lunes, 7 de octubre de 2024

Historias patagónicas. Falsa calma, María Sonia Cristoff

Booket, 2014

I.

               Poco antes de iniciarse el año en curso, una lectora voraz en una geografía distante informó cuáles habrían de ser sus lecturas, y participó al grueso del grupo lector, de manera de compartir -con aquellos que se animaran- algunos títulos de la lista. Recogí el guante con este libro de Cristoff, de quien nada había leído, pero tenía el ejemplar. La actividad tuvo lugar poco después de una reedición de otro de los títulos de su autora.

II.

                Este libro se abre con un prólogo a cargo de la propia Cristoff en el que intenta desbrozar las diferencias entre libros de crónicas, historias verdaderas y de no ficción, que ella entiende no se superponen. Habiendo nacido en la Patagonia argentina –una región sureña bastante desolada, lejos de los mayores centros pujantes del país-, se había ido a Buenos Aires y decidió volver a la tierra que también fuera la de sus padres, para recabar historias de vida.

III.

               Pareciera existir una contradicción prístina en la Patagonia: un territorio de gran extensión prácticamente deshabitado -que fuera La Meca para criadores de ganado ovino y tierra de promisión para colonos extranjeros, fundada en la explotación petrolera- donde sus actuales pobladores reclaman ser incluidos en políticas públicas que fomenten el desarrollo regional y el arraigo de los jóvenes, quienes tienden a migrar en busca de mejores perspectivas de progreso.

IV.

                El dueño de un quiosco -que también vende pasajes para cuando los ómnibus se dignan pasar-; un enamorado de los aviones que terminó radicándose; un novicio que duda de tomar los votos y abandonar a su novia; una mujer que usa su taller de hilado para recuperar a las mujeres mapuches de la dominación masculina son algunas historias que matizan el recorrido entre Cañadón Seco, El Cuy, Maquinchao, todos pequeños pueblos perdidos a lo largo de una meseta en la que Eolo, el rey de los vientos, ejerce tiránicamente su majestad.

V.

               Escrito en un estilo testimonial, donde las leyendas locales se alternan con lo que le ocurre a la narradora mientras se nutre de las mismas –la mordedura de un perro; dormir en una cucheta con alumnas pupilas de una escuela, etc.-; con descripciones precisas y personajes únicos en paisajes extraños, Cristoff compone un fresco de la vida cotidiana de aquellos que se sienten ajenos a la mano de Dios. Mención aparte merece la visita a Las Heras, donde tuvo lugar una serie de suicidios juveniles –y que brindara a la periodista Leila Guerriero el material para su libro Los suicidas del fin del mundo-. Un libro que permite tomar contacto con una realidad muy alejada de la tecnología, la vida en centros urbanos y donde el tiempo parece transcurrir a otra velocidad. Más que recomendable.

 

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