Navona, 2008
Leí
la reseña de Carol de este libro y lo apunté. Poco después, cuando me encontré
con la escritora Selva Almada a través de Claudia Pérez, me llamó la atención
que en un curso sobre literatura norteamericana que pensaba desarrollar
incluyera este título. Desconozco si ese proyecto se realizó, pero en todo caso
me animé a encararlo, como una forma de introducirme al universo Faulkner, a
quien no he leído aun.
El protagonista de esta novela es
Jeeter Lester, un hombre mayor nacido en los campos de Georgia, heredero de una
extensa propiedad -que en épocas de prosperidad estaba destinada al cultivo del
algodón y ahora se halla abandonada, reducida y enajenada-. Él y su
familia se mueren literalmente de hambre, pues no tiene ya nada que ofrecer al
mercado y no está dispuesto a convertirse en operario en las hilanderías de
Augusta.
La indigencia, la escasez de
recursos, el hambre y la ignominia se convierten en escenas de la vida
cotidiana de quienes se han quedado fuera del pujante sector manufacturero,
incapaces de cambiar su modo de vivir.
La novela, publicada en 1932,
resulta así un retrato de época del sur norteamericano después de la Gran
Depresión de 1929, donde el cultivo extensivo ha dado paso a la
industrialización masiva y todos aquellos que se habían criado en los
latifundios no tienen cabida en la nueva estructura productiva.
Lester se encuentra condenado de
antemano a una muerte oprobiosa, puesto que él no puede ir en contra de su
historia, y el adaptarse al medio que lo rodea –incorporándose a la fuerza de
trabajo industrial que recibe un jornal, como la
mayoría de los jóvenes- es algo no solo impensado, sino deshonroso.
Fluido, el libro se lee bien aunque
por sus páginas transiten todo tipo de bajezas y mezquindades, propias de los
desposeídos. Tan bueno como angustioso.
No conozco al autor, así que tampoco la novela, claro. Lo que explicas me atrae bastante porque es una época que me ha interesado siempre. Tengo tanto pendiente por leer que me he prometido a mi misma no comprar (casi) nada más en un tiempo, pero no lo voy a dejar caer en el olvido. Confío en que si un día te digo: "Marcelo, recuérdame aquel libro de la crisis de los treinta que me gustó", tú recordarás que era este libro. ¿O es mucho pedir?
ResponderEliminarAbrazos grandes!!
Espero tener la suficiente memoria, U-to, para cuando eso ocurra, no vaya a ser cosa que el señor Alzheimer se lleve parte de esos recuerdos.
EliminarImagino que esa época debe ser de interés para cualquier amante de la Historia. 'Los vagabundos de la cosecha', de Steinbeck, también pertenece a ese período, y tantos otros...
Comparto esa decisión de no comprar, pero soy tan voluble...
Nada de lo que me requieras será mucho pedir.
Un fuerte y gran abrazo!
Más que a Faulkner me recuerda a Steinbeck por el tema tratado. Y a Lazarillo de Tormes por tratar al trabajo como algo deshonroso...
ResponderEliminarMe hice con "Ladrilleros" de Selva Almada y tengo pensado leerlo en breve, gracias a tu recomendación.
un abrazo
Sí, de hecho me recordó a Steinbeck, mucho más consustanciado con el problema del paria. Pero no quería mezclarlos.
EliminarNo leí 'Ladrilleros', de Almada -aunque espera su momento-, pero sí 'El viento que arrasa' y lo recomiendo.
Quizás pueda allegarte algunas apreciaciones personales sobre su literatura. Ten paciencia, Agnieszka.
Si fuera de tu interés, podríamos compartir la lectura del texto; así armamos un 'Estéreo Transatlántico', tan querido por mi. Sólo avísame, ¿si?
Un beso enorme.
Mucho, recuerda mucho a Steinbeck, incluso un poco a DosPAssos, me lo llevo apuntado, teseña certera en infalible. Un abrazo.
ResponderEliminarYossi! Qué bueno tenerte por aquí! Sí, esa misma sensación tuve yo al leerlo. Tengo la Trilogía de Dos Passos esperando en la biblioteca.
EliminarGracias por tus líneas.
Un abrazo fuerte!