Plaza & Janés, 2000
Esperó
mucho tiempo para ser leído. La figura de Marylin Monroe ha sido elevada a la
de mito sexual de los ’50 del siglo pasado y me pareció oportuno encarar una
lectura destinada a rescatar una visión más literaria de la diva.
La autora se ha propuesto construir
una versión personal acerca de la vida de Norma Jeane Baker, desde sus primeros
años con una madre psicótica y la crianza en manos de su abuela, hasta sus
últimos momentos de vida. En este sentido, habría que aclarar que no es una novela biográfica –aunque Oates se valga
de elementos propios del género- como tampoco es una biografía no autorizada, tan en boga en estos días; a lo sumo, se
asemeja a un guión para una adaptación en pantalla.
Oates repasa la infancia con una
madre ausente y díscola, capaz de someter a su hija a tormentos varios, la
permanencia en orfanatos y familias adoptivas hasta su emancipación y el casual
descubrimiento de la proto Marilyn
por un fotógrafo. De allí a transformarse en modelo y en figurante de películas
con papeles pequeños y explotar su voluptuosa silueta convirtiéndose
definitivamente en Marilyn.
Por supuesto que Oates no omite su
adicción a barbitúricos, abortos provocados o espontáneos, su naturaleza
sexual, sus miedos y fobias, sus caprichos y sus amores. Pero deja en claro que
Monroe estaba lejos de ser sólo la rubia bellísima y tonta que todo el mundo
veía, a quien signaban como una artista carente de talento. Para ello, expone
facetas que exhiben el desdoblamiento entre su vida de Norma Baker y lo que se
esperaba de Marilyn Monroe. Por otra parte, la muestra como una mujer que aún
sabiendo que era parte del show business
no podía dejar de ser una niña asustada y necesitada de amor, de ese cariño del
que jamás fue objeto de parte de una madre esquizofrénica y un padre
desconocido. Una Venus frágil como el cristal.
Sus matrimonios con Joe DiMaggio y
Arthur Miller, sus contactos con Richard Widmark, Marlon Brando y Lee
Strasberg, sus amoríos con los hermanos Kennedy y su lamentable deceso –no deja
claro si suicidio u homicidio- son profusamente tratados, tanto como cada uno
de sus personajes en sendos films en los que participó, interpretaciones
inspiradas muchas veces en personas que había conocido bien.
Destaco la pluma de Oates, ágil y
experta en delinear tanto la psicología de la protagonista como de quienes la
rodearon a lo largo de su acelerada y breve vida. Con un estilo frontal y
coloquial, el libro contiene escenas para todos los gustos. Eso sí, en algunos
pasajes se vuelve un poco tedioso. Es que hay que sobrellevar su casi millar de
páginas para arribar a un desenlace abierto. Si le hubiera quitado un par de
cientos estaría mejor aún. No obstante, mantiene la atención del lector y le permite
hacer sus propias conjeturas.
El personaje de Marilyn Monroe me parece tan trágico como grotesco, y poco interesante en sí. No obstante, tratándose de Oates, a lo mejor me podría gustar.
ResponderEliminarbesos
No deja de ser una manera de interpretar su vida, Agnieszka. Novelada o no, su historia da para muchas versiones. La pluma de Oates hace el resto.
EliminarUn beso.
Te ha alcanzado el veneno Oates. A mí esta autora me ganó con este libro y como era tan joven cuando lo leí, sus mil páginas no me parecieron excesivas. Ahora igual le ponía la pega si no son del todo necesarias. Estás preparado para afrontar una nueva lectura suya, te recomiendo Carthage, ahí te dejo la luz.
ResponderEliminarUn beso grande para vos.
Amigos que han leído esta obra la tildan de pesada -porque no justifican la extensión-. Oates escribe bien, pero no me deslumbra -o la traducción-. No obstante, leeré alguna otra obra suya. Apunto tu sugerencia.
EliminarUn fuerte abrazote, Norah.
Hola Marcelo.
ResponderEliminarHasta donde llego, porque no he leído a la Oates, tenía constancia de su buen hacer con las palabras, y ahora que te leo a ti, se disipa cualquier duda. La pluma de Oates perfilando los contornos de la Monroe... casi nada :)
Habrá que tomar nota.
Cuídate pibe.
Me agrada que Oates realizara un posible acercamiento al mito, sin caer en lugares comunes ni buscar golpes de efecto aludiendo a la sensiblería llana. Construye una dicotomía persona / personaje bastante asequible y deja libertad al lector para que elabore sus propias conclusiones.
EliminarNo obstante, la extensión resulta tediosa; con un ciento de páginas menos, estaría aún mejor.
Es un 'tocho' -creo que así le dicen a un ladrillo en tu tierra- que hay que trasegar.
Un gran abrazo, campeón!
Para mí, es un mito... Y una mujer que llega a ser un mito, sea por lo que sea, me resulta apasionante...
ResponderEliminarUn abrazo, amigo
Sí que lo es, Ildefonso. Y ese mito resulta significativo para toda una generación.
EliminarUn abrazo para ti.
Ya te comenté que tenía Hermana mía, mi amor y que tengo que encontrar un hueco (grande porque la obra es voluminosa) para leerla, tengo ganas de hacerlo, entre otras razones, por tus lecturas de ella. No sé si me animaré a recalar en esta.
ResponderEliminarAbrazo enorme (ya con calor!!).
Me gusta su estilo literario, aunque un ciento de páginas menos le hubieran venido mejor. Tengo su último trabajo de relatos para continuar con ella.
EliminarEspero que la disfrutes en breve!
Un gran abrazo.