Acantilado, 2003
Rescato
del recuerdo un título grato a mi formación lectora. Ha pasado casi una década de
su lectura y aún evoco ciertas escenas y diálogos de él. Por ello, quiero
ofrecer en esta ocasión mis antiguas líneas acerca de un libro que guardo entre
los mejores que he leído. Ojalá ellas sean capaces de disparar la curiosidad de
buenos lectores que aún permitan emocionarse.
Había leído una frase incluida en
este título en la que se hacía referencia al talento que poseen los jóvenes
que, una vez superado el período de la juventud, lo pierden al igual que a éste.
La misma resuena toda vez que me encuentro con algún antiguo conocido con quien
otrora compartimos tareas o proyectos y nos ponemos al día acerca de lo que han
deparado aquellos viejos sueños y anhelos. Por otra parte, tuve que insistir varias veces a un
librero amigo para que me allegara un ejemplar, porque parecía casi saldado.
Afortunadamente para ambos, quedaba alguno en los anaqueles.
Es un libro vibrante, extremadamente
sensitivo y comparable al Werther, de
Goethe -o Peer Gynt, de Ibsen-, donde
se narra la historia de este descendiente de una acomodada familia danesa,
propenso a dejarse fluir con la vida. Ambientado a fines de siglo XIX, Lyhne va
descubriendo la amistad, el arte, la poesía, el amor, el desengaño, toda una
gama de vínculos y pasiones humanas unidas a los altibajos que la vida le va
mostrando a cada paso.
Lo maravilloso del texto es la
fluidez y el estilo poético del relato. Jacobsen abunda en sutilezas del
lenguaje, giros y expresiones de hondo contenido emotivo para delinear a los
personajes que acompañan a su protagonista. A la vez que los construye, los
hace partícipes de la trama en que se desenvuelven con tal maestría, que el
conjunto se vuelve un todo indisoluble.
Lyhne encarna esa juventud destinada
a sentir, soñadora, dotada de una cuota no despreciable de ingenuidad, sin
maldad ni codicia ninguna. Como si todo fuera un lento transcurrir desde el
nacimiento hasta la muerte sin otra virtud mayor que la de amar la vida por
encima de todas las cosas, a flor de piel. Los amores y las muertes se suceden
unas a otras, tanto como la felicidad y el desencanto. Pero se viven
naturalmente, sin rencores ni euforias.
En suma, una obra plena de emoción y
romance, cuya lectura acompañada de una luz tenue y el susurro de los “Preludios”, de Claude Debussy –entre otros posibles- la convierten en un
deleite más que gozoso. La recomiendo para todo aquel que aun se reconozca a sí
mismo como un ser sensible.
Con literatura nórdica (exceptuando la novela negra moderna), es difícil que me pilles, amigo Marcelo, jeje.
ResponderEliminarNo sabes como me alegro de ver aquí a Jens Peter Jacobsen y su “Niels Lyhne” :)).
De hecho es una de las lecturas que me había propuesto llevar a mi blog para este año, y por eso lo tengo en mi escritorio en estos momentos, a la vista mientras te comento. Incluso estuve hace unas semanas con el libro (tengo esa misma edición de Acantilado) paseando por el campo y leyendo pasajes, y por supuesto haciendo esas fotos que suelo poner en el blog; libro/paisaje.
Por algo sería que escritores como Thomas Mann, Zweig y Rilke se confesaron rendidos a esta novela, considerándola una de sus preferidas.
Con tamaña recomendación que haces al final… seguro que ganará lectores!
Cuídate pibe!!
No lo dejes esperar, Paco. Esta vez te he ganado de mano, pero no por ello has perdido el título de rescatador, je, je. Es más, me complace sobremanera tu 'paisalibro'.
EliminarA mi me ha impactado. Imagina cuánto, que no la he vuelto a leer y aún la recuerdo.
Confío en que será de tu agrado.
Un fuerte abrazo, chaval!
Pues me apunto. Es que me gusta mucho que las letras me emocionan y encima me lo he imaginado con todo el conjunto completo, con la música y todo. Es tan sugerente...
ResponderEliminarPor cierto, hay un libro de Rosa Regás con la misma portada, La canción de Dorotea.
Besitos emocionados
Es, sin dudas, un libro para ti. Para que disfrutes. Sin golpes bajos. Muy a flor de piel.
EliminarSi lo encaras, haznos saber tu opinión. Para mi, es un muy buen libro.
Un abrazo, Guapa.
La juventud, ese periodo añorado en la madurez, pero que tan difícil es de llevar a cabo. En la adolescencia (hasta los veinte) todo es esperanza y expectativas de algo maravilloso; la madurez es ya la previsión de una decadencia que se acerca a pasos agigantados, pero la juventud es el momento de más trabajo, en el que luchas por cumplir tus propósitos y en el que se van acumulando muchas decepciones y algunas satisfacciones. Menos mal que mientras se vive esa etapa, casi no somos conscientes. De tanto vivir no tenemos tiempo para mucho más. Tomo nota de la novela. Lo de escucharla con música, lo descarto. Necesito silencio para leer. Por más que lo he intentado con la música clásica, no hay manera. Me termina doliendo la cabeza y me vuelvo sumamente irritable.
ResponderEliminarUn beso.
Suscribo tu inteligente aporte, Rosa. Hubo un tiempo en donde fuimos capaces de torcerle la mano al destino, pero estábamos demasiado ocupados en vivir.
EliminarYo tampoco suelo leer con música, pero en este caso, me ha venido bien.
El de Jacobsen es muy buen libro. Haces bien en apuntarlo. No defrauda.
Un beso.
Supongo que al lado de las obras con la que la comparas, elegiré leerlo con Grieg y su "Peer Gynt" -más que nada porque a DEbussy no le he tengo aún cariño :)-
ResponderEliminarCreo que es la novela que yo elegiría para leer, no la conocía y el modo del que hablas de ella y la forma de la que está escrita me encaja.
gracias
cuídate
Si no te incomoda el canto de fondo, puedes probar con los Lieder de 'Die schone Mullerin' (La bella molinera), de Schubert, o la 'Missa Veni Sancte Spiritus - Motets - Chansons', de Pierre de Manchicourt, grabadas por el Huelgas Ensemble y Paul van Nevel (entre nos, 'Faulte d'argent c'est douleur non pareille' -la falta de dinero es un dolor incomparable-, es sublime).
EliminarSospecho que será buena lectura para ti, que eres tan proclive a la poesía.
Un abrazo, Maestro.
No la he leído y parece que me estoy perdiendo una gran obra, así que espero leerla, espero que me emocione y me provoque parecidas sensaciones a las tuyas y seguiré tu consejo musical.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
No dudo que la disfrutarás. Si Debussy te resulta algo melancólico -aunque acorde a la atmósfera del libro-, prueba con Heinrich Biber y su 'Sonatae Tam Aris Quam Aulis Servientes', versión de The Rare Fruits Council. Un poco mas vivo y con una scordatura genial.
EliminarUn gran abrazo!
El tiempo es el mejor juez. También para los libros. Dice mucho de un libro que lo sigamos recordando y sintiendo tan vivo y tan nuestro después de años. Este que compartes con nosotros parece merecedor de ello, desde luego; tanto por el tema como por el estilo en el que está escrito.
ResponderEliminarUn abrazo
Fue un título que disparó otros en su momento. Me parecía una picardía no rescatarlo del olvido y compartirlo. Sobre todo, porque se enmarca en la corriente de escritores como Rilke, Zweig o J. Roth del centro de Europa. Buena literatura.
EliminarUn abrazo, Lorena.