domingo, 9 de febrero de 2025

e-book 173. Demoliendo el ayer. La casa, Manuel Mujica Láinez

De bolsillo, 2008

I.

               El título surgió como una salida de compromiso entre quienes ya habían encarado otras lecturas en paralelo –y no les sobraba tiempo para más-, y aquellos que no participaban de ninguna otra. Si bien contaba en mi haber con varios títulos del autor –algunos provenientes de miembros de mi familia-, lo cierto es que no había leído nada de su autoría. Me pareció, entonces, una ocasión inmejorable para visitar sus letras.

II.

                Una vieja casona ubicada en pleno centro de Buenos Aires –a pocas cuadras de la Plaza de Mayo- es la protagonista de esta novela. Ambientada hacia mediados de siglo pasado, con casi setenta años de existencia, la casa narra en primera persona la historia de la familia que la habitó: primero, el senador, su esposa y sus cuatro hijos; luego, uno de sus hijos y su familia, y así hasta el mismo momento que, habiendo quedado sin herederos y con deudas contraídas, el fisco pasa a desmantelarla para su demolición y en su lugar construir un condominio.

III.

               A medida que avanzamos, se nos relata que ha habido crímenes impunes –uno de los cuales ocurrió a los pocos años de haber sido erigida, a fines de siglo XIX-, como también se describen no solo las habitaciones, el mobiliario suntuoso y las fiestas que solían tener lugar en aquel entonces, sino cómo el interior se fue transformando junto con aquellos que la gobernaban. En este aspecto, la casa va registrando los cambios sociales suscitados en su entorno. Inicialmente, vivienda de un opulento latifundista conservador, pasa a manos de un hijo que no puede mantener la heredad sin modificar su tren de vida. Así, se van loteando partes de ella, de a poco, hasta no quedar más que una casona abandonada, hedionda y sórdida.

La versión digital, gentileza de EpubLibre

IV.

                Existen dos elementos para destacar en este breve texto. El más original es que la casa interactúa con los exquisitos objetos de arte que ocuparon tanto sus paredes como otros decorados, sosteniendo entre ella y ellos un diálogo permanente que enriquece la historia familiar, como testigos mudos de lo sucedido. Luego, están los inefables fantasmas de los muertos que se dan cita allí –y que solo la casa y los objetos pueden ver-, quienes se van desvaneciendo lentamente junto con cada embate de la obra de demolición.

V.

               En estilo coloquial y fluido, Mujica Láinez nos ofrece una novela con ribetes históricos, donde el inmueble narrador testimonia a su vez la decadencia de ilustres familias del ayer y de una clase acomodada que no supo –o no quiso- mantener el relumbre que conoció en mejores tiempos. Una obra que será del agrado de todo buen lector.

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