viernes, 26 de diciembre de 2025

La gran trilogía. 3. Flores en la nieve, Gregor von Rezzori

Anagrama, 2009

I.

               Con este tercer título concluye esta maravillosa trilogía de von Rezzori, que recoge el testimonio de un sobreviviente a los intensos cambios –y fatales, en algunos casos- de la vida en la Europa del Este, a lo largo de más de siete décadas. Así, el autor destina sus páginas a rememorar a los miembros de su núcleo familiar y quienes tuvieron mayor influjo sobre él, realizando una semblanza sui generis, pues el nivel de análisis de la personalidad y la conducta de cada uno de ellos respecto a él y hacia los otros miembros resulta esclarecedora a la hora de interpretar la importancia de cada rol.

II.

                Comienza por delinear a Kassandra, su nodriza de leche, quien fuera su protectora y defensora personal, sobre todo ante las pullas de su hermana –cuatro años mayor- a quien Gregor vino a quitarle el estrellato de hija única, después de que su madre solo tuviera ojos para el bebé. Esa criada, que no manejaba bien ningún idioma –y no le importaba aprender-, de origen rústico pero compañera fiel del pequeño, fue su primera experiencia de aprendizaje de vida.

III.

                Luego, pasa a analizar –como un forense- la vida de su madre quien, al casarse con un hombre bastante mayor que ella, llevó un matrimonio frustrado desde el inicio, en el que enterró sus ilusiones juveniles. Y tanto el divorcio como un posterior enlace no pudieron recuperar sus mejores momentos. Tras ella, es la figura paterna la que analiza. Un hombre jovial, campechano, que solo tiene en mente realizar su trabajo de funcionario y destinar todo su tiempo libre en la actividad de caza; un padre totalmente ausente.

IV.

               Hacia el final, repasa la corta existencia de su hermana –falleció poco después de su veintena- y la influencia que legó a su hermano menor, y un capítulo aparte es el de la institutriz, quien no solo educara al díscolo joven –que solía cambiar de institución educativa- sino que con su actuación permitiera a éste desarrollar su personalidad y adquirir confianza en sí mismo. Párrafo aparte es el Epílogo, en el cual el autor narra su regreso a su ciudad natal después de medio siglo de ausencia. En él recoge la experiencia de transitar aquellas viejas calles donde ya nada es lo que ha sido; ni siquiera queda rastro de su primer hogar. Ante la pérdida de toda referencia, no sin pesar, es su memoria la que se erige como testimonio de época, pues ya nadie recuerda aquel tiempo. Es un cierre más que emotivo, digno del conjunto de la obra compilada.

V.

            De estilo coloquial y ameno, con descripciones precisas de comportamientos y caracteres, von Rezzori nos entrega en este trabajo toda una vida familiar con sus claroscuros, en medio de una Europa que se desmoronaba, al igual que los recursos familiares. En suma, un libro inolvidable.

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