viernes, 6 de febrero de 2015

Resplandor crepuscular. Cuando el emperador era Dios, Julie Otsuka


Duomo, 2013

          Alguna vez leí acerca de este libro, aunque no era devoción de quien reseñaba y, al parecer, ha pasado sin pena ni gloria. Al menos, la repercusión lograda ha sido menor que en la otra obra de Otsuka, ‘Buda en el ático’, con mayor presencia. Como buen tozudo e independiente lector, lo esperé algún tiempo y apenas apareció por estos mares, lo adquirí.

            Mucho se ha publicado acerca de los campos de concentración de la Alemania nazi y sus centros de trabajo y de exterminio. Son innumerables los testimonios que narran los horrores vividos por millones de personas –en su mayoría de origen judío- en su interior. Pero muy poco se ha destinado a lo ocurrido con los inmigrantes de origen japonés en E.E.U.U. a partir de su ingreso en la Segunda Guerra Mundial tras el ataque a Pearl Harbor. De eso se ocupa la novela.

           Otsuka estructura en cinco partes lo que acontece con una familia compuesta por padre y madre japoneses y dos hijos de distinto sexo y edad –nacidos en E.E.U.U.- desde que en 1942 el gobierno norteamericano los declara ‘enemigos’ y decide reunirlos en un campo en el desierto de Utah, hasta el regreso al hogar de todos sus miembros al concluir el conflicto bélico.

            Así, la autora recoge las vivencias de la madre, la noche antes de reunir a sus hijos y partir hacia la reclusión; los recuerdos de la hija, sobre el viaje en tren hacia su destino en Utah; el testimonio entre los tres de la vida en el campo de ‘internamiento’, una vez establecidos; el regreso familiar a su hogar y la declaración del padre antes de su liberación.

            La discriminación, la complicidad de los vecinos, el saqueo de la vivienda por manos revanchistas y el clima de sospecha que los persigue al finalizar la guerra, son también parte de esta novela testimonial, escrita con simplicidad de palabras aunque no de imágenes. Fluido, circunspecto y coloquial, el libro se lee rápido y bien.

              La reinserción final de esta familia en la sociedad yanqui toma hacia el final un sesgo esperanzador. Fue esta sensación la que me recordó algunas de las líneas de aquella memorable canción de Génesis, Afterglow, del álbum Wind & Wuthering, donde un camino nuevo se inicia,

‘Like the dust that settles all around me, I must find a new home… And the meaning of all that I believed before escapes me in this world of none… ‘

                 Buena opción para escuchar de fondo mientras se lee.

6 comentarios:

  1. El tema me parece muy interesante, al igual que el destino de las miles de mujeres alemanas violadas por los rusos al ocupar la URSS lo que se convertiría en la Alemania del Este, o la limpieza étnica por parte de los nacionalistas ucranianos en Volinia, el Holocausto armenio y muchas más injusticias y barbaries que ocurrieron y siguen ocurriendo, desafortunadamente. Esperemos que siempre haya quien cuente los hechos, e, igual de importante, quien quiera escuchar estas historias.
    un abrazo

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    1. Comparto contigo la necesidad de la denuncia. Éste me ha sorprendido porque uno no espera un campo de internamiento -eufemismo por concentración- en el Gran Hermano del Norte; no es acorde a su discurso sobre la paz y la economía de libre mercado... del que se valen para muchas cosas que nada tienen que ver con las reivindicaciones de los seres humanos.
      Libro breve pero esclarecedor, con los que no tenían voz.
      Un beso, Agnieszka.

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  2. Son esos temas aparentemente de segunda fila que son muy dolorosos e interesantes a la vez. Ando leyendo una biografía de James Joyce y a su hermano también lo internaron en un campo porque al vivir en Trieste, pertenecía al Imperio Austro-Hungaro, el escritor lo evitó al marchar a Suiza.
    Estos aspectos demuestran que nada es blanco o negro, bueno o malo, y eso siempre es importante recordarlo.

    Abrazos grandes!!

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    1. Creo que lo que más me ha sorprendido es que, hasta el momento de su lectura, nunca me pregunté acerca de qué había pasado con la comunidad japonesa en EEUU al tiempo de la declaración de guerra... En ese aspecto, me pareció novedoso. Quizás el contenido sea -bastante- predecible, pero me obligó a pensar en algo que antes no había meditado, con un montón de connotaciones locales -lo digo por la comunidad inglesa en Argentina, al tiempo de la Guerra de Malvinas-.
      Comparto contigo que toda apreciación tiene sus matices.
      Un beso cálido.

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  3. Pues ya nos lo has contado tú todo y yo me conformo con eso, que soy de corazoncito frágil y estas historias me duelen, así que me ahorro leer los detalles y me quedo con el mensaje final.
    Besos delicados para vos.

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    1. Me parece bien, Norah. Ahora... ¿te quedas con el mensaje esperanzador, o escuchando a Génesis? No lo tengo muy claro.
      De todas maneras, cualquiera sea tu elección, siempre será positiva.
      Un beso de 33° C, que derrita tu frío circundante.

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