domingo, 20 de abril de 2014

Sin mañana. La carretera, Cormac McCarthy


Mondadori, 2007

            No recuerdo la razón que me llevó a interesarme por este libro, pero en un suelto aparecido en una revista dominical se lo ponderaba; era el ganador del Premio Pulitzer 2007. Seguramente lo elegí para esclarecer la dicotomía: ¿es meritorio el galardón, o se lo promueve a raíz del mismo?

            Hemos pasado por todo; por dos guerras mundiales –bombas atómicas incluidas-, alguna doméstica –que prefiero no recordar-, la Guerra Fría y otras sin tanto renombre y sin embargo seguimos aquí. La Tierra, como sabemos, no explotó, no se desintegró ni desmaterializó. Por consiguiente, rescato que nos resta un cierto grado de cordura y sentido común para seguir alentando la ilusión de que este mundo mejore. Entonces, ¿por qué impregnarme de angustia y desespero?, ¿acaso no tuvimos ya bastante en este siglo que pasó?

       Adquirí nociones elementales sobre lo que nos podría suceder si decidimos exterminarnos de la faz del planeta como raza, condenando a los demás seres vivos a acompañarnos en nuestro propio holocausto. Me basta con ponderar los post - efectos de una Guerra Nuclear, el tan temido ‘invierno nuclear’ que hace muchos años Carl Sagan se encargó de divulgar a los mortales a través de sus investigaciones y conjeturas. No me siento preparado para asumir el protagonismo de ser uno de los pocos supervivientes a la desaparición de la vida tal como la conocemos.

            McCarthy intenta convencerme de que no hay salida. ¿Qué pasa contigo si nada de lo que conocías queda en pie? Ni familia, amigos, trabajo… NADA. Ya no existen fábricas de producción, no queda alimento disponible y la radiación residual todo lo contamina y lo condena a muerte. La ceniza es la reina heredera de los otrora seres vivos. En medio de esta situación extrema, ¿qué haces con tu hijo de pocos años?, ¿lo asesinas o te lo comes? He ahí el dilema de este deprimente libro.

         No solo la descripción del autor promueve un relato desesperanzador; su estilo descarnado impide cualquier intento de fuga y su naturaleza quirúrgica refuerza la sensación de agobio. No hay dónde ir. Es un presente sin mañana. En medio de esta circunstancia, un padre y un hijo se debaten en la manera de alargar sendos tiempos de vida. Ambos, con las pocas cosas que pudieron rescatar de su lugar de origen y con aquellas que podrán encontrar a lo largo de su periplo, enfilarán hacia el sur en busca de otros vientos que traigan nuevas oportunidades, nuevas esperanzas si es que alguna queda. Ambientado en los E.E.U.U., la propuesta es desoladora.

            Imagino que el autor ha intentado transmitirnos las posibles consecuencias de un exterminio tan descabellado como absurdo. Y lo hace con gran eficacia, de manera que apuntemos los riesgos reales que como género humano habría que asumir si decidimos autoeliminarnos por esta vía. Mas el producto final no resulta grato, ni en su contenido ni en su mirada. Respeto la claridad y concisión de las rotundas imágenes que utiliza para esos fines, pero la angustia que genera no lo hace apto para lectores sensibles. No obstante, cumple bien su misión y justifico su crudeza y brutalidad si el objetivo es que sirva de advertencia.

            Pero hay algo más. McCarthy nos inquiere sobre qué posición tomaríamos si el mundo se acaba mañana. Mas la pregunta no es inocente: su formulación tanto como sus páginas huelen a miedo. El miedo de quien ha tomado conciencia de que es vulnerable. Adiós omnipotencia de ‘the Estates’. Adiós al ‘estado gendarme’. Ese miedo en el pensamiento de Cormac se vuelve transparente: “En cualquier momento, se nos abalanzan y ‘nos la dan’. Este ya no es un lugar seguro. ¿El mundo? No, nuestro mundo, los E.E.U.U. También nosotros podemos desaparecer. De hecho, tengo la sensación –real- de que estamos primeros en la lista. Entonces, mejor es enmascarar nuestros miedos y exponerlos como ‘causa de la Humanidad’, tal cual lo hacemos desde Hollywood. Seguimos siendo los ‘buenos chicos’, ¿recuerdan?”

                No, no son los buenos chicos. Y lo que han descubierto desde el 11 de Setiembre de 2001 es algo con lo que todo el resto del mundo hemos vivido después de Hiroshima y Nagasaki. Bienvenidos al club. Tus causas, Big Brother, no son las nuestras. De la misma manera que ‘Twelve Years a Slave’ sólo puede ser premiada en tu país pues, afortunadamente los negros, los chinos, los musulmanes, los hispanos y todo aquel extranjero que oficie de distinto, para éste y otros muchos países siguen siendo lo que son: personas. Ya tenemos bastante con intentar ser nosotros mismos como para que nos involucres en tus objetivos. Gracias, pero esta vez pasamos. 

6 comentarios:

  1. No estoy en absoluto de acuerdo con lo que dices pero he disfrutado muchísimo de tus reflexiones, yo no las aplicaría a la novela de McCaerthy porque extrapolo a otros países, se puede hacer perfectamente, McCarthy no especifica más lugares que el interior y la costa, a la que se dirigen por ser el clima allí más benigno. Hay mucho que analizar, la entrada que has hecho se presta a debate pero McCarthy ni siquiera especifica nombres- son padre e hijo- imposible saber de donde son.

    Por otra parte, tú tomas la nacionalidad del autor y en ella sitúas el libro, me parece que es tu manera de leerlo, de hecho te ha dado para unas magníficas reflexiones que agradezco haber leído pero que yo, por la opción que tomo como lector, no sitúo como tú. Y reitero que tu exposición es magnífica. Un fuerte abrazo.

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  2. Podemos disentir en todo lo que quieras, Yossi, porque seguramente has hecho una lectura diferente. Puede que no diga exactamente EEUU, pero van hacia el sur porque los corre el frío -hemisferio norte- y van hacia la costa esperando alguna embarcación desde el otro lado -no se si no dice hacia el este en algún lado...-. Podría modificar mi visión del tema en cada párrafo, si hubiera una lectura consensuada del texto, entre varios. Pero no modificaría una coma de mi reflexión final de los dos párrafos finales.
    Si quieres, podemos debatirlo por línea privada, para no ocupar espacio. Gracias por tus líneas y por tu buena disposición a construir un debate serio. Un fuerte abrazo para ti!

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  3. Me he quedado sorprendida con tu lectura de La carretera. No identifiqué en ningún momento que fuera EUA y siempre lo leí como una advertencia universal. La humanidad nos estamos jugando hace mucho el Planeta, cierto que hay países (los industrializados) más responsables que otros en el orden ecológico, pero las guerras (por territorios y/o (in)civiles) y la destrucción están distribuidas por todos los continentes.

    McCarthy construye una distopia factible con graves dilemas éticos. Sobre todo desde la Ilustración hemos construido y confiado en la posibilidad de Utopías, de mundos mejores, pero la realidad parece indicar que hay otra posibilidad, Distopias, mundos peores. La historia no avanza siempre en el sentido del progreso como muchas ideologías, que arrancan de la Ilustración, pretenden demostrar.

    Cormac McCarthy es uno de mis escritores favoritos, tengo algunas obras reseñadas, entre otras ésta que admiro mucho.

    De todas formas tu reseña es una muestra de las muchas lecturas que puede provocar una misma obra.

    Besosssss!!!

    Pdt: Lee Suttree, por ejemplo.

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  4. Comparto el carácter de advertencia que señalas, y en eso la obra resulta señera. Si con esto no te conmueves, pues... Tomé a USA como ambiente por lo de ir hacia el sur y hacia el este, aunque bien podría ser cualquier punto del hemisferio norte, restringido a aquellos países con capacidad nuclear, única posibilidad hasta el presente de producir holocausto semejante, si bien los efectos pueden extenderse y cualquier punto del planeta puede volverse un objetivo militar.
    Por otra parte, tengo claro que el positivismo -base de las ciencias duras- es frecuentemente negado en los hechos. Como tú dices, la historia avanza de manera distinta que el progreso. Diría más en espiral que de manera lineal, y hasta se da el lujo de retrocesos momentáneos.
    Pero estoy casi convencido de que los (primeros) destinatarios de sus líneas es su propia gente. Y si bien los dilemas éticos que comentas están a la vista, para mi lo trascendente ha sido el planteo de la vulnerabilidad a la que estamos sujetos como género humano. Sólo que su pueblo empezó a asumirlo a partir del atentado a las Torres. Y es ese miedo el que impregna las páginas.
    Pero ésta ha sido mi interpretación primeriza; seguro que hay muchas otros elementos que analizar, los que dejo para lecturas posteriores.
    Un beso grande!

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    1. Yo, Marcelo, le di muchas vueltas a esta historia porque me parece que plantea un punto de partida que se debate desde la Ilustración y Rousseau: ¿el hombre es bueno por naturaleza y lo pervierte la sociedad? ¿O esa es una visión muy optimista del ser humano? ¿Son las condiciones las que crean la maldad o ésta es una opción ética libremente elegida por cada ser humano?. En La carretera, en las mismas condiciones, unos son depredadores para los otros seres humanos y otros mantienen lo que hace a éste llamarse como tal. No hace falta la ficción, el nazismo durante la guerra dio oportunidades para elecciones éticas. Muchos (Eichmann como relata Hannah Arendt) se refugiaron en que cumplían órdenes (y otros miles de excusas) y que por tanto de nada eran responsables: la banalidad del mal. Como ves, demasiados interrogantes y posibilidades de reflexión. Yo fui por este camino.

      Muchos besossss casi ya en el aire :))

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    2. Pues sí, estos interrogantes se incluyen en el texto y creo que hay una no tan velada crítica a esa visión positivista del ser humano. Yo enfoqué la mirada en el otro aspecto; pero sin duda que el cuestionamiento ético transita las páginas. Soy de los que piensan que en las situaciones tan extremas como las que plantea McCarthy sólo aflora nuestro peor perfil; cuando la supervivencia está en juego volvemos a nuestra básica esencia: nos convertimos en animales. Y es nuevamente el miedo el protagonista principal. Por miedo nos callamos -como los españoles durante el franquismo, como tu me lo has señalado-; por miedo aquí tenemos una Ley de Obediencia Debida -la que permitió amparar a los genocidas del 'Proceso' con el mismo argumento que Eichmann-, etc. Creo que el tema da para un debate más amplio, café de por medio, ¿no crees? Nuevamente, gracias por tus líneas. Buen vuelo! Besos para ti.

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