viernes, 19 de octubre de 2012

Últimas imágenes de un naufragio. La cripta de los capuchinos, Joseph Roth


Acantilado, 2002


           Un amigo me sugirió este título, como ‘lo más representativo’ de la obra de Roth después de la afamada ‘Marcha Radetzky’. Ya había incursionado en la narrativa del autor a través de una obra poco difundida, que había sido sacada del sueño de los justos merced a un programa televisivo que la recomendaba: ‘La leyenda del santo bebedor’.
            Es la historia de un miembro juvenil de los Trotta, una familia de orígenes humildes ennoblecida durante el reinado de Francisco José I debido a que uno de ellos le salvó la vida en una batalla. Ambientada en la Viena imperial dominada por los Habsburgo, narra las peripecias de su protagonista desde casi fines de la monarquía (1913) hasta la llegada de los nazis. El propio Trotta nos describe cómo era su vida:
‘Yo vivía en el ambiente alegre y desenfadado de los jóvenes aristócratas, ambiente que, junto al de los artistas del antiguo imperio, era el que más me gustaba. Compartía con ellos la frivolidad escéptica, la melancólica petulancia, una negligencia enfermiza, y un ascetismo altivo, todo lo cual era característico de una decadencia que todavía no vislumbrábamos.’
            Mas el inicio de la guerra y la necesidad de enrolarse en la milicia lleva a Trotta y sus amigos a un mundo completamente distinto. Una vida despreocupada, cobijada bajo la molicie que otorga la disponibilidad económica, junto al melancólico romanticismo propio de los últimos refugios de la decadencia decimonónica, dan paso a las alternativas que despliega la lucha, la prisión y la posterior fuga.
            Lo destacable del libro es el regreso de Trotta, después de cuatro años de larga ausencia, a su hogar devastado por la guerra, donde ya nada es lo que había sido; ni la ciudad, ni la gente. Así, Roth nos transmite el profundo sentimiento de desazón y vacío que vive aquel que se ha transformado en un paria, un descastado. En un mundo deshecho, donde todo lo que era cotidiano ha desaparecido, donde los vínculos personales se encuentran rotos y en el que no parece haber lugar para quien no posea una profesión, la vida se asume como despropósito y toma rumbo hacia la indiferencia, el desapego y la renuncia. Porque de esto se trata. Una renuncia a vivir en un medio hostil a nuestros valores, donde todo aquello que habíamos conocido, que amábamos y por lo que habríamos dado nuestra vida, es mejor no recordar y destinarlo a ser parte de la historia y del olvido. La cripta de los capuchinos, que reúne los sepulcros de todos los jefes de Estado, se convierte en el último bastión de un pasado que se niega a morir. Todo un icono para aquellos que no han podido reinsertarse en las nuevas condiciones que han impuesto los cambios suscitados por la guerra.
            Particularmente divertida es la escena en la que se describe el anuncio de la llegada del nazismo,
‘…por eso me sorprendió más que a mis amigos la aparición de semejante figura, que parecía emerger de los lavabos situados en el sótano, pero que en realidad había entrado por la puerta de calle. Durante unos minutos llegué a pensar que los lavabos, que yo conocía bien y que estaban situados en el sótano, se habían trasladado repentinamente afuera, y que uno de los hombres que allí servían había entrado para anunciarnos que todas las plazas estaban ocupadas. Pero el hombre dijo: -Compatriotas, el Gobierno ha caído, y un nuevo gobierno del pueblo, un gobierno alemán, está en marcha.’
            Escrito en 1938 y narrado en primera persona, Roth ha hecho de este libro una magnífica postal de la sociedad vienesa, aristocrático aposento del imperio Austro-Húngaro devenido en aliado forzado del nazismo, al que desprecia. Ameno, fluido, descarnado y desapasionado, resulta una buena elección para iniciarse en la obra de este autor austríaco.
Marcelo Zuccotti

2 comentarios:

  1. De Joseph Roth tan solo he leído "la tela de araña" aunque tengo en casa pendiente de leer "La marcha Radetzky", también me apetece mucho ponerme con este, quizá estas dos últimas sean las novelas más representativas del autor. Por cierto, la cripta de los capuchinos en Viena, que visité acordándome de esta novela, es un poco escalofriante, pero de visita casi obligada. Un abrazo

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  2. Me gusta mucho su narrativa, Carol. También tengo "La marcha..." pendiente de lectura. Roth me resulta un autor profundo, lleno de miradas diversas acerca de la sociedad de su tiempo. Y por supuesto que mantengo la esperanza de visitar Viena y la famosa cripta en particular, aun a pesar de la distancia! Gracias por tus líneas. Un beso grande.

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