jueves, 23 de febrero de 2012

La conversión del hijo pródigo. El mago de Lublin, Isaac Bashevis Singer


Plaza y Janés, 1979

            Yasha –Jacob- Mazur es un buscavidas, un contorsionista que se gana la vida como “mago”, recorriendo las distintas aldeas y ciudades de Polonia. De origen judío, aunque no practicante, tiene su residencia en Lublin y vive junto a Esther, su esposa, que no ha podido engendrar descendencia. Pasa gran parte de su vida saliendo de gira, con lo que se ausenta varios meses de su hogar.
            Pero Yasha no es solo un ilusionista; su joven asistenta Magda es también su amante, y la madre de ésta permite la relación a sabiendas de ser un hombre casado, porque el trabajo con él es la única fuente de ingreso familiar. A su vez, Yasha se rodea de gente de mal vivir, ladrones en general, con quienes se solidariza toda vez que puede. Debido a eso, traba relación con Zeftel, la pareja de un preso, con quien también mantiene un romance. Y como si esto fuera poco, en uno de sus viajes se enamora de la viuda de un profesor -quien además tiene una hija- y a las que promete un futuro mejor junto a él.
            Así, la necesidad de dar conformidad a los deseos de todas sus mujeres lo conducen al delito. Fracasado en su intento, una lesión remanente le impide presentarse a escena y entonces, sobreviene la tragedia cuando su asistenta decide suicidarse.
            La detallada descripción de la vida del personaje principal, sus vínculos y sus meditaciones hacen de la novela una pintura del típico judío, que se debate entre el gnosticismo y la práctica de su religión. Es esta lucha interna la que va cobrando importancia al transcurrir las páginas, al verse el protagonista sometido a las inclemencias que supone una vida sentimental tan azarosa  como compleja. Hacia el final, el relato se resuelve en una conversión no exenta de cierto misticismo.
            Un párrafo aparte merece la inclusión de un personaje de tercera línea; un tratante de blancas que capta mujeres incautas y las lleva con promesas de fortuna nada menos que a Buenos Aires. Indudablemente, Singer debe haber conocido tanto la ciudad como la historia de la Zwi Migdal, una empresa dedicada a la prostitución en los años ’40.
            Es un libro algo denso, con poca fluidez y por momentos rayano en el aburrimiento, pero es probable que la colectividad judía encuentre en su contenido un fiel reflejo de la vida y las reflexiones de aquellos que se encuentran en la diáspora.

Marcelo Zuccotti

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