Sudamericana, 1995
Esta anécdota empezó en 1987, cuando un amigo de entonces me regaló un ejemplar de este libro. Al encararlo por primera vez, la confusión en que me sumían los personajes, cuyos nombres perduran a través de las generaciones, me desanimaron y terminé por abandonarlo. A los pocos años insistí nuevamente, pero me aburría o me quedaba dormido. Lo cierto es que lo presté y nunca más volvió. En 1995, se anunciaba esta colección de la casa editora que incluía el título como estandarte, con lo que volví a comprarlo, dispuesto a enfrentarme a él. Tras varios intentos frustrados, a principios del año en curso me dije ‘si leíste el ‘Ulises’ de Joyce, este libro no debiera ser un problema’. Después de 25 años dando vueltas, lo leí de un tirón. ¡Ya era hora!
Aquí se narra la historia de la familia Buendía, desde que José Arcadio funda Macondo, el singular pueblo donde transcurren los hechos, hasta que el último de sus descendientes desaparece, junto con la casa, poco más de un siglo después. En gran parte del texto conviven padres, hijos y tatarabuelas más que centenarias con una serie de vástagos y entenados.
Las interpretaciones posibles son infinitas. Basta con acudir a la Red para encontrar muchas de ellas. Desde una que supone a la novela como la creación del mundo y el acontecer de la humanidad, hasta la que refleja nuestra vida posmoderna. Lo cierto es que cada lector debiera hacer su propia experiencia y rescatar para sí aquello que le resultó significativo al igual que en cualquier otra lectura.
En mi caso, existen elementos que hacen del relato algo trascendente. Uno de ellos es la coexistencia real de muertos y vivos, capaces de entablar diálogos entre ellos. Otro, la alegoría de la conversión de Macondo en un “pueblo bananero”, a merced de la expoliación y desparpajo de los intereses económicos de una empresa y que una vez esquilmado vuelve a su pobreza habitual. Uno más, es el hecho de descubrir que la historia estaba escrita desde el inicio en un pergamino y que sólo concluye cuando el último de sus personajes puede comprenderla. En fin, un libro complejo, pasible de varias lecturas en distintos planos, en el que siempre será posible encontrar guiños al lector, referencias a otros textos, mensajes y enfoques nuevos cuando se lo intente releer.
Por último, considero que ha sido el estilo literario el que muchas veces me impidió la conclusión de su lectura en tantas ocasiones previas. Particularmente, el texto se me ha vuelto algo cansino y denso promediando sus páginas. No me resultó todo lo fluido y dinámico que hubiera necesitado para proseguir con el desarrollo de la trama, y en esa lentitud creo que se encuentra el origen de la causa de mis abandonos. Por supuesto, el maravilloso final, tan profundo como poético, justifica todas y cada una de las páginas anteriores; solo que yo le hubiera quitado algunas. Pero entonces, correría el riesgo de no poder cumplir con los cien años del título. Un muy buen libro, para leer con tiempo.
Marcelo Zuccotti
Hola Marcelo. A mi también me ocurrió algo curioso con esta novela: un dia intenté leerla y la abandoné (me aburría mucho). Como la tenía por casa, al cabo de algunos años y aprovechando una de esas ocasiones en las que (antes de trabajar en la biblioteca) no sabía ni tenía nada que leer, la volví a coger. Y para mi sorpresa la leí de un tirón y lo mejor de todo: me pareció una obra maestra, un libro excepcional por lo que cuenta y por como lo cuenta.
ResponderEliminarTodavía no sé que pudo pasar aquella primera vez frustrada, pero me alegro de haber vuelto a intentarlo.
Besos
Casi como yo, Marian! Sólo que anduve dándole vueltas más veces. Sin dudas, no estaba preparado para enfrentarla en aquellos momentos y sí ahora. También me pareció muy buena al concluirla, con mucho de poético y con cierto encanto de ese 'realismo mágico' que atraviesa todas sus páginas. Gracias por contar tu anécdota. Besos para ti.
