martes, 12 de marzo de 2013

El juego del gato y el lector. La interpretación de un libro, Juan José Becerra


Candaya, 2012

           Un matutino local había hecho el comentario de este libro –que tiene a una lectora como coprotagonista- un domingo en su página central, cuando aun esta edición española no había arribado a nuestras costas. ‘¡Vaya!, debe ser interesante’, me dije. Apenas tuve noticia de su llegada, lo fui a buscar –hipotecando parte de mi vivienda, dicho sea de paso-.
            Mariano Mastandrea es un escritor que ha publicado una novela titulada Una eternidad la cual, por razones de índole comercial, de marketing o simplemente de oferta y demanda, ha terminado sus días en una mesa de saldos de nuestra Avenida Corrientes, famosa tanto por sus librerías como por sus salas de espectáculos. Entre decepcionado y molesto, Mastandrea se pasea diariamente por allí como por el resto de la ciudad, intentando descubrir a alguien que esté leyendo su libro para tener su opinión. Recorre distintos barrios y parajes por este motivo, rayano en la obsesión, hasta que un día, en una línea de subterráneos, da con una joven y bonita mujer que porta en sus manos un ejemplar del mismo. La persigue y aborda en un banco del Jardín Botánico cuando ésta se dispone a leer, sin más presentaciones que la de ser el autor del libro y querer saber por qué lo lee. A partir de allí se entabla una relación entre escritor y lectora, que se convierten en pareja. Al menos, mientras Camila Pereyra –conocida como ´La loca de los libros’- concluye con la lectura de la novela.

Becerra en Plaza Sarmiento, San Martín de los Andes, Neuquén, Argentina

            Lo interesante del texto es cómo Becerra entrelaza la ficción y la realidad de ambos personajes, haciendo continuas alusiones al libro de Mastandrea, de manera que las personas físicas terminan siendo personajes de la narración. Por otra parte, demuestra admirable ejercicio en la composición de sus psicologías, pues a un autor depresivo y ensimismado, que solo cree en el fracaso como destino del arte, le contrapone una lectora crítica que vive con sus padres, desprejuiciada y obsesiva, quien sólo ve por -y a través de- la literatura, último bastión de una realidad efímera y banal.
            Becerra también hace uso del arte en beneficio del texto, incluyendo el análisis de una serie de cuadros de Edward Hopper en los que las mujeres leen –o hacen que leen-, con los que Camila decide decorar el departamento de un ambiente y escasa ventilación en el que vive  Mastandrea. Así, le confiere al relato mayor profundidad y riqueza, pues los va vinculando con lo que sucede entre sus protagonistas.
            Finalmente, el estilo coloquial de la narración, unido a su dinámica ágil y amena, hacen del libro una lectura entretenida que no elude reflexiones filosóficas sobre la literatura, el arte, el amor y el placer. Y deja abierta la puerta para el debate –eterno- sobre quién resulta más importante: quien lee o quien escribe.

Marcelo Zuccotti

8 comentarios:

  1. Pues sí; a primera vista, parece interesante. Lo comparto y me lo apunto. Gracias por presentármelo.

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    1. Tiene algo de reflexión y algo de divertido, Offus; por eso me parece recomendable. Ojalá lo disfrutes tanto como yo. Besos.

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  2. Seguimos coincidiendo y lo mejor de todo es que es un autor que no conozco así que al interés se añade un nuevo descubrimiento... y es que me gusta todo lo que cuentas, espero no tener que hipotecar la casa jajaja. Un abrazo Marcelo :)

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    1. No te preocupes, Yossi. Yo tampoco había leído nada de él hasta el momento. Entre nosotros, saqué un crédito a 10 años... Un fuerte abrazo para ti.

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  3. Quiero este libro!!! Ya! Creo que es de los míos, además has dicho algunas palabras mágicas como lectora, Hopper, y esa portada es preciosa. Voy a buscarlo ya.
    Besitos entusiasmados

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    1. Todo el libro es sugestivo, y la combinación entre autor y lectora... pues, resulta muy divertida. Si a eso le agregas la descripción de los cuadros de Hopper, no tiene desperdicio, Norah. Ojalá te resulte tan empático como a mi. Besitos esperanzados.

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  4. Vaya, pues no lo conocía de nada, pero tiene una pinta estupenda el libro. Me lo apunto para buscarlo porque parece de mi estilo.
    Gracias por el descubrimiento
    Besos

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    1. Yo tampoco! Eso es lo bueno. Y solo leí un comentario en un periódico dominical! Nada tienes que agradecerme; hoy por mi, mañana por ti! Besos para ti.

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