miércoles, 9 de julio de 2025

e-book 183. Convivir con la culpa. El buen mal, Samanta Schweblin

Random House, 2025
 

I.

               Fue tan promocionado por la casa editora –incluso, mucho antes de lanzarse- que se creó un clima de ansiedad alrededor de este nuevo trabajo. Tal fue la magnitud de la misma, que una mayoría de clubes de lectura locales lo propusieron inmediatamente para compartir. No pude abstraerme al aluvión de demandas y me vi casi obligado a participar, por más que no suelo leer novedades editoriales.

II.

               Este libro está constituido por una serie de seis relatos de diversa extensión. El título de la obra era, en principio, el del primer relato –donde se alude al respecto- pero, por sugerencia editorial, la autora lo modificó y con él englobó la totalidad del material, puesto que algunos otros cuentos posteriores también participan de su naturaleza: a veces, es necesario ejercer el mal para que éste genere en nosotros una culpa tal que nos obligue a salir de nuestra zona de confort.

III.

               Bajo atmósferas que siempre transmiten inquietud y tensión en el lector, se dan cita una madre que decide suicidarse cuando su marido y las niñas se ausentan de la casa; un niño que sufre un accidente al tragarse una pila de litio; una anciana que se escapa del instituto de mayores; unas niñas hermanas que visitan a una vieja poetisa borracha; un par de compañeras de universidad que hablan por teléfono sobre un suceso luctuoso acaecido veinte años antes, y un par de becarias que comparten algo más que el dolor por la muerte de una mascota.

La versión digital, gentileza de una amiga lectora.

IV.

                En todos los relatos, Schweblin desarrolla distintas situaciones en las que se halla envuelto un sentimiento de culpa con el cual se debe convivir y sobrellevar. Así, la esporádica visita a un padre enfermo, o cuando la pareja –que está lejos- requiere acompañamiento, o el haber descuidado –y olvidado- a un pequeño hijo son ocasiones donde se pone de manifiesto este sentimiento, que disparan hechos que oscilan entre la parálisis y la rebelión, pero nunca resultan intrascendentes. En uno u otro sentido, obligan un movimiento personal.

V.

               En estilo fluido y coloquial –aunque nunca ameno-, con escenas bien labradas y diálogos jugosos, Schweblin vuelve a conquistar a sus lectores con una narrativa breve –género en el que se mueve como pez en el agua-, con historias que siempre bordean lo maravilloso o lo sobrenatural, pero que nunca cruzan el límite. En lo personal, el relato El ojo en la garganta, por sí solo, paga el libro. Una colección para disfrutar del placer de leer. Recomendable ciento por ciento.

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