Tusquets, 2013
Fue
uno de los libros elegidos por Norah para el pasado año y lo apunté al final, no
cuando publicó su reseña. Se la leía tan convencida de la historia que no me
quedó otra opción que hacer la experiencia, aun con cierto grado de
escepticismo dado lo trillado del tema.
Chihiro y Nakajima rondan la treintena. Ambos
viven en Tokio solos, en sendos apartamentos separados por una calle; un buen
día comienzan a saludarse y a entablar cierto vínculo de amistad. Ella, una
muralista que empieza a ser reconocida en el medio; él, un genetista que
prepara su doctorado con intención de viajar a París para ahondar sus
conocimientos en la especialidad.
Tienen en común la pérdida de ambas
madres. Para Chihiro, supone un motivo de alejamiento de su pueblo natal,
puesto que al no haberse casado sus padres y ser hija natural, nada hay que la
ate al terruño, ahora que la figura deletérea de su madre ya no está. Para
Nakajima, la muerte de su madre es aún peor, dado que ella encarnaba la
presencia absoluta que todo niño necesita de confiar en su rescate, en
situaciones extremas. Así, el texto estructura una relación entre jóvenes
independientes, exitosos a su manera, que arrastran la necesidad de elaborar
sendas relaciones con sus progenitoras.
Chihiro nos va relatando lo que le
pasa a medida que transcurren los hechos, sin omitir sentires y pesares. El
descubrir la atracción que ejerce la naturaleza desgarbada e inasible de
Nakajima, se superpone con la necesidad de éste de sentirse acompañado. De allí
que ambos decidan convivir amigablemente. Pero Nakajima es dueño de un oscuro
pasado, que sólo será develado al final del texto.
Unos personajes amigos de Nakajima,
que viven en las cercanías de un lago, se transforman en el elemento
desencadenante del relato, confiriéndole al mismo ciertos ribetes mágicos y
místicos.
Fluido, con modismos propios de la
edad, una mirada descarnada y realista pero sin muchas expectativas respecto
del vínculo entre ellos, ambos personajes deambulan entre el presente y ese
pasado que requiere una mirada nueva, que trascienda una relación marcada por
la omnipresencia de la figura materna, para así poder crecer y dejar de lado el
cordón umbilical que los ha unido a ellas por razones bien distintas.
Es un libro al que se le puede
extraer el jugo cuando nuestra situación es de extrema vulnerabilidad; cuando sentimos
que todo nos aflige. Para otros momentos, es un buen libro sin más.
Duro, duro se me antoja por lo que nos cuentas. Evoca "La intrusa" de Faye, creo que no solo por la ambientación. Los japoneses son muy solitarios, según dice mi amiga japonesa.
ResponderEliminarsaludos
Entonces debo ser japonés, aunque mis rasgos no lo demuestren. Me gusta el realismo mágico cuando es un elemento más, no cuando se convierte en el nervio central de la novela.
EliminarEs un poco duro, pero imagino que vale la pena pegarle una leída.
Un abrazo, Agnieszka.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe declaro culpable. De la extrema vulnerabilidad sobre todo y de fragilidad, en especial con esta autora que tanto me gusta por su sensibilidad. Y porque me atraen las relaciones como esa, bien maceradas más que las impetuosas y arrebatadoras del tipo "te veo y resulta que eres todo lo que he estado esperando en mi vida". Aun así lo calificas de buen libro para cualquiera y me alegro.
ResponderEliminarUn beso frágil.
Tampoco yo creo en esas escenas de arrebato que tú tan bien narras, Norah. Al menos, no a esta altura...
EliminarDe lo que sí puedo dar fe es de tu sensibilidad. Y aprecio tu propuesta. Me parece un libro para momentos de introspección, íntimos.
Gracias por allegarme/ allegarnos un buen libro.
Un cálido abrazo para vos.
Ja! Parece que es el momento adecuado para que yo lo lea :) Lo tengo anotadísimo desde que Norah lo compartió, pero luego el tiempo decide. Me da un poco miedín lo de la vulnerabilidad. Ya veremos.
ResponderEliminarUn abrazo
Ojalá sea de tu agrado, Ana. Lo cierto es que exhibe dos maneras distintas de elaborar la relación con la propia madre nada despreciables. Por otro lado, expone un forma de vínculo entre jóvenes que, sin ser audaz, al menos es bastante realista y actual.
EliminarOtro abrazo para ti.
Me gusta el análisis que haces, Marcelo, yo también sucumbí a tomar nota de Norah. Ahora bien, lo de las pérdidas lo estoy gestionando y necesito un respiro, en fin, que con o sin vulnerabilidad espero sacarle jugo.
ResponderEliminarBesos
Tiene mucho de análisis del vínculo materno, tanto de cómo se establecen las relaciones entre jóvenes hoy. Lo que en ambos casos es ausencia, se vive de manera diferente. Sostengo que está muy bien, aun cuando las pérdidas -sobre todo si son recientes- nos han de sensibilizar al leerlo.
EliminarGracias por darte una vuelta, Marilú!
Un beso grande.
Me gusta la sensibilidad a la hora de relatar y de construir una relación pausada a la japonesa. A veces su excesiva minuciosidad y lentitud me desbordan, pero me gusta lo que dices de la obra. No conozco a la autora, así que es otro incentivo.
ResponderEliminarAbrazos!!
Pues agradécele a Norah que fue quien lo ha descubierto. Yo solo seguí sus pasos, como habitualmente hago con otros tan buenos lectores como tú, U-to. Eso sí, bien japonés; con el tempo apropiado.
EliminarUn beso grandote!
Me encanta la literatura oriental (ya sabes que soy auténtica fan de Murakami) y por eso me atraen tanto los autores japoneses... A éste ni le había oído nombrar (creo que se me habría quedado grabado, por lo de Banana, ahora sí que no lo olvidaré, porque además te ha parecido un buen libro. Tu reseña me ha encantado y tu forma de contarlo
ResponderEliminarUn besote
Sí, es un buen libro. Y trata sobre vínculos madre-hijo/a y de pareja joven bastante actuales. Gracias por pasar y por tus líneas; a veces me equivoco y acierto en las mías.
EliminarUn beso grande, Marian.
No lo conocía, pero me gusta. Me atrae ese concepto de vulnerabilidad del lector ante la letra. Creo que puede ser mi momento. Lo buscaré
ResponderEliminarGracias por el aporte y besos
Espero que lo encuentres y disfrutes, S. Gracias por darte una vuelta.
EliminarUn beso.
Banana Yoshimoto es una de mis deudas pendientes y cada reseña que leo me da cuenta de lo que me estoy perdiendo.
ResponderEliminarBesos!
Es mi primera experiencia. Rescato la fluidez de su narrativa. Habrá que encarar otros títulos.
EliminarUn abrazo.
Marcelo:
ResponderEliminarme ha gustado lo que cuentas, aunque me imagino que debe uno tener el estado de ánimo apropiado para leerlo y no querer cortarse las venas ;) lo dejo apartado para el verano (tiempo en que no nos queremos cortar las venas porque nos vamos al mar jijiji como bien dice la canción: "en el mar, la vida es más sabrosa, en el mar, todo es felicidad...").
un beso,
Ale.
Me resultó más 'depre' Tokio Blues que éste. Si estás con la guardia baja, es posible que lo disfrutes más. Sobre todo tú, que al ser más joven, puedes interpretar mejor a los protagonistas. Coincido, déjalo para el mar.
EliminarUn besito.