Acantilado, 2009
Recordaba
los buenos momentos que me habían brindado las letras de este autor justo al
tomar en cuenta cuán poco había visitado el catálogo de esta casa editora en
los últimos tiempos. Bastó con la recomendación efectuada por Utopía para
obtener un ejemplar y, después de concluir otras lecturas, hacerle un espacio.
Franz Tunda es un oficial austriaco al momento de estallar la Primera Guerra Mundial y lo destinan a pelear en el
frente ruso. Al poco de ser capturado en 1916, se fuga del campo de prisioneros
con ayuda de un polaco siberiano, con quien convivirá –se ha cambiado el
nombre- y compartirá todo el proceso de los primeros años de la Revolución
Rusa. Luego de varias peripecias, alcanza volver a Austria. Pero tras largos
años de ausencia, su tierra ya no es lo que era. Desmembrado lo que
antiguamente había sido el Imperio, Tunda ha perdido tanto a su prometida como
todo aquello que lo rodeaba. Por eso decide solicitarle hospedaje a su hermano
Georg, ahora director de orquesta de una ciudad alemana.
Lo que comienza como una extrañeza
–alguien supuestamente muerto que regresa después de algunos años-, se
profundiza al no hallar Tunda más que superficialidad y una vida de compromisos
sociales en el nivel en que se mueve su hermano. Además, el fin de la guerra ha
dado paso a los Años Locos y Europa vive ahora una euforia que el ex – oficial
no sólo desconoce, sino que no puede sentirse incluido.
El autor mismo señala que Tunda, una
suerte de alter ego suyo, es un ser
voluble e imprevisible, de poca moral pero generoso, que no se cuestiona lo que
vive; sólo sigue adelante. Mas aprovecha el derrotero de su protagonista para
mostrar los cambios sociales que se han suscitado tanto en la Rusia del
comunismo como en el entorno geográfico de su patria. En su anhelo de
reencontrarse con su amada, la búsqueda lo conduce a Berlín y finalmente a
París.
Roth construye un personaje que
plantea el desarraigo y la situación de exclusión que vive un desaparecido, alguien a quien se ha dado
por muerto –y olvidado- hace mucho y que no puede asimilarse a los nuevos
tiempos. En este sentido, ese afán por encontrarse con su amada es también una
forma de poder encontrarse consigo mismo, de intentar hallarle un nuevo sentido
a su vida. Es que resulta difícil volver a una casa que ya no está, ni la gente
ni la sociedad que solíamos frecuentar.
Con diálogos sustanciosos y estilo
coloquial, Roth compone una novela que sirve de testimonio para aquellos que lo
perdieron todo, que se han transformado en una parte del pasado –que muchos
pretenden olvidar-, sin lugar en el presente y –peor- sin futuro. Un ejemplo de
buena literatura, sin duda.
Sin duda hay que apuntarlo pero para cuando se me pase esta racha de lectura comercial que me ha dado ahora. Creo que de este Roth no he leído nada.
ResponderEliminarBesos
Te estás perdiendo algo valioso, Norah. Este Roth tenía muy en claro los defectos del Imperio Austro-Húngaro, y los expuso con maestría.
EliminarHazle un lugarcito; afortunadamente sus obras son breves y no defraudan.
Un beso grande.
¡La Kakania! Uno de los mitos mejor explotados comercialmente hoy en día. No te imaginas la de bares y restaurantes por todo el antiguo imperio que tienen retratos de Franz Josef. Yo también tengo que leer algo de este Roth. Del otro también, jaja. Un abrazo
ResponderEliminarMira que eres mala, Agnieszka. Te vales de un concepto socarrón acunado por Robert Musil para designar al Imperio de Sissi...
EliminarHay varias obras interesantes de este Roth; del otro, poco he leído.
Un abrazo para vos.
Coincidimos en la calidad de la novela y en la importancia de J. Roth. A mi me gustaron mucho sus: La filial del infierno en la tierra, son artículos que escribió entre su marcha de Alemania y su muerte en 1939, y El busto del Emperador que quizás has leído.
ResponderEliminarSobre la desaparición de ese mundo del Imperio Austro-Hungaro, I. Ruso... me está encantando el que leo ahora y que te recomiendo: Gilles Rozier, De un país sin amor.
Gracias por recordar que habíamos hablado de J. Roth, eres un sol :)
Un fortísimo abrazo (pese al calor).
Tengo el primero de los que citas pero no el segundo. Ya son varios los títulos de J. Roth y sus letras siempre me han satisfecho.
EliminarTomo nota del libro de Rozier. Dicen que llegará dentro de una quincena.
Gracias a ti por la reseña de este libro.
Te envío unas gotas de fresca lluvia de invierno -será lluviosa toda la semana-.
Un abrazo grande!
Hola Marcelo!
ResponderEliminarMuy interesante, no lo conocía, gracias por tu reseña!
Aquí me quedo, te sigo!
Me gustaría que te pases por mi blog literario para ver qué te parece y si te gusta, sígueme :).
saludos nos leemos!!
Hola, Kosmisch. Gracias a ti por darte una vuelta. Ahora paso por tu espacio.
EliminarSaludos y nos leemos.
De J. Roth aún tengo pendiente "La marcha Radetzky" que tengo por casa. Un autor cuya elección, como ya señalas, significa leer buena literatura. El tema del desarraigo expresado en la gran literatura a dado libros magníficos.
ResponderEliminarUn placer visitarte Marcelo
El libro del que dispones es excelente; tómate el tiempo de leerlo. Creo que Roth ha sido quien mejor ha retratado la decadencia del Imperio Austro-Húngaro en sus libros.
EliminarUn honor el que me visites, Paco.
Un abrazo.
¡Hola!
ResponderEliminarNo me importaría leerlo. No le diré que no si se cruzase en mi camino.
Muy buena reseña.
¡Nos leemos! :-)
Hola! Un libro para no dejar pasar.
ResponderEliminarGracias por darte una vuelta y por tus amables líneas.
Saludos!