Anagrama, 2015
No
suelo leer novedades; prefiero destinar mi tiempo de lectura a obras que ya han
sido reconocidas por otros lectores o consagradas por el paso del tiempo. Sin
embargo, ésta venía precedida por un fenómeno contradictorio: por una parte, la
crítica literaria ponderaba su estilo y contenido; en cambio, un grupo de
lectores la tildaban de irrelevante. La brecha era demasiado notoria como para
dejar pasar la controversia. Si a ello le agregamos que la revista dominical que
acompaña a uno de los periódicos locales publicó una suerte de entrevista a la
autora –vía Skype-, donde explicaba qué la llevó a escribirla –Busquets es hija
de Esther Tusquets, la editora de Lumen, desaparecida hace algún tiempo-, junto a la brevedad de la
novela, creí oportuno encararla.
Blanca ha perdido a su amada madre,
después de un período de Alzheimer y tristezas varias. A sus cuarenta años,
encara una vida nueva debido a la ausencia de quien había sido su Sol.
Descentrada y desenfocada, decide volver a Cadaqués, a la casa materna que le
dio cobijo durante veranos memorables en pleno fervor de adolescencia. Así,
junto a sus dos ex-maridos, sus hijos –que pertenecen uno a cada ex-, la
canguro y un par de amigas más, una con un hijo y la otra con pareja cubana, se
instalan en la vieja casona el verano siguiente. A esto debemos agregarle la
presencia cercana de su amante –que va con su mujer al mismo destino turístico-
y la cercanía de un desconocido, que le atrae particularmente.
No se cuál ha de ser el enfoque en
esta novela. De a ratos, se centra en la relación madre – hija; en otros, en lo
que acontece en derredor de Blanca –que tiene un buen pasar, sin necesidad de
ganarse el sustento-. Si bien refiere continuamente a su madre –una ausencia que transita todo el texto-, con todo aquello que le agradece haberle permitido,
el resto intenta hacer apología de un tiempo que pasó, del que sólo le queda,
en medio del dolor, un resabio de inmadurez e infantilismo. Porque lo que deja evidente
Busquets respecto de la protagonista es su carencia absoluta de poder hacerse
cargo de sí misma, de vivir más en una bohemia decadente y en el día a día que
en ordenar su vida y sus sentimientos.
Si a esto le agregamos que lo único
que resulta sensato es colocarse
–drogas mediante- y follar, follar, follar, pues… Blanca parece encarnar así al
eterno tilingo, al que la vida suele gobernar, que siente nostalgia por el pasado y decide vivir sólo en tiempo presente, pues su proyección a futuro se la ha birlado la
muerte de un ser querido.
Lo bueno es que se lee rápido, sin
necesidad de alternar. Construido en lenguaje cotidiano y coloquial, sin
suspicacias ni sujeto a dobles interpretaciones, el libro fluye. Pero no hay
mucho más una vez que se abandona la lectura. Como reconocimiento a la figura
materna, Bousquets logra un relato sentido, aunque dudo mucho que su madre lo
hubiera editado, a no ser por los aspectos autobiográficos compartidos con la
autora.
Uf, menudo palo, sobre todo por la sentencia final. Esta vez soy yo la que se ahorra disgustos gracias a tus reseñas, mira que vas a tener que seguir sin leer novedades. Hay como mínimo dos personajes que no me caen bien.
ResponderEliminarAy, qué útiles son algunos apellidos.
Un beso para vos
Ja, ja, me haz hecho reír, Norah. Y qué bueno que sólo hayan sido dos los personajes que no te caen bien... Lo de los apellidos, no tiene desperdicio!
EliminarAhórratelo, por tantas veces que me has hecho ahorrar a mi.
Un beso grande, Maja.
Me suena a "The Sun Also Rises" de Hemingway. Fiesta, siesta, marcha y mañana. Lo odio. Gracias por desaconsejármelo. Que conste que la novela de Hemigway me encanta a pesar de algunos de sus protagonistas, pero esto es ya otro tema. Un abrazo Marcelo
ResponderEliminarNo he leído ninguna novela de Hemingway, Agnieszka, aunque hay un par por aquí esperando. Mi sensación es que quiso hacer un sentido acto de reconocimiento hacia su madre y terminó en algo superficial. Partiendo de la controversia que incitó su lectura, me inclino -nuevamente- a estar más de acuerdo con los lectores.
EliminarUn abrazo grande para ti.
Qué bien... has resuelto esa brecha que yo misma tenía. Lo malo es que compré el libro por el título y el apellido :( Así que supongo que más tarde que pronto tendré que leerlo y decir "pues vaya". Había visto algún comentario más en el mismo sentido que tú: superficial. Ya de entrada el entorno parece ligeramente extraño con tanto ex y amantes y por si le fuera poco echa el ojo a otro. Pues bueno.
ResponderEliminarUn abrazo
Mira, yo puedo entender que ante la muerte de un ser querido uno se entregue al sexo como forma de afirmar su imperiosa necesidad de vivir; más, cuando esa pérdida conlleva la cruda etapa de deterioro y de cansancio físico que supone atender a un enfermo terminal. Pero de ahí a hacer -casi- una apología de ello, no se, me parece poco serio. Lástima que estas líneas no llegaron antes de tu compra, Ana.
EliminarUn beso.