, que inscribe una leyenda, salta a un Informe de Crítica Literaria que usa esa misma expresión como delirante objeto de estudio. Una caja de cartón -cuyo contenido se ignora- parece justificar el abandono de la casa del protagonista de “Problema resuelto”. Una supuesta relación entre la mascota y su dueño es el núcleo central de “El conejo de Ushuaia”.
            Párrafo aparte merece el cuento responsable del título. Éste ocupa la mitad del volumen y no tiene nada de fantástico. Una broma de mal gusto efectuada por un amigo años atrás cuyo destinatario ha sido el narrador, dispara una envidia y un rencor acumulados en forma de una desmesurada venganza.
            En todos los casos, la composición psicológica de los personajes principales está tan bien lograda, que el brusco cambio que tiene lugar en cada relato nos conduce perplejamente a releer las líneas, como si algo se nos hubiera perdido en la trama. Lo increíble se une con lo trágico y la excitación con lo imposible, fundido todo en una suerte de argamasa, cuyo soporte es una falsa narración objetiva.
            Escrito en estilo coloquial y ameno, todos ellos tienen su ambientación en los barrios de Buenos Aires, entre los que se destaca el de Palermo, por el que su autor pareciera tener cierto afecto personal. En suma, una obra que entretiene y mantiene al lector en suspenso.

Marcelo Zuccotti

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