jueves, 23 de mayo de 2013

La esclavitud de una ausencia. La mujer de Wakefield, Eduardo Berti


Tusquets, 1999

            Hace casi un año atrás, comentaba en este espacio mi entusiasmo después de leer ‘La casa de los siete tejados’, de Nathaniel Hawthorne, que disparó la lectura de ‘Wakefield y otros cuentos’ del mismo autor. Poco después, llamó mi atención encontrar este título en las estanterías de una librería local, pues resonaba en mi el cuento homónimo. Aguijoneado por la curiosidad, vi que se trataba de una construcción en base a ese relato. La autoría de un escritor vernáculo potenció la intriga y terminé llevándolo.
            Esta novela es una suerte de ‘elaboración desde el otro lado’. Charles Wakefield después de 12 años de matrimonio decide abandonar su hogar –sin motivo alguno y sin mediar comunicación- e instalarse a escasas cuadras del mismo, cambiando sólo su aspecto mediante el uso de una peluca. Pasan veinte años antes de que decida su regreso junto a su esposa, a la que ha identificado muchas veces durante ese tiempo.
            Basado en esto, Berti construye la historia de lo acontecido con Elizabeth Peabody, esposa de Wakefield, mientras éste vive su vida, lo que el propio Hawthorne se encargó de eludir en su texto. Desde la partida de su marido hasta su retorno, Berti nos va mostrando distintas realidades que debe afrontar la propia protagonista. Así, comenzando con una espera que se convierte en desilusión y luego en resignación, Elizabeth decide seguir viviendo sin renunciar en ninguna ocasión a ser la esposa de un ausente. Es esa devoción –o esclavitud- al rol que la sociedad le ha impuesto a través de la institución matrimonial la que rige su vida.
            Pero hay varios elementos que hacen que esta novela cobre una dimensión distinta. En primera instancia, el carácter dicotómico de su personaje principal. En un diario personal va volcando todas sus experiencias en forma de frases que se inician con ‘la gente se divide en…’. Para ella, todo es blanco o negro pero, paradójicamente, su vida transcurre en un gris indefinido. Luego, Elizabeth descubre el paradero de Wakefield. Este elemento le otorga fuerza dramática, pues ella lo ve, sabe de él y aun así mantiene su decisión de no interferir en la vida elegida por su cónyuge. De hecho, lo asiste con comida cuando pasa penurias, etc. Finalmente, ambientado en el Londres de 1811, Berti se las ingenia para respetar el puritanismo de la sociedad inglesa, en la que no está bien vista una mujer sola. Porque si existe una dificultad que debe enfrentar la esposa abandonada es, justamente, ese abandono, pues su vida deja de ser importante para la sociedad; ha perdido su razón de ser, queda condenada al ostracismo y la soledad.
            Con elementos temporales adecuados –la Revolución Industrial con su saga de hambre, el inicio de un adulterio por parte de su hermana, el uso indispensable del luto, la solicitud de matrimonio de un pastor-, el libro se vuelve ameno y fluido. Su estilo coloquial y sus precisas descripciones profundizan el deleite de su lectura. Si bien considero excesivo el uso del recurso de las apariciones del narrador dirigidas al lector, esto no empaña el desarrollo ni la delicadeza con que fue escrito. Sin duda, es una de las tantas posibles variantes que el texto original ofrece a quien quiera continuar con la historia, pero la presente está muy bien lograda.
           
Marcelo Zuccotti

6 comentarios:

  1. Lo de la peluca me ha matado, como Superman, que sólo se ponía unas gafas y ya no lo conocían cuando era Clark Kent. Este creo que no me lo apunto, no me acaba de convencer el personaje femenino.
    Un besote muy grande

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    1. En realidad, Norah, la esencia del relato se basa en lo que -supuestamente- le acontece a la mujer abandonada por su marido durante 20 años. Berti desarrolla un personaje -creado por otro- y le da vida en un entorno propio, con el que él -por razones históricas y geográficas- no puede comulgar; ésa es la fuerza del libro. El resto, como el propio autor subraya al final, es una de las tantas posibles vidas que pudo haber tenido esa mujer sola. Tantas como autores desearan continuar un relato inacabado.
      Besos para ti.

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  2. Marcelo, supongo que debería empezar por "Wakefield y otros cuentos", ¿verdad? Y si me interesa, luego dar el salto a esta publicación de Tusquets. Cambiando de tercio, decirte que estoy muy curiosa sobre tu opinión acerca de "Paradero desconocido". Uno acaba sintiendo el peso de la responsabilidad tras la recomendación entusiasta de un libro. Un abrazo,

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    1. Me sorprende, Marisa, que no hayas transitado los relatos de Hawthorne. Son realmente muy buenos y, si puedes, consigue 'La casa de los siete tejados' -la edición de Cátedra es fantástica-. Pero, cualquier colección que incluya 'Wakefield' y 'La hija de Rappaccini' te ha de encantar.
      Respecto del librillo de Kressmann Taylor, no desesperes, que ya lo encaro. Un beso muy grande, Offus.

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  3. Muy interesante propuesta. con Hawthorne tengo mis más y mis menos, la verdad pero el retrato de la sociedad inglesa de principos de XIX y la historia de Berti me parece que me podría enganchar, veremos cómo me llevo con Wakefield en esta ocasión. un abrazo Marcelo.

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    1. Berti tiene buenas cosas; entre otras, 'El país imaginado'. Hawthorne tiene lindos relatos y 'La casa...' es excelente. Recomendable ciento por ciento. Deberás hacer la experiencia, Yossi. Apuesto a que te gustará. Un fuerte abrazo.

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