I.
Con este tercer título concluye
esta maravillosa trilogía de von Rezzori, que recoge el testimonio de un
sobreviviente a los intensos cambios –y fatales, en algunos casos- de la vida en
la Europa del Este, a lo largo de más de siete décadas. Así, el autor destina
sus páginas a rememorar a los miembros de su núcleo familiar y quienes tuvieron
mayor influjo sobre él, realizando una semblanza sui generis, pues el nivel de análisis de la personalidad y la
conducta de cada uno de ellos respecto a él y hacia los otros miembros resulta
esclarecedora a la hora de interpretar la importancia de cada rol.
II.
Comienza por delinear a Kassandra, su nodriza
de leche, quien fuera su protectora y defensora personal, sobre todo ante las
pullas de su hermana –cuatro años mayor- a quien Gregor vino a quitarle el
estrellato de hija única, después de que su madre solo tuviera ