Alfaguara, 2013
Dos
fueron los motivos para adquirirlo, a saber: el autor es nicaragüense, un fiel
representante de las letras centroamericanas de las que no he leído casi nada
y, además, me lo ofrecían por mucho menos de su valor de mercado en una tienda
de libros usados. Éste, sin embargo, era nuevo. Desconozco los pormenores de
cómo llegó hasta allí, pero no dudé a la hora de decidir.
El libro compila una docena de
relatos que tienen como ambientación la cultura tropical de los países de la
región, abarcando Nicaragua –principalmente-, El Salvador, Costa Rica y Guatemala,
incluyendo observaciones de trasfondo mexicano.
Una reunión entre un hombre y su
conciencia; los problemas conyugales entre un tragafuegos y su esposa ecuyere; las alternativas de una
pandilla de dos; el triste fin de un ex-guerrillero; la aparición del diablo en
una pareja de novios de cierta edad y hasta la posible presencia de un Judas moderno
en medio de un museo, entre otros tópicos, son los elementos constituyentes con
que Ramírez despliega su arte basado en propuestas insólitas, transformando un
hecho cotidiano en un fenómeno poco usual.
Con buena dosis de humor, cierta
pizca de ironía, algo de realismo mágico y sutiles toques de deja vu, esta colección entretiene a la
vez que expone la realidad de estas sociedades, que se debaten entre la
desidia, el hábito y las ilusiones de un futuro mejor. Sus protagonistas son
héroes de barro, personajes de un origen casi barrial, sin aspiraciones de fama
ni veleidades de divos, que asisten a los hechos que conforman sus vidas como
espectadores, sin poder imprimirle un giro que los conduzca hacia donde desean.
De estilo coloquial, con buena
dinámica y óptimo contrapunto en los diálogos, cada uno de los cuentos resume
una identidad social que mucho tiene que ver con secretos a medias, conflictos
personales y una forma de ver la vida entre cómica y trágica. El conjunto se
lee rápido, dejando un sabor alegre.
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