Intemec es el nombre de la empresa que llega al pueblo
para realizar un tendido eléctrico de unos 60 kilómetros; y
Lucio, el padre de familia, se incorpora para trabajar allí y ganar un poco más
de dinero, como le solicitó su esposa. Es un relato que se divide entre el viaje
que tiene que realizar Lucio y la visión de su hija Inés sobre la vida
cotidiana.
Intemec es un cuento maravilloso. Se respira en él un aire pesado, cargado de emociones, que a uno le parece que en cualquier momento todo salta por el aire.
Las descripciones, los diálogos que hay entre los personajes y el vocabulario propio de la vida provinciana traen una mezcla de sensaciones, aromas y fotografías de la infancia.
Selva Almada tiene una escritura que atrapa de forma dulce y sensible.
Intemec es un cuento maravilloso. Se respira en él un aire pesado, cargado de emociones, que a uno le parece que en cualquier momento todo salta por el aire.
Las descripciones, los diálogos que hay entre los personajes y el vocabulario propio de la vida provinciana traen una mezcla de sensaciones, aromas y fotografías de la infancia.
Selva Almada tiene una escritura que atrapa de forma dulce y sensible.
En cuanto a Le
viste la cara a Dios de Gabriela Cabezón Cámara es un relato totalmente distinto. Es La bella durmiente versión adultos.
Es un cuento profundo y oscuro en cuanto al contenido; te deja enmudecida de tanta violencia, de tanta locura, de tanto estupor, de tanta carne podrida dando vueltas. Te comprime las lágrimas, que se mantienen en vilo a lo largo del texto y que hacen presión para salir pero no salen y, al llegar al final, las lágrimas saltan e inundan los ojos de tanta agua contenida; dejando un vacío y una tristeza infinita en todo el cuerpo.
Cabezón Cámara relata como nadie la odisea de una chica que cae en una red de trata de blancas.
Su narrativa es increíble, cargada de palabras y de emociones, que entra de un empujón cual golpe seco que no se olvida.
Es un cuento profundo y oscuro en cuanto al contenido; te deja enmudecida de tanta violencia, de tanta locura, de tanto estupor, de tanta carne podrida dando vueltas. Te comprime las lágrimas, que se mantienen en vilo a lo largo del texto y que hacen presión para salir pero no salen y, al llegar al final, las lágrimas saltan e inundan los ojos de tanta agua contenida; dejando un vacío y una tristeza infinita en todo el cuerpo.
Cabezón Cámara relata como nadie la odisea de una chica que cae en una red de trata de blancas.
Su narrativa es increíble, cargada de palabras y de emociones, que entra de un empujón cual golpe seco que no se olvida.
Selva Almada y Gabriela Cabezón Cámara son dos escritoras argentinas de altísima calidad.
Visiten los sitios y apoyen la difusión de
los libros digitales.
Claudia
Perez
HOLAA...son interesante los libros, de las dos escritoras ,,muy linda reseña...besitos CLAU!!!
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado, mami!
EliminarBesitos!
Clau