EliminarHola, Marcelo. La verdad es que aún no me atrevido con esta novela; soy una persona de novelas cortas (o regulares). No obstante, también es cierto que tengo en la estantería algunas que me apetecen mucho, pero que, por su extensión, no me atrevo. Creo que es como dices: llegará un momento en que estaré preparada para leerlas de un tirón. Un abrazo,
ResponderEliminarHola, Marisa! Si supieras cuántas obras que superan ampliamente las 700 páginas tengo esperando para ser leídas... Me pasa como a ti; el sólo verlas me cohibe un poco y termino por elegir otras, generalmente más breves. Y no sólo en la literatura; pasa con la vida. A veces estás preparado para algo que mucho tiempo antes no podías abordar y le ha llegado el momento. Una combinación de factores diversos: madurez, experiencia, disposición de ánimo... Besos para ti.
EliminarHola Marcelo,
ResponderEliminarA mí me parece más sencillo que el Ulises y además me parece fascinante. Lo he leído dos veces y lo volveré a leer muchas más, es uno de mis libros favoritos, la última frase se queda clavada como un puñal, no se olvida jamás. Es la mejor obra del realismo mágico sin duda. Aquí en España todos leemos la edición de Cátedra que contiene muchas notas, aclaraciones y sobre todo un a´rbol genealógico imprescindible... esto ayuda mucho. Un abrazo :)
Lo que digo del 'Ulises' es que, si pude con él, pues no tendría que tener problemas con éste; ha sido una forma de autoalentarme. Por otro lado, no es fácil de encontrar la edición de Cátedra aquí. Pero tomaré en cuenta tu sugerencia. Un fuerte abrazo, Yossi!
EliminarNo sé, un cuarto de siglo para un sólo libro a lo mejor es mucho y mira que tengo paciencia pero...De Gabriel leí El amor en tiempos del cólera y me gustó mucho pero este no sé.
ResponderEliminarBesitos
Bueno, ésa ha sido mi experiencia. Seguramente, yo no estaba para abordar su lectura. Tengo varios de Gabo esperando, así que en cualquier momento encaro otro. Besotes, Norah.
EliminarUf, podría escribir mi propia historia de lectora usando como hilo conductor este libro. mi madre hizo su tesis universitaria con el , de modo que lo amó siempre. Me fue "presentando" a Garcia Marquez a través de una serie de novelas mas cortas, todas ubicadas en Macondo ("Isabel viendo llover en Macondo" La Hojarasca" "La Mala Hora") Finalmente me dio la novela, que leí apasionadamente. Todo esto fue mientas iba al secundario (y también agotaba la obra de Vargas Llosas, Sábato, Scorza). Después la releí entera dos veces y por partes infinitas veces. Siempre las lecturas fueron diferentes, me decian algo diferente acerca de mi misma.
ResponderEliminarCuando conocí a mi marido y empecé a leer a los norteamericanos, fue como que si algo se rompiera dentro mío. Hace tiempo me cuesta horrores leer cualquier cosa del boom latinoamericano(no así las nuevas generaciones), los encuentro barrocos y farragosos.
... Son como un ex novio literario...pero nadie me quita el metejón que una vez tuve con ellos...
La experiencia de mi familia es algo distinta. A mi madre se le antojó 'Vivir para contarla', libro que le regalé para su cumpleaños hace ya varios años. 'Una porquería' fue su rotunda opinión. 'Rayuela' jamás lo pudo concluir, la poética de Borges siempre le pareció densa -y por momentos indescifrable- y lo latinoamericano le tuvo sin cuidado durante largo tiempo. Tango algunos otros títulos de Gabo para leer; quizás lo mío fue más pretencioso, iniciándome en algo más complejo. Tal vez debí proceder como vos, Vale, pero nadie me lo advirtió. Este libro me gustó mucho... una vez que le encontré el gusto!. Besos para vos y Zoe.
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