Libros del Silencio, 2012
Fue
el comentario de un amigo el que lo sugirió hace ya un tiempo. Al poco, yendo
en búsqueda de otros títulos, no pude soportar la tentación de verlo y no
llevarlo. Fue una elección afortunada; algunos meses después, al fallecer su
director, la casa editora decidió cerrar sus puertas definitivamente. Hallar
algún título remanente se ha vuelto toda una quimera.
Este libro narra la historia de una
compañía de Marines norteamericanos que se alistó voluntariamente para
participar en el frente francés de la Primera Guerra Mundial, en 1917. A través
de sus páginas no sólo encontramos los horrores propios de muertes espantosas y
mutilaciones varias, sino los actos más viles y cobardes, defecciones y
psicosis de guerra, entre escenas de violencia y desesperación.
Lo original no es tanto el estilo
directo y descarnado de las descripciones de los hechos, sino la manera en que
March, partícipe y espectador a la vez, decidió estructurar esta suerte de
protesta anónima del sinsentido de la guerra, utilizando ciento trece relatos
–que llevan el nombre y apellido de cada integrante de la unidad de combate-
cuyo contenido entremezcla las historias y en los que hasta los muertos pueden
indicarnos qué les ocurrió.
Acompaña al ejemplar una
Introducción en la que se intenta comparar el presente con Trampa 22, de Joseph Heller, y Sin novedad en el frente, de E. M. Remarque, libros de marcado
antibelicismo. Lo interesante es que el libro de marras fue escrito en 1933,
mucho antes que los otros, volviéndose así un precursor de la denuncia.
Las expectativas de la llegada al
frente, las acciones y sus consecuencias, los pormenores del día a día y de la
desmovilización y la reinserción en la sociedad de aquellos que pudieron
sobrevivir, aun heridos, son expuestas en detalle, sin eludir el drama ni el
humor irónico, en un grupo de jóvenes al borde de la locura tanto como de la
muerte.
Un libro que enseña como ninguno la
realidad del frente de guerra y que exhibe sin pruritos el despropósito de
semejante espanto. Crudo y aleccionador.
Qué necesitados estamos de reflexiones sobre los horrores de la guerra y la importancia de mantenernos al margen de los cantos de sirena que llevan a los pueblos a desangrarse en guerras que solo benefician a una minoría.
ResponderEliminarNo conocía al autor, ahora gracias a ti tengo esta valiosa referencia.
Abrazos!!
Y cuán propensos somos a embarcarnos en esos cantos de sirena, U-to! Hoy las miradas del mundo occidental parecen puestas en el fundamentalismo islámico, sin ser capaces de observar lo que ocurre dentro de nuestras propias fronteras. En este aspecto, el libro de March debiera ser incluido como lectura en alguna asignatura de Letras para adolescentes. Quizás así las nuevas generaciones tendrían un poco más de elementos para saber a qué se enfrentan si deciden participar en una guerra.
EliminarUn beso grande!
La gente no lee lo suficiente como para darse cuenta de adónde la puede llevar el populismo y propaganda llena de odio hacia "el otro". Desafortunadamente...
ResponderEliminarUna propuesta muy interesante, totalmente desconocida para mí hasta ahora.
Un abrazo
No me gustan los 'ismos', Agnieszka. Se convierten en una imposibilidad de comunicación; una separación ficticia que imagino a alguien o algunos beneficia. Ese 'otro', generalmente aparece cuando no tenemos firmeza en aquello que creemos, y necesitamos diferenciarnos, recluirnos entre los nuestros...
EliminarEs un libro que refuerza mi espíritu ecuménico; somos distintos... bienvenida la diferencia!
Un fuerte abrazo.
Marcelo: los libros de esta editorial son difíciles de conseguir por acá, y es una pena que haya cerrado. De cualquier modo, intentaré conseguirlo. Me ha parecido muy interesante, sobre todo eso de que cada capítulo tenga el nombre de un miembro de la unidad de combate. Es una manera de recordar que los que mueren son personas, no estadísiticas. Eran importantes, tenían familias que los lloraran...
ResponderEliminarun beso,
Ale.
Y por acá también! Mucho más ahora que ya no contamos con la editorial.
EliminarSí, fue un acierto del autor titular cada capítulo con el nombre de aquellos que ya no están.
Ojalá lo puedas encontrar, Ale.
Un beso.