Sólo había visitado un
título de la autora –el menos representativo- cuando en una conspicua y novel
librería local propusieron hacer una lectura conjunta, con puesta en común
presencial, a principios de diciembre pasado. Me pareció una buena ocasión de
encarar, por primera vez, un trabajo que estuviera dentro del estilo autorreferencial por el cual es
reconocida.
II.
La novela es narrada
por la escritora en tercera persona, donde la protagonista es ella misma, casi
como tomando la debida distancia –física y temporal- de la joven que era en
aquel verano de 1958 cuando, habiendo concluido sus clases, se emplea como
monitora en una colonia de vacaciones de niños, para ganar algo de dinero y, de
paso, liberarse de la férrea dominación materna. Con diecisiete años, sin
experiencia previa ninguna, es la primera vez que esta hija única mimada deja a
sus padres y espera vivir una historia de amor. Un encuentro accidental con uno
de los monitores mayores deviene en el momento tan ansiado. A partir de allí,
todo cambiará.
III.
El libro se divide en dos partes bien definidas: uno,
en la descripción del entorno familiar, los estudios y las escasas relaciones
de amistad, con las ilusiones propias de la adolescencia y cómo todo ello se
transformó a partir de la experiencia sexual. La segunda, repasa lo sucedido
durante los dos años posteriores a aquel verano; su frustrado paso por el
Magisterio, el rechazo de su aceptación como monitora y el viaje a Londres para
mejorar su manejo del habla inglesa, entre otros.
La versión digital, gentileza de una amiga lectora
IV.
Destaco en esta novela la descripción de los
cambios surgidos a partir del descubrimiento de la sexualidad y la posesión del
deseo, llevándolo hasta sus límites para poder dejar atrás su personalidad
anterior; la memoria y su capacidad de reconstrucción de los hechos –ha pasado
más de medio siglo cuando la autora rememora-; reflejar en palabras cuán
complejo es cambiar y adaptarse a los cambios que se disparan en nuestro
interior, y la poderosa dicotomía entre narradora y protagonista, que permite
adentrarse en la mente de una joven, con sus titubeos, miedos y deseos. Todos
aciertos que hacen más que meritoria su lectura.
V.
Con estilo directo y frontal, yendo hacia atrás y adelante en el tiempo, con alusiones a libros, música y hechos de aquellos años, Ernaux construye un potente retrato de época, unido a una historia de despertar sexual que la marcara a fuego, como a todo ser humano. Recomendable para iniciarse en las letras de la autora francesa.
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