Libros del Asteroide, 2014
‘Tengo que acordarme de que
el éxito social muy rara vez es el destino de quienes viven habitualmente en
provincias. Sin duda tienen asignado otro propósito en el vasto panorama de la
Creación, pero todavía no he descubierto cuál.’
I.
Lo apunté porque es uno de los
mejores ejemplos –por poco dinero- del fino y sátiro humor inglés; ése del que
ha hecho uso y abuso el personaje del criado, Miles, en el famosísimo sitcom
llamado The Nanny, con Fran Drescher
a la cabeza. Esos comentarios ácidos, llenos de veneno, basados en la
hipocresía de tener que cumplir con dignidad los convencionalismos sociales.
Para comenzar el período de descanso anual, era más que oportuno.
II.
E. M. Delafield describe, a través
de una serie de reflexiones en forma de diario, el entorno de una señora que
vive en una casona en la campiña inglesa. Con dos niños pequeños quienes le
resultan algo extraños, un marido que se duerme tras las páginas de cualquier
periódico, una susceptible institutriz francesa y una cocinera rezongona, la
mujer en cuestión debe hacer frente no sólo a los malabares que supone el
mantener a flote la economía familiar sino también a las conductas que impone
la sociedad local, donde el párroco y su esposa y una vecina con mayores
recursos la tienen a maltraer.
III.
Ambientada hacia fines de 1929 y por
espacio de casi un año, Delafield formula observaciones mordaces con cierta
dosis de ironía y sarcasmo, tanto de los demás personajes como de sí misma.
Así, da rienda suelta a sus pensamientos y sentires verdaderos, aun cuando el
buen gusto y el don de gentes le sugieren hacer justamente lo contrario. Como
nota curiosa, no es menor el dato que el año elegido sea el del crack bursátil
de la Bolsa de Nueva York. Las repercusiones en la economía inglesa se
encuentran entre líneas.
IV.
Con estilo fluido y coloquial, la
autora desgrana en poco más de doscientas páginas cómo su protagonista intenta enfrentar
–la mayoría de las veces, sin éxito- los mandatos sociales acerca de la
familia, la educación de los hijos, el manejo del personal doméstico, la vida
en la alta sociedad. Eso sí, lo hace con mucho humor, pleno de agudezas
surgidas al calor de los acontecimientos.
‘Le pregunto si ha
publicado algo últimamente. Dice que él no escribe obras para publicarlas y
nunca lo hará. Se me pasa por la cabeza que sería muy conveniente que muchos
otros adoptaran semejante actitud.’
Una forma saludable de sobrellevar
una vida algo superficial en medio de una sociedad acartonada tanto como
aburrida. Interesante y divertida propuesta.