Anagrama, 1998
Había leído algo acerca de la obra del autor cuando, en un puesto de libros usados sito en un parque, me puse a hablar con el librero una tarde de domingo y, entre otros menesteres, vaya sorpresa, tenía disponible un ejemplar de esta novela –que él mismo, en posesión de otro volumen no había leído-. Al pasar el tiempo, viéndonos periódicamente, nos fuimos preguntando recíprocamente sobre su lectura, con respuesta negativa de ambos. No quise esperar más.
Cuatro condenados a muerte comparten su última noche en el calabozo de una fortaleza ubicada en una isla de la que resulta imposible escapar. Todos ellos, miembros de una conjura, han intentado fallidamente atentar contra la vida del rey y han sido capturados. El responsable del cadalso les ofrece un salvoconducto: serán hombres libres si cualquiera de ellos escribe el nombre real del jefe de la conjura, que responde al epíteto de Padreterno. Para ello, arbitra un mecanismo de sufragio de manera de impedir conocer al delator. Antes de la ejecución, él vendrá por la urna para conocer su contenido.
Acompaña a los reos –un aristócrata, un poeta, un estudiante y un soldado- un falso fraile que, habiendo padecido la tortura, será ejecutado junto a ellos la mañana siguiente. Es éste quien propone contar una historia que merezca ser narrada y que de sentido a sendas vidas, para abordar con hidalguía las largas horas de vigilia que preceden el final.
Ambientada en el siglo XVIII en territorios borbónicos, en estilo coloquial y fluido, Bufalino se permite cuestionarnos acerca de la validez de la verdad. ¿Cuánta verdad hay en cada uno de esos relatos? ¿Son parte de la vida de sus protagonistas o tan solo sombras ficticias que sus febriles mentes han construido para confundir o entretener a los presentes? ¿Dónde concluye la verdad y dónde comienza la ficción? ¿o es que nada es real? Acaso no sea más que un juego de espejos, en el que ser y parecer intercambian sus roles. El contrapunto entre los narradores y sus reflexiones en una circunstancia tan extrema da paso a un fantástico final que cierra la novela.
Es un libro breve aunque muy poético, con sólidos personajes perfectamente delineados y descripciones de sentires y emociones propias de seres humanos, que se disfruta mucho y nos deja pensando. Recomendable ciento por ciento.
No lo he leído pero lo que señalas en la reseña me atrae como mosca a la miel así que va para la lista, me gusta lo que cuentas y ya sabes, me fío de tu instinto. Un abrazo.
ResponderEliminarEs un libro que se las trae, Yossi. Parece breve, con una circunstancia desencadente. Pero el cierre final es inesperado y paga todo el libro. Ya sabes, si bueno y breve... dos veces bueno. Un fuerte abrazo.
EliminarÚltimamente me decanto por libros de corta o larguísima extensión,unos supongo para aligerar los otros.Este parece de los cortos pero nada ligeros,y tremendamente atractivo.
ResponderEliminarOtro título que me descubres,Marcelo, y otro que te tomo prestado
Besos
Qué coincidencia, Silvia! Me está pasando lo mismo. He encarado algo voluminoso -que figurará en poco en este espacio- y luego necesité algo breve aunque profundo. Bufalino es un autor casi 'desconocido' para la mayoría de lectores. Sin embargo, ésta construcción es brillante. Ojalá lo puedas disfrutar tanto como yo! Besos para ti.
EliminarNo conozco al autor, así que para mi es novedad total. Lo apunto y voy a ver qué encuentro de él. Lo que dices me atrae. Especialmente ese juego de espejos al modo borgiano ¿quizás?
ResponderEliminarun abrazo!!
Si, Laura. Eso debe haber sido lo que percibí en el relato; hay elementos borgeanos en él. El remate de la historia es tan bueno, que confirma mi idea de que si el escritor tiene un buen final, es posible que tenga un buen libro entonces. Fíjate si encuentras algo de Bufalino; creo que te gustará. Un beso grande.
EliminarDe acuerdo!!
EliminarHay buenas novelas con mal final y queda un mal recuerdo.