Impedimenta, 2012
Confieso
que después de tanto libro sobre el Holocausto judío durante la Segunda Guerra
Mundial, el tema parece haber dado (casi) todo de sí. Pero siempre aparece un
enfoque distinto, una nueva mirada, por más que se base en hechos reales y al
fin sólo resulte una ficción. Por ello, lo apunté en el 2012 y lo conseguí un
año después. Las líneas de Ana lo sacaron del olvido.
Herman Cohen lidera un grupo de
opulentos hombres de negocios americanos de origen judío que visitan un campo
de concentración alemán en Polonia en pleno dominio nazi. El mariscal de campo, Bedrich
Brenske, oficial de las SS, oficia de anfitrión y con maneras amables intenta
hacerles entender a Cohen y acompañantes que sus vidas serán canjeadas por
oficiales nazis en poder del enemigo. Mientras se realizan los oficios para el
rescate, deberán abonar no sólo todo lo que consuman, sino también la estadía y
los costos de los transportes involucrados hasta su liberación. Como el grupo
no tiene problemas de dinero, bastará con extender letras o cheques que serán
percibidos oportunamente.
Katerina Horovitzová es una joven
bailarina de familia judía que no llega a los veinte. Junto a sus padres,
abuela y seis hermanas desciende de un tren que los transporta al campo. Ella
no sabe qué ocurre ciertamente dentro de ese campo, pero se rumorea que los
habrán de gasear y ella se resiste a morir. En el mismo instante que va a ser
destinada al sector de mujeres, Herman Cohen escucha su comentario y paga su
rescate. Así, Katerina acompañará en su derrotero a la veintena de empresarios.
Y los lectores, seguiremos el curso de los acontecimientos.
Son cuatro los personajes
principales. La joven y bella Katerina se desespera por lograr que Cohen
rescate al resto de su familia antes que sea demasiado tarde, pero no encuentra
oportunidad para hacérselo saber, pues siempre están acompañados por guardias
de seguridad. Cohen es consciente de la delicada situación en que se encuentra
el grupo, pero está decidido a perder el dinero para mantenerse con vida.
Brenske despliega sus habilidades para desplumar al grupo antes de revelar el
destino del mismo. Y un sastre, un recluso judío encargado de hacerle a Cohen
un nuevo traje, que sabe la verdad pero es incapaz de revelarla.
Que lo que se narra es una ficción, se descubre en las primeras páginas, al saberse que el lugar donde se
reúnen el mariscal y los empresarios es una sinagoga sita, justamente, frente
al campo de concentración. El final de la historia se anticipa al término
de la primera de las tres partes que componen la obra, cuando Brenske comenta
que él mismo los conducirá a la solución
final.
Katerina y Cohen encarnan a los ingenuos, ignorantes de qué ocurre dentro del campo -y si lo sospechan, no quieren confirmarlo-. Brenske, a quien sí sabe
cómo va a ser el camino, pero lo oculta hasta lograr su cometido de expoliar
los bolsillos de sus capturados, y el sastre, que también sabe qué le espera
tanto a él como a los demás, no puede hablar.
Con un estilo dinámico, de tensión
creciente y un final poco creíble pero justiciero, Lustig compone una farsa a
todas luces, para mostrar sutilmente el horror sin escándalo ni morbo alguno. Interesante,
aunque no muy apto para lectores sensibles.
Lustig, como superviviente del Holocausto judío, se salva- creo que está en su derecho de escribir lo que quiera y como quiera. Lo que no aguanto es a todos esos niños con pijamas, bibliotecarias, jardineros etc, cuyos autores no hacen otra cosa sino intentar ganar pasta con un tema que vende. Sobre el Holocausto judío solo no-ficción. Y si ficción, solo la escrita por los que lo vivieron. Es una pena que no hayas podido encontrar los relatos de Borowski. Otra cosa interesante es que pocos lean los testimonios de los supervivientes pero muchos acudan a los pijamas etc. Y una cosa más: por mucho que lo afirme la editorial, no hubo campos de concentración polacos. Todos eran alemanes, varios de ellos en el territorio de la Polonia ocupada. Yo sé que tú lo sabes, pero, desafortunadamente, muchas personas no. Sobre todo de los países que no tuvieron que sufrirlo. Precisamente en el tuyo me enteré de que había mucha ignorancia al respecto, cuando una chica de 20 años me preguntó por qué los polacos mataron a tantos judíos en Auschwitz. Cuando le pregunté porque pensaba así, me dijo que era porque había leído que los campos eran polacos. Bueno, se da la coincidencia de que una hermana de mi abuelo paterno y su hija también murieron en ese campo. La chica no me creyó, así que desde entonces siempre intento corregir este error. A lo mejor te parezco una pesada pero es algo muy molesto para mí. Un abrazo
ResponderEliminarEntiendo y comparto tu punto de vista, Agnieszka. No hay ninguna duda de que las ficciones sobre el Holocausto han cosechado pingües ganancias en lectores poco propensos a involucrarse emocionalmente; de esos a los que sorprende el envoltorio y no tanto los hechos.
EliminarAquí, todo lo que ha ocurrido u ocurre en otros puntos del planeta se lo diluye con el pretexto de que 'están lejos', y como no nos toca... E incluyo en lo que digo hasta la propia Guerra de Malvinas. Gente ignorante y de mierda hay en todos lados -aunque a veces creo que muchos vienen a perfeccionarse a Argentina-.
Lamento no haber encontrado un ejemplar de Borowski, pero aún no me rindo.
Este libro está bien como ficción; hasta resulta grotesco en algunos pasajes.
¿Pesada? Para nada! Tus líneas son esclarecedoras.
Un gran abrazo para vos.
No rehuyo temas tan dolorosos como el Holocausto, más bien al contrario, me interesa esa inmersión en el horror para reflexionar sobre nosotros mismos como sociedad. Creo que la literatura, la gran literatura, ha cumplido una buena misión en el sentido de golpear la conciencia con mayor alcance, también porque tiene capacidad de abarcar a más público, que el ensayo histórico, la sociología, etc.
ResponderEliminarEs cierta, como sugiere Agnieszka, la propensión de algunos escritores a frivolizar con un tema tan doloroso para conseguir una mayor cuota de lectores, en la literatura, como en la vida, hay de todo.
Nunca se escribirá, ni se leerá, lo suficiente sobre un horror que cambió la mentalidad y las sociedades de medio mundo para hacerlas un poco más humanas.
Tengo claro que no eludiré estas propuestas. Gracias Marcelo.
Un abrazo.
No soy de recurrir a la literatura para notificarme de los grandes flagelos que somos capaces de infligirles a nuestros congéneres, Paco. Para ello me basta el periódico y, si fuese necesario, algún libro de Historia. Pero éste es un libro distinto sobre la realidad de los campos de concentración, con una mirada cruel y socarrona que no elude el compromiso de la denuncia.
EliminarPor lo demás, es llevadero aunque algo previsible.
Un fuerte abrazo.
There were no "Polish concentration camps," only GERMAN camps in occupied Poland. The camps were German, the victims were Polish (including ethnic Christian Poles). Please refrain from using language which shifts the responsibility from the perpetrators to the victims!
ResponderEliminarI know that the Polish people have been the victim, not the perpetrator. But it seems that knowledge hasn't spread.
EliminarThank you for your clarification, Yvonne.
Me asombra la capacidad que los seguidores de esta temática tienen para captar las sutilezas de un libro a otro y ver las diferencias. A mí se me escapan, no las veo y creo que siempre estoy escuchando la misma canción. Encima ya me has dejado claro que no es apto para mí. Otra vez será.
ResponderEliminarBesos carnavaleros.
Debes perdonarme, Norah, pero a veces creo que eludes buenos textos porque temes que se trate de un bajón. ¿Es así, o me equivoco rotundamente?
EliminarPuede que la melodía suene siempre a algo conocido -no tanto en este caso-. Pero, ¿acaso los Rolling Stones no vienen tocando las mismas diez notas hace más de cuarenta años y siguen vendiendo sus discos y shows? De esto es de lo que se queja Agnieszka -y yo también, más en el caso de los Stones-.
Besos, pitos, matracas y espantasuegras para vos.
Un tema este que debería ser conocido por todos los hombres que ahora poblamos el siglo XXI... Me temo que cada vez está cayendo mas en el olvido... Y al pensarlo, uno tiembla...
ResponderEliminarUn abrazo
Es que la memoria humana es propensa a olvidar los horrores rápidamente, Ildefonso. Debe ser el instinto de conservación, o nuestra propia hijaputez, no se.
EliminarUn gran abrazo!
¡Hola!
ResponderEliminarParece interesante. ¡Lo anoto! Es una temática sobre la que me gusta leer.
Magnífica reseña.
¡Nos leemos! :-)
Es algo distinto a lo que suele leerse acerca del tema. Eso lo vuelve una curiosidad en sí mismo.
EliminarGracias por tus líneas.
Nos seguimos leyendo.
Prefiero los libros de historia o ensayos sobre el tema, no me suelen gustar las novelas y las rehuyo, prefiero los relatos reales, como Primo Levi y otros (uno de los cuales estará en mi próxima entrada) que lo vivieron.
ResponderEliminarSin embargo anoto esta novela y es posible que la lea, veremos. Tu reseña incentiva mi interés hacia ella.
Un fuerte abrazo!!
Es un grotesco desde el principio, pero sus personajes y situaciones están bien elaboradas, U-to.
EliminarCoincido; prefiero la historia o ensayos sobre el tema.
Un beso!