Venía sonando repetidamente como
candidata al premio Nobel de Literatura merced a una obra extensa y una visión
muy original sobre cómo sobrevive y se reelabora el pasado chino en sus gentes
de hoy. Era el único título de su autoría que había arribado a estas costas
hacia mediados de 2022. El costo era sidéreo, pero ameritaba satisfacer una
curiosidad. Alentando la esperanza de su premiación, lo inicié el primer día del
pasado octubre. La densidad de su contenido y la multitud de notas al pie dificultaron
tanto su lectura que sólo pude acabarlo días antes del fin de 2024.
II.
La historia se inicia cuando una joven pareja
decide abandonar su lugar en una región industrial del interior y marchan hacia
una aldea fronteriza, llamada Guijarro, en la cercanía de las montañas de las
Nieves, para trabajar en el Instituto de Arquitectura y Diseño, donde una mujer
les dará la bienvenida y les indicará dónde vivir. Al tiempo, serán padres de
Liu Jin, verdadera protagonista de la novela. Ellos volverán a su lugar de
origen, pero Liu Jin elegirá volver al lugar donde nació.
III.
Resulta difícil establecer un
registro. Es una novela con marcado sesgo experimental. Liu Jin vive en un
patio y se gana la vida vendiendo ropa en el mercado local. Desde las ventanas
del Instituto algunos visitantes pueden ver un magnífico jardín tropical
-¿colgante?- pleno de luz y frutos vegetales, pero que no pueden hallar cuando
salen a buscarlo. Por otra parte, el texto presenta un neto corte imaginario
pues en Guijarro pueden encontrarse manadas de lobos, tigres de las montañas
que bajan al poblado, etc., que conviven pacíficamente con sus habitantes.
IV.
Para colmo, en una suerte de continuidad
infinita, los personajes aparecen y desaparecen, vuelven a estar presentes
después de muertos y se entremezclan con los vivos, de manera que pasado y
presente conviven simultáneamente. Hay una idea budista de liberación que
atraviesa toda la obra y las aclaraciones de su traductor sobre la simbología
que guarda cada nombre o cada frase -que abreva muchas veces en la historia
china o en escritos antiguos-, se vuelve indispensable para extraer del texto
toda su esencia.
V.
En un estilo directo, con muchos elementos tomados de Kafka, Borges, Le Breton, u obras literarias como la Divina Comedia o religiosas como la Biblia, Can Xue compone una obra mágica, enigmática, irreal, donde todos sus personajes luchan denodadamente por liberarse de la autorregulación y donde todas las fronteras –no solo las geográficas- están completamente desdibujadas. En suma, algo totalmente fuera de lo común. Para algunos podrá ser magnética; otros, simplemente la abandonarán. En todo caso, solo quedará hacer la propia experiencia.
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