Había buenas razones para
adquirirlo y leerlo. En principio, su autor venía sonando algunos años como
candidato al Premio Nobel de Literatura. Después, estaba seguro que no había
leído ningún texto hasta este momento que tuviera como protagonista al
territorio de Australia. Para mejor, era una obra breve que, al decir de los
libreros, podía abordarse en el transcurso de una tarde (lo que hubiera sido un
error mayúsculo). Así, me dispuse a encararlo con tiempo.
II.
Esta escueta e inclasificable novela se divide
en tres partes. El narrador es un cineasta que busca reflejar el interior del
país, por medio de un guion que permita no solo dar cuenta de la vida en esos
parajes sino cómo se ha ido gestando una identidad propia a través de los años
y de la historia, que los diferencia de la Australia Externa o Costera. Pero,
para su proyecto, necesita convencer a alguno de los terratenientes locales y
lograr que le brinde cierto lugar, con el fin de poder indagar antes acerca de
la cultura regional.
III.
Logrado el objetivo primero, toma
conciencia que cada propietario de las mansiones que pueblan el lugar contienen
bibliotecas, a las que consulta, tomando contacto con las distintas miradas
sobre esas llanuras, objeto de pasadas rivalidades y disputas artísticas. Esta
gente, culta y adinerada, se ha visto modelada por el paisaje, de manera que
hombres y geografía son ahora una sola y misma cosa: tanto la riqueza de
recursos como la liberalidad de su idiosincrasia y las nuevas tendencias
intelectuales se basan en la propiedad de la tierra.
IV.
A medida que el narrador interactúa con los
pobladores y se va nutriendo con sus lecturas comienza a darse cuenta que con cada
aparición de un nuevo elemento identitario, surge otro opuesto no menos
importante. Así, lo que se describe es una sociedad más pendiente de su propia
introspección que de la experiencia tangible con el entorno: para ellos es más relevante
la percepción de la idea que se tiene de sí mismo que lo que se es en realidad.
Como si la experiencia física cotidiana no contara para la génesis de su
ontología.
V.
Destaco el estilo literario, con una prosa poética que no deja de ser precisa y concisa sin renunciar a su sencillez. ¿Quiénes somos?, ¿cómo construimos nuestra identidad y la otredad de quienes no son incluidos en un nosotros? ¿Cómo –y cuánto- influye el entorno en nuestra capacidad de autopercibirnos distintos? ¿Moldeamos y domeñamos la geografía, o también ella impone sus condiciones? En suma, una novela con mucho material para la reflexión sobre la interacción hombre – medio ambiente y los posibles influjos recíprocos. Es una obra breve, que requiere una atención poco común del lector, dada la condensación de información en cada párrafo. Para tener presente y recomendar.
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