sábado, 17 de noviembre de 2012

“Ponerle el cuerpo al verso…”

     A Susy Shock la conocí en el Ciclo Carne Argentina; un ciclo de lecturas en vivo que organizan los escritores Alejandra Zina, Selva Almada y Julián López. Ella se encargó de cerrar una noche lindísima con sus poemas y su música. Recuerdo que nos vistió de felicidad, dejándonos implantada una sonrisa gigante, difícil de borrar. Emocionada como estaba me dirigí a ella, compré sus libros y le pedí que me los firmara; como si ese requisito fuese necesario y obligatorio para registrar que estuve allí: escuchándola. Precisaba una marca, un guiño. Y con los libros bajo el brazo, su firma y mi sonrisa enorme, volví bailando a mi morada.

              Ediciones Nuevos Tiempos 2011

“...Yo, monstruo de mi deseo,
carne de cada una de mis pinceladas,
lienzo azul de mi cuerpo,
pintora de mi andar.
No quiero más títulos que cargar.
No quiero más cargos ni casilleros a donde encajar
ni el nombre justo que me reserve ninguna ciencia.

Yo, mariposa ajena a la modernidad,

a la posmodernidad,
a la normalidad.
Oblicua,
vizca,
silvestre,
artesanal.

Poeta de la barbarie

con el humus de mi cantar,
con el arco iris de mi cantar,
con mi aleteo:

Reivindico mi derecho a ser un monstruo

¡Que otros sean lo Normal!
El Vaticano normal.
El Credo en dios y la virgísima Normal.
Los pastores y los rebaños de lo Normal.
El Honorable Congreso de las leyes de lo Normal.
el viejo Larousse de lo Normal.

Yo solo llevo la prendas de mis cerillas,

el rostro de mi mirar,
el tacto de lo escuchado y el gesto avispa del besar.
Y tendré una teta obscena de la luna mas perra en mi cintura
y el pene erecto de las guarritas alondras.
Y 7 lunares,
77 lunares,
qué digo, 777 lunares de mi endiablada señal de crear

mi bella monstruosidad,

mi ejercicio de inventora,
de ramera de las torcazas.
Mi ser yo, entre tanto parecido,
entre tanto domesticado,
entre tanto metido de los pelos en algo.
Otro nuevo título que cargar:
¿Baño de Damas? ¿o de Caballeros?
o nuevos rincones para inventar.

Yo, trans…pirada,

Mojada, nauseabunda, germen de la aurora encantada,
la que no pide más permiso
y está rabiosa de luces mayas,
luces épicas,
luces parias,
Menstruales, Marlenes, Sacayanes, bizarras.
Sin Biblias,
sin tablas,
sin geografías,
sin nada.
Sólo mi derecho vital a ser un monstruo
o como me llame
o como me salga,
como me pueda el deseo y las fuckin ganas.
…”


     E
ste poema pertenece a Poemario Trans pirado. Es un libro precioso acompañado con ilustraciones de Enrique Gurpegui. Los poemas llevan en la sangre una musicalidad que hace deleitarnos y perdernos en ellos. La obra se divide en dos partes: Mariposas y Alforjas. Son como dos momentos, dos estados. La primera es un movimiento, un transe, un proceso, un paso a…. En cambio, la segunda parte, se compone de versos más profundos; da cuenta de una experiencia forjada, creada.

     Y en Relatos en Canecalón es un conjunto de historias, conversaciones y poemas. Narra lo vivido a flor de piel, cual huellas de tinta y aguja. Describe su primer amor, sus primeros tacos, sus primeros pasos.
 
        “… Vértigo recíproco transformado en cercanía, inmediatez del taco aguja para el trote paralelo de la Resistencia Trola, blandiendo su lapicera como daga siempre oculta bajo la liga del suave, febril pero por sobre todo blindado camaleón canecalón, ya no tan carne de cañón, ni fácil presa de binario insípido león rugiendo en los dantescos tiempos precedidos, ahora un poco domado, aunque eterno traidor, siempre capaz de saltar sobre sus presas en cualquier seccional.”. Así comienza el prólogo de Fernando Noy para Relatos en Canecalón. Un libro de historias “…de un vibrante memorial que logra fusionar sabrosísimos jadeos con la ironía veraz, veloz, feroz del swing ladeando los breteles para que vibre más toda nota fuera de catálogo.”.
     Susy Shock es música, es verso puro, es un dejarse llevar. Es “...ponerle el cuerpo al verso” como ella misma dice. “¡Que otros sean lo Normal!”, como reivindica en su poema.


BESO
Besarse en los rincones oscuros

besarse frente al rostro del guarda
besarse en la puerta de la Santa Catedral de todas las Canalladas
besarse en la plaza de todas las Repúblicas
(o elegir especialmente aquellas donde todavía te matan por un sodomo y gomorro beso)
besarse delante de la foto del niño que también fuí
(y sentir que me hace un guiño para que siga, que no pare, que no interrumpa, porque le gusta ese beso…)
besarse sabiendo que nuestras salivas arrastran besos denegados/ opacados/ apagados/ cercenados/ mutilados/ hambrientos/ que no son solo los nuestros
que tu labios y los míos mientras rajan la tierra la construyen
y hay una historia de besos que el espanto no ha dejado ser
y que por eso te beso
lxs beso
me besás
besaremos
por eso el beso
beso

Pueden visitarla en: http://susyshock.blogspot.com.ar/
 
                                                                                                       Claudia Perez


                                                                                                              

lunes, 12 de noviembre de 2012

Una travesía juvenil. Las obras escogidas de T. S. Spivet, Reif Larsen


Seix Barral, 2010


            Desde hace un tiempo atrás andaba en busca de libros que pudieran llamar la atención de jóvenes lectores; que no incluyeran mundos fantásticos, brujas u otros elementos de la imaginación y que tampoco contuvieran actos de violencia, tan presente en videojuegos. Tengo la sospecha que autores de la talla de Mark Twain y Jules Verne han quedado obsoletos con el auge de la tecnología y la animación para un segmento de edades comprendidas entre la pubertad y primera adolescencia, volcados netamente a Harry Potter o sagas de vampiros. Dando vueltas por la Red, encontré este título como modelo actual de novela juvenil y decidí leerlo para sopesar su atractivo a la hora de recomendar o no su lectura.
            Esta es la historia de un niño de doce años, poseedor de un talento natural para dibujar cualquier cosa con un grado de detalle increíble, que vive en un rancho en Montana, con un padre rústico y granjero –un típico ‘cowboy’-  y una madre entomóloga. Tiene una hermana mayor y su hermano murió accidentalmente.  T. S. encarna al chico que intenta poner en orden su comprensión del mundo que lo rodea a través de ilustraciones. Gracias a esa facultad de dibujarlo todo magníficamente, una importante institución científica acaba de concederle un galardón y debe atravesar gran parte del país para recogerlo. Armado de una maleta con aquellas cosas que estima necesarias y desprovisto de compañía familiar, inicia su travesía en búsqueda del premio.
            El libro está dividido en tres partes notoriamente diferentes. En la primera, T. S. nos describe las inmediaciones del rancho en Montana a la vez que nos transmite su agudeza de observación, capaz de plasmar en papel el más mínimo detalle del entorno. Luego, se pasa al viaje propiamente dicho y se describe lo que le ocurre a T. S. a medida que se acerca a su destino, lo que hace de aquél una aventura en si misma. Finalmente, al llegar a la populosa ciudad donde es agasajado, detalla los pormenores que tienen lugar con aquellos a quienes los demás –principalmente las instituciones necesitadas de renovación y de fondos- no escatiman exponerlo a los medios de comunicación de masas. Además, el relato se acompaña de todos los gráficos que T. S. va realizando a lo largo de su periplo, dispuestos al margen del texto central.
            Pero esta travesía es doble. El protagonista se ha llevado consigo un cuaderno de su madre donde descubre que ella ha escrito en forma de diario una investigación acerca de su pasado familiar. Entonces, simultáneamente a su traslado desde el Oeste de EE.UU al Este, T. S. también se adentra en su genealogía, y el por qué de su interés denodado por la ciencia.
            Finalmente, Larsen compone un relato de aventuras en forma de ‘viaje inicial a la gran ciudad’ utilizando una mirada sagaz de la sociedad, retratando a través de los ojos de su personaje principal sus gestos cotidianos, sus hipocresías y manejos inescrupulosos,  tanto como la solidaridad y la amistad entre seres simples.
            En suma, un libro que se disfruta mucho y resulta una buena alternativa a los que se encuentran en boga, que se destinan a la literatura juvenil.

Marcelo Zuccotti

miércoles, 7 de noviembre de 2012

La escritura disruptiva. Lenz, Georg Büchner


Montesinos, s/f

           Lo busqué un tiempo largo. La última edición en danza era relativamente antigua y, si bien una nueva de origen español estaba llegando a librerías ‘especializadas’ a un costo sideral, lo cierto es que el título no aparecía ni en el circuito de libros usados. Al visitar el local de un importador, se me dio por consultar su existencia. Para mi incredulidad, suponían contar con un ejemplar. Después de revolver las estanterías dieron, por fin, con él. Aquí está.
            La escasa vida del autor, que en solo veintitrés años nos legó –entre otros- ‘La muerte de Danton’ y ‘Woyzeck’, es tan novelada como la de aquel que utilizó para escribir ésta, basada en la vida de un poeta contemporáneo de Goethe, con quien compartió en sus inicios la pertenencia al movimiento ‘Sturm und Drang’ (“tormenta e impulso”), acta fundacional del romanticismo alemán.
            La historia es sólo un tránsito de Lenz, con evidentes señales de locura y/o esquizofrenia, en búsqueda de una paz que no llega. Para ello, se traslada a Waldbach, a recluirse en un convento a cargo de Oberlin, un conocido de Kaufmann, su amigo.
            Lo destacable de estas escasas cuarenta páginas es el estilo utilizado por Büchner para exponer lo que le ocurre a su protagonista,
‘Yo pido en todo –vida, posibilidad de la existencia, y entonces está bien; no tenemos que preguntar si es bello, si es feo, el sentimiento de que lo que se ha creado tiene vida, está por encima de estos dos, y es el único criterio en cuestiones de arte.’
            Es notable cómo, a través de las frases breves entrecortadas, sólo hilvanadas y a veces hasta sin conexión de unas con otras, Büchner transmite la esquizofrenia que padece Lenz. Es esa escritura disruptiva, dislocada y superpuesta a la vez, la responsable de ejercer atracción en el relato que, por otra parte, no abunda en mayores detalles. La necesidad de aislamiento, la convicción en sus ideales de humanismo, la compasión del dolor y la presencia de una férrea autoridad –encarnada en su imagen paterna-, son todos instrumentos útiles en el desarrollo psicológico del personaje principal y su acontecer.
            La edición se acompaña de un prólogo sobre Büchner y también sobre Lenz, rescatado del olvido al que fue confinado por la eclipsante figura de Goethe. Así también, cuenta con una tabla cronológica que, a modo de sucinta crónica, nos ubica en la biografía del autor.
            Por último, no lo considero de lectura indispensable; pero es el único libro que he leído en donde la enfermedad mental está perfectamente descripta. Büchner que, como médico, conocía estas patologías, ha usado su saber profesional con arte y maestría.

Marcelo Zuccotti

jueves, 1 de noviembre de 2012

El germen del monólogo interior. La señorita Elsa, Arthur Schnitzler


Losada, 1992

            Solo a través de recurrir al ‘parasistema’ de libros usados he podido encontrar este tan ansiado como huidizo título; en el mercado editorial de mediados de 2010 no era posible dar con él debido a su antigüedad; hoy puede conseguirse sin problemas. Lo llamativo en este caso es que parece haber sido un ‘ejemplar de cortesía’, pues algunos de sus pliegos se encontraban sin cortar… Alguien perdió la oportunidad de gozar con su lectura, sin duda.
            Es un libro relativamente breve, cuyo argumento es bien simple. Una bonita joven de poco más de veinte años, perteneciente a una familia de escasos recursos, es invitada por una tía rica a pasar unos días de vacaciones en un hotel, fuera de la ciudad. En medio del clima distendido, un hecho –esperado, tanto como temido- amenaza la idílica paz del entorno: la llegada de una carta de su madre pidiéndole ayuda económica. Su padre, un jugador empedernido, ha perdido –nuevamente- una cuantiosa suma y es necesario abordar el compromiso en el plazo de tres días, so pena de ser ejecutados judicialmente. Para ello, suplica a su hija que acuda al señor Dorsday, un hombre relativamente mayor y antiguo amigo de su padre que se encuentra en el mismo hotel, con el fin de asegurarse un ‘préstamo’ por tal cantidad. Con el enfado que esto le produce, Elsa accede al ruego materno. Mas la beneficencia del señor Dorsday ha de tener un costo, que Elsa deberá abonar…
            Así planteada, la trama se resuelve con un poco de veronal, excelente aliado de la personalidad emocionalmente inestable de la protagonista, no sin antes cumplir, de una forma por cierto inesperada, con las obligaciones contraídas. Un ‘collage’ de circunstanciales personajes secundarios acompaña el relato, todos ellos espectadores del desenlace.
            Lo brillante del libro no se halla en el objeto del relato, sino en el estilo literario. Schnitzler narra absolutamente todo lo que sucede desde adentro de la mente de Elsa. De esta manera, logra que el lector se convierta en Elsa; sea Elsa. Esta técnica narrativa, llamada monólogo interior, está ejercitada con tal grado de maestría que, a medida que transcurre el argumento, cada lector puede construir exactamente la psicología del personaje principal, con sus cavilaciones, euforias, desplantes, etc. Es la introspección psicológica la que domina la escena, creando una atmósfera donde ilusión y realidad se entremezclan sin solución de continuidad. Para más, el autor utiliza (y el traductor ha respetado) comillas sólo en los casos de diálogo, y guiones que permiten el salto desde lo que se dice a lo que se piensa, confiriéndole al texto fuerza narrativa, unidad y coherencia.
            Este libro ha sido todo un hallazgo. Realmente, quien nunca abordó un monólogo interior puede encontrar en éste un eximio ejemplar, que vale la pena leer.
            Marcelo Zuccotti