Siruela, 1995
Quien
se quedó con él fue mi costado de border
literario; ése que se desplaza bien en finas cornisas en medio de la altura o
sobre cables extensos bien tendidos. Una suerte de equilibrista natural, capaz
de enfrentar textos a los que no muchos acceden o, peor, que ni siquiera les
llama la atención. Pero, ¿no habría nada interesante en el testimonio de un
mongol? Supuse que sí. Esto es lo que hay.
Dshurukuvaa –el propio Galsan-, hijo
de Schynykbai, es el menor de ellos y narra sus peripecias de crecer en el
oeste de Mongolia, en tierra Tuva, a mediados de los años ’50 del pasado siglo.
Sin contar aun con ocho años –edad en que debe abandonar el hogar para ir a la
escuela-, Galsan nos participa de todo el acontecer de su familia y sociedad,
con dotes de crónica, sin juicios de valor ni sentimentalismos.
Viviendo en una yurta, sin otros medios que la crianza de corderos, el trabajo de
los yak y algunos caballos, la vida se desarrolla de manera habitual entre el
collado y las montañas. Su relación con la abuela y sus enseñanzas, una vida en
común con la familia y las tareas cotidianas, son parte de este relato de
características tan ancestrales que sus integrantes se siguen reconociendo
entre ellos por el aroma, contado por un protagonista infantil que dispone de todo
el tiempo para aprehender el entorno en el que vive y sacar sus propias
conclusiones.
Su vínculo con los animales –en
especial, con su perro-; sus tareas pastoriles y su sistema de creencias, que
van quedando atrás al crecer, se acompañan de descripciones de una vida
rústica, sin matices y cuya única aspiración parece ser aumentar el rebaño y
luchar contra el clima hostil, en medio de un paraje que alterna entre la taiga
y la estepa siberiana.
Entre conmovedor y vivencial, el
libro ofrece un buen testimonio de vida en esas latitudes tan desoladas. Fluido,
ameno y coloquial, sus pocas páginas revelan tanta ternura como resistencia
ante la adversidad climática y la incorporación al sistema soviético de
trabajo. Un libro que viene de muy lejos, pero se queda cerca del corazón.
Qué interesante, me gustan esas novelas en las que la naturaleza y el clima suelen ser determinantes. Contado por un niño con acierto, debe ser una maravilla.
ResponderEliminarNo había oído hablar ni del autor ni de la obra. Novedad total.
Abrazos, mi pampero!!
No tiene nada de especial, U-to, salvo que nos allega un estilo de vida que nada tiene que ver con lo que solemos vivir los occidentales. Y en un tiempo donde enfrentar el avance ruso era muy difícil.
EliminarUn beso grande!
Los libros que tratan de la vida en lugares lejanos cultura y geográficamente me atraen mucho. En cuanto a Mongolia, desde hace un tiempo me espera la lectura de dos novelas de una escritora checa enamorada de aquellos lares. A ver cuándo... (la pregunta más retórica imposible). Saludos!
ResponderEliminarMe sedujo particularmente conocer cómo puede ser la vida en otras latitudes, con otro clima y otros hábitos. Ojalá encuentres el momento oportuno para encarar esas novelas, Agnieszka.
EliminarUn beso para ti.
Qué reseña tan concisa y tan magnífica, Marcelo y espero que siga así, que siempre nos traigas estos nombres, me resulta interesantísimo el libro y ya me pongo a buscarlo, me ha encantado tu introducción. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por tus líneas y tu aliento, Yossi. En verdad, estoy bastante cansado de que me quieran vender cosas intrascendentes. Leer no es sólo aprehender sino también visitar otras geografías, tomar contacto con otras identidades. Fue por eso que lo elegí. Ojalá te guste tanto como a mi.
EliminarUn fuerte abrazo!
Voy a investigar sobre este libro, Marcelo, que me ha recordado mucho a una película, Derzu Usala, que creo tiene libro también por ahí, seguramente no tengan nada que ver, pero tu reseña me ha traído esa película. Me llevo pues tu libro y retomo película ;)
ResponderEliminarAbrazo!
Dersu! Tengo una copia del film del gran Akira Kurosawa en VHS! Sí, tiene libro y es relativamente fácil de conseguir en librerías de usados.
EliminarAlgo de esa mística de la estepa siberiana vive dentro de las páginas de éste.
Espero que te guste, si te animas.
Un beso, Ana!