Alfaguara, 2014
No
tenía idea de quién era el autor y mucho menos de su obra anterior, hasta que en
la blogosfera empezó a sonar este libro, con opiniones inclinadas a su favor en
mayoría. Lo vi breve en la librería y lo llevé. Acomodando los libros durante
un feriado, lo separé para leer debido al banner de su portada que hablaba de
una historia de amor e iniciación, acompañada de una reflexión de Joaquín
Sabina.
León Egea cuenta con casi veinte
años, es estudiante de Filosofía y Letras y, debido a una propuesta de Ignacio
Rubio, su profesor de Literatura, decide pasar ese verano trabajando como
aprendiz de vendedor para la editorial Universo, que publica enciclopedias y
manuales. Estamos en julio de 1963 en Granada, España. Como su interés es
dedicarse a escribir, los posibles viajes de ventas fortalecerán sus
observaciones y le permitirán hacer ejercicio de escritura acerca de lo que ve.
Con la compañía de Vicente, un parco vendedor, gerente de la filial granadina,
y su secretaria, Consuelo, una rubia sinuosa en sus cuarenta, León se verá
atraído por ésta, en medio de episodios de ventas que depararán dispares
experiencias.
Pero no todo es lo que parece. A los
ritos de iniciación sexual, algo atípicos por estar dirigidos con complacencia
por una mujer adulta, se suman el sigilo por mantener la relación en secreto
entre compañeros de trabajo, a sabiendas de lo efímero de la misma, y los
tropezones de un novato que poco interés tiene en las ventas del material
editorial.
García Montero narra todo en primera
persona del singular, solapándose por momentos con su protagonista, aunque la
voz del narrador suena mucho más madura que la de un joven veinteañero. Y no
escatima en exponer la situación social de la España franquista: un calor de
locos con sequía, a la que el racionamiento de agua impuesto por las
autoridades solo abrevia hacia el final del día; el rol de la mujer, contenida
al mundo de la familia y de los hijos, sin voz ni voto; la necesidad de
mantener el silencio ante lo ocurrido en la Guerra Civil –perfectamente
delineada en Vicente, con su muletilla ‘no
necesito saberlo’- y la sostenida opresión ejercida desde el poder para
acallar cualquier voz disidente.
Coloquial y ameno, el texto fluye
con rapidez puesto que León hace un ejercicio literario de evocación. Escrito
con matices poéticos, el autor aprovecha la ocasión para otorgarle autoridad a
las palabras –resultan significativas a la hora de vender enciclopedias- y
poner de relieve la asunción del compromiso político juvenil, que en ese
momento era todo un desafío a un poder omnímodo y omnipresente.
Quizás hacia el final, el giro de
los acontecimientos no resultan todo lo necesariamente creíbles, pero las
reflexiones sobre la mediocridad de una vida sin participación, la complicidad
de los indiferentes en el sostén del statu
quo y el rol de las letras como medio de expresión política hacen de éste
un libro más que interesante.
Tampoco yo he leído nada de Luis García Montero, nombre que, por otra parte, ha adquirido cierta relevancia mediática en las televisiones españolas estos últimos meses, no por cuestiones literarias, sino políticas.
ResponderEliminarSe presentó como cabeza de grupo por Izquierda Unida, para presidir la Comunidad de Madrid en las pasadas elecciones del 24 de mayo, pero fuertes desavenencias con la cúpula del partido enturbiaron todo el proceso, hecho que aún “colea” en la prensa madrileña.
Por lo demás goza de buena reputación literaria en España. Tu atenta observación para destacar los matices poéticos revela el peso de la poesía en la trayectoria de este autor, de hecho aquí es considerado, fundamentalmente, desde su condición de poeta.
Ahora parece que goza de una “edad de oro”, el impacto televisivo es una pócima poderosa, y supongo que, al menos, se sentirá menos contrariado viendo que su fracaso político ha contribuido exponencialmente a su éxito literario.
Tus siempre esclarecedores comentarios han avivado una curiosidad por este autor que, de un tiempo a esta parte , había decaído. Un placer leerte.
Abrazos Marcelo.
Gracias, Paco, por tus líneas. Te podrás imaginar que yo desconocía su presente político. Lo cierto es que él deja en claro el rescate de la militancia de izquierda ante el franquismo. Y si bien el final resulta un remedo de esa resistencia cojuda, al menos la exhibe de manera prolija y amable.
EliminarÉchale una hojeada antes de decidirte, ¿si?
Un fuerte abrazo para ti!
Una portada bonita, un retrato de la sociedad interesante- podría apetecerme si no fuera por el calor que intuyo entre las páginas de la novela, tanto físico con cortes de agua, como excesos eróticos de sus protagonistas. Pero, sobre todo, el calor político, de ese comunismo que tan bien vivió fuera del telón de acero encantado de que Moscú lo financie. Eso es Izquierda Unida que representa el autor, uno de los descendientes de los desgraciados tipo Carrillo. Y yo necesito algo fresco y refrescante.
ResponderEliminarUn abrazo
No son tantas las escenas de sexo, Agnieszka; no como para acalorar al lector. Más bien todo parece ser... lo que no es; o lo es, pero solo en parte. Todo tiene un matiz... clandestino. Creo que ése es el gran acierto de la novela. El final resulta algo tomado por los pelos, pero se le disculpa en aras de la prosa poética que esgrime durante toda la novela.
EliminarNecesitas algo fresco... ¿como Manuela Carmena?
Un abrazo para ti.
No estaba pensando en nada refrescante políticamente. A Carmena le deseo que le vaya bien y que cambie varios absurdos que se instalaron en Madrid con los neoliberales del PP. ¡Ojalá las cosas cambien en muchos lugares del mundo! Me apetece algo fresco y refrescante en lo literario. Acabo de terminar una novela checa, absolutamente deslumbrante, y quiero seguir por este camino. Saludos
EliminarEn estos tiempos, parece que los aires refrescantes son bien pocos. No obstante, guardo ciertas esperanzas de encontrar algo de valor. Cuéntanos, cuando puedas, sobre esa novela checa, si?
EliminarUn beso.
Pues entre el franquismo y los finales cogidos por los pelos ya me has espantado. El estilo creo que me gustaría y de este hombre ya había oído hablar, de hecho tengo "Una forma de resistencia" por casa acumulando polvo. Igual le echo un vistazo y ya vengo y te digo.
ResponderEliminarUn besito
Anda ya, Norah. No seas prejuiciosa, que lo del franquismo en esta novela es casi secundario y sólo toma ribetes opositores hacia el final. García Montero escribe muy bien, guarda cierta poética en sus líneas y su estilo me gusta.
EliminarHaz experiencia con ese volumen que tienes por ahí; sospecho que no te defraudará. Anímate!
Un beso para vos, Maja.
No he leído nada suyo, lo conozco por su actividad como profesor y sus enfrentamientos en defensa de García Lorca en Granada (sí, aún!!!!) y por sus opciones políticas, pero no ha ido más lejos el tema.
ResponderEliminarQuizás algún día, nunca digo que no.
Fuertes abrazos!!
Como dije, me gusta su prosa. Es muy oral. Quizás no para ahora, pero...
EliminarNo estoy muy al tanto de su militancia; sólo opino como lector de su obra. Que defienda a Lorca aún, es llamativo, pero obtiene mis respetos.
Un abrazo grande!
el periodo que cubre la novela no llama mi atención. Este me lo salto.
ResponderEliminarUn beso,
Ale.
OK, pero escribe muy bien. Buen modelo a seguir para quien se decida a escribir, Ale.
EliminarOtro beso.