miércoles, 9 de septiembre de 2015

Barranca abajo. Suave es la noche, Francis Scott Fitzgerald



Alfaguara, 2011


            Buscando otro libro se me dio por preguntar si –aún- existía alguna versión de este título que estuviera disponible. Quedaba solo este ejemplar; con lo cual no podía más que llevarlo. Me preguntaba si Fitzgerald podría haber sido capaz de escribir algo más significativo que su novela ícono de toda una época, El gran Gatsby. Lo que sigue, es la respuesta.

              La historia de Nicole y Dick Diver comienza en la Riviera francesa en 1925, cuando ambos, norteamericanos de origen, contaban con poco más de treinta años y un par de críos, y se extiende durante algunos años después.

            El libro se divide en tres partes. En la primera se repasan los sucesos sobresalientes de esas memorables vacaciones, con su entorno de gentes de diversa naturaleza y donde se establecen los caracteres psicológicos de sus personajes; luego, en el inicio de la segunda, se efectúa una suerte de flashback para hacernos conocer la historia previa, cómo se conocieron y llegaron a formar una pareja; a partir de allí se desarrolla el resto de la trama. Finalmente, se acude al desenlace –quizás un poco previsible- de toda la historia.

              El protagonista central es Dick, sobre quien recae el grueso de la novela. Dueño de un don de gentes sin igual, capaz de conformar y divertir a personalidades totalmente opuestas, encarna al consabido anfitrión de fiestas y reuniones. Su esposa, de una belleza sin par, lo acompaña en sus andanzas. Pero lo que aparenta ser una vida sin preocupaciones y frívola, no logra ocultar el delicado equilibrio interno que la sostiene. Nicole es una enferma esquizofrénica y Dick, su marido y psiquiatra personal, cada vez se inclina más a la bebida y a la conquista de mujeres jóvenes como vías de escape.

          En esta ocasión, Fitzgerald construye un relato que abunda en datos biográficos tanto suyos como de Zelda, su esposa, de manera que el límite entre la ficción y la realidad se desdibuja. A las necesidades de tratamiento de Nicole, que desbordan las posibles contenciones de Dick, se une un futuro cada vez más sombrío, tanto por la adicción de éste al alcohol –que cambia su humor notablemente y, con ello, su pertenencia a la sociedad que solía albergarlos-, como por la falta de diálogo entre ambos que los aísla y autodestruye. Es ese declive social que acompaña al deterioro de la relación entre esposos el nervio narrativo de esta obra, que describe como ninguna otra el pasaje de una época de gloria y de vida despreocupada –la que otorga una profusión ingente de recursos económicos-, a otra mucho más opaca –téngase en cuenta el famoso crack de octubre del ’29, al que el autor hace tímida alusión pero no soslaya en sus efectos-, que deriva a sus personajes principales y a la trama en sí hacia una toma de distancia.

            Ameno y coloquial, el libro fluye en ese descenso, del que los propios protagonistas son conscientes a la vez que incapaces de hacerle frente para cambiar el rumbo de los acontecimientos. Un trabajo notable –y premonitorio- de Fitzgerald y su propia vida.

10 comentarios:

  1. Para mí es mil veces superior a Gatsby, de hecho, cuando lo leí en la adolescencia fue uno de mis libros favoritos, me marcó bastante y aún sigue siéndolo, de otra forma pero lo es. Y sí, tiene el aire de la propia decadencia del autor según dejas ver en la reseña, por eso suena totalmente honesto, la vida del autor fue una montaña rusa. genial entrada. Un abrazo.

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    1. Es una novela con mucho de biografía, narrada sin piedad con su entorno y consigo mismo. Qué difícil debe ser darse cuenta del propio mal y no poder enfrentarlo como corresponde...
      Si Gatsby partía como crítica a la sociedad superficial de los años '20, ésta es su contracara. Intentar conservar la buena imagen aun cuando todo se derrumba y solo queda una mueca de lo que ha sido, Yossi.
      Un muy buen -y triste- libro.
      Un fuerte abrazo!

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  2. Aquí te voy a contar una historia, de cuando yo iba al cine varias veces por semana. Vi la peli de Hopkins y Kidman, La mancha humana, en esa peli, que me gustó mucho él le leía a ella fragmentos de Suave es la noche, así que me faltó tiempo para ir en busca de un ejemplar nada más salir del cine. Pues bien, solo leí la mitad, luego Dick empezó a caerme como una patada en el trasero, ella tampoco es que fuera santa de mi devoción, la historia en sí se caía y yo me aburría. Total que lo dejé por si algún día alguien me lo lee y la cosa cambia. De momento eso no ha pasado, aunque a veces tengo mis dudas de volver a intentarlo porque el autor sí que me gusta.
    Un beso para vos.

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    1. En el texto, Fitzgerald ha sido benévolo con Zelda/ Nicole. La realidad superaba la ficción. Dick es una imagen deformada de sí mismo; imagino que su intención continua de 'quedar bien' es la que te ha caído muy mal. Por lo demás, el futuro de Nicole tiene mejores perspectivas que el de Dick.
      Tal vez no sea lectura de tu agrado; no obstante, hojea las páginas finales. Tiene mucha sustancia.
      Un beso grande, Norah.

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  3. Hola Marcelo. Estaba leyendo tu estupenda reseña, pero me detuve en el nombre del protagonista, y me hice una pregunta bastante estúpida: ¿Cómo es posible que un escritor con un nombre tan bonito, Francis Scott Fitzgerald, llame a su protagonista… Dick Diver ? Cómo si fuera un pistolero de una novelilla del Oeste, de M. L. Estefanía, que leía mi padre, o también uno de esos cuatreros de los spaghetti western que se rodaban por aquí en los 60… No te inquietes Marcelo, hoy empezó mi hija el cole y, de repente, después de tres meses tanta libertad para mi cuerpo y mi mente, que paz… Poco a poco.
    Tengo “El gran Gatsby” esperando por mi casa, hace años ya, si me estreno con el autor será con dicho título, guardo recuerdos entrañables de la película, la protagonizada por R. Redford.
    Éste que comentas, también me parece atractivo… Excepto el nombre del protagonista, no sé que esperar de un tipo llamado Dick Diver :))
    Cuídate amigo!!

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    1. Reconozco que el nombre de su protagonista recuerda infamemente a Dick Tracy, un dibujo animado de los '70. Pero quizás con ello ha querido justamente ser un grotesco de sí mismo. Porque Dick es en 90% Francis, sin dudas.
      Imagino que el regreso a la vida cotidiana, con escolaridades y otros compromisos, debe afectar a cualquiera que ha tenido tres meses de libertad; pero no creo que esa afección haga mella en un hombre como tu, Paco. Será cuestión de dejar que el tiempo pase y las cosas se reacomoden.
      Si apartas el nombre del protagonista, el resto, no tiene desperdicio. Está muy bien narrado y construida la ficción -si es que hubiera algo de ficción, claro-. Comienza por Gatsby; luego, repasa 'París era una fiesta', de Hemingway y finalmente encara éste. Es mi mejor sugerencia.
      Un gran abrazo, amigo!

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  4. Marcelo, jeje... Creo que no me explicado bien, es ahora cuando empieza mi libertad! (entiéndase la exageración), porque los tres meses de vacaciones de mi hija (4 años), yo he sido algo así como su esclavo :))
    Apuntaré tu sugerencia de libros, me parece muy atrayente. Un abrazo, Marcelo.

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    1. La eterna dialéctica del amo y el esclavo, según Hegel, ja, ja! Al igual que tú, hay momentos en los que medito si es conveniente tomarse vacaciones... puesto que al saberlo el entorno, inmediatamente dejan de serlo.
      Otro abrazo, Paco!

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  5. Si Muñoz Molina es tu "pendiente", Scott Fitzgerald es el mío. Queda fatal decirlo pero siempre hay lagunas. Creo recordar que empecé a leer El gran Gatsby pero no debí acabarlo porque no lo recuerdo (si ví la película). Tendré que poner remedio.

    Abrazos!!

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    1. Y en mi caso, agrégale Faulkner! Si, son varios los autores que uno no frecuenta. Sólo resta leerlos!
      La única peli fue la de Robert Redford; la última, con Di Caprio, pues..
      Un abrazo!

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