Losada, 2010
Último
volumen de la obra, en el que Proust recorre temas que tienen que ver con el
tiempo. En primera instancia, encara el significado del valor de los recuerdos.
La mayoría de las cosas que vivimos a diario caen frecuentemente en el olvido
al poco, de manera que las abandonamos en algún rincón de nuestro cerebro. Mas
un día, un sonido, un aroma, nos recuerda ese otro momento, con lo que se
recupera aquel tiempo perdido, olvidado. Es la extemporalidad del recuerdo la que
lo hace posible. Vuelve a la magdalena y así cierra el ciclo de evocaciones.
‘Es así: si gracias al
olvido, el recuerdo no ha podido establecer ningún lazo, arrojar ningún eslabón
entre él y el minuto presente, si quedó en su lugar, en su fecha, si conservó
sus distancias, su aislamiento en el hueco de un valle o en lo alto de una
cumbre, de pronto nos hace respirar un aire nuevo, precisamente porque es un
aire que se respiró antaño, ese aire más puro que los poetas han tratado en
vano de hacer reinar en el paraíso y que no podría dar esa profunda sensación
de renovación más que si ya hubiera sido respirado, porque los verdaderos
paraísos son los paraísos perdidos.’
Gran parte de este libro está
destinado a la vejez y a cómo percibimos el envejecimiento propio tanto como el
ajeno. Marcel, pasados los años y tras enfermedades varias, decide acudir a una
de esas reuniones de sociedad a las que tantas veces solía asistir. El paso del
tiempo ha desdibujado a la mayoría de los asistentes más conspicuos con los que
se encontraba otrora, ya sea en el plano físico –que en muchos casos los ha
vuelto irreconocible- o en el plano intelectual –deterioro de la lucidez-. Pero
también están los cambios que su propia fisonomía ha suscitado en los demás, y
la manera en que él mismo es visto por ellos.
Finalmente, en el plano social,
describe los cambios que la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa han aparejado,
con la desaparición de la aristocracia francesa de la pompa y el renombre y su
fusión con una burguesía vulgar pero pujante, que banaliza todo lo que antes
había sido digno de encomio. En este aspecto, Proust es un observador minucioso
de las posibles continuaciones de la guerra al deshacerse los Imperios
Centrales y la aparición de nuevos nacionalismos, el comunismo y el reclamo de
mayor equidad, que amenazan el delicado equilibrio logrado por Europa al
concluir el conflicto.
La traducción a cargo de Graciela
Isnardi continúa el camino de Estela Canto, quien había abandonado la tarea
poco antes de su fallecimiento. La prosa exquisita, la frase cargada de
contenido con las palabras más adecuadas y el poder de observación de un
espectador privilegiado, hacen de este volumen y de toda la obra un fenómeno
literario único y señero.
En lo personal, he sentido que
Marcel decidió tomarme del brazo a lo largo de cien días, llevándome a
transitar por un puñado de parajes franceses revestidos de un relumbre que él
percibía brillante, donde se daba cita lo más granado de la sociedad de su tiempo.
A su vez, me ha obsequiado con un montón de reflexiones acerca de la naturaleza
humana en las que pocas veces he reparado. Y finalmente, me ha dado lecciones
de cómo enfrentar con dignidad el oficio de escribir, por si alguna vez tuviera
interés en hacer ejercicio. Por todo ello, ¡gracias, Maestro!
Para un clima de lectura más que
apropiado, sugiero como cortina musical los ‘Preludios’, de Claude Debussy, con
la soberbia ejecución de Krystian Zimerman. Excelente compañía.
O sí, Krystian Zimerman en muchos aspectos recuerda al mismísimo Marcel Proust. Has elegido muy bien al pianista. Un abrazo
ResponderEliminarGracias por compartir la música, Agnieszka.
EliminarUn beso para ti.
Mis más entusiastas felicitaciones y mi admiración por lograr tu objetivo y realizar un balance tan positivo como el que realizas tras su completa lectura. Por mi parte aún espero el momento de encarar el tercer volumen, así que veo muy lejano el cumplimiento de su completa lectura.
ResponderEliminarAbrazos grandes!!
Muchas gracias, U-to! Ha sido un esfuerzo, pero enriquecedor de cabo a rabo. Al fin de cuentas, son pocos los desafíos literarios que enfrentar. Tú ya has alcanzado el tuyo, al menos para el 2014. Cuando puedas proseguir éste, ya sabes...
EliminarUn beso grande para ti.
Y Satie? Para las páginas finales. Justo le comentaba a Laura que estoy preparado para la relectura del tercer volumen y tú ya has acabado, qué capacidad de asimilación proustiana, si quisieras nos adelantarías dando la vuelta jajja. Me alegro mucho leer cómo describes tu sensación como lector, hay algo que compartimos. Un abrazo, Marcelo
ResponderEliminarSatie, claro! Lo tuve en cuenta, pero sólo para ese final un tanto tristón. Me pareció que la melancolía de la obra daba con el perfil de Debussy.
EliminarNo se si uno logra asimilar semejante creación en tan poco tiempo; más bien, estas líneas han sido las primeras impresiones que han dejado mi primer contacto con ella. Seguramente, en una relectura pueda profundizar algunos aspectos.
Un abrazo grande, Yossi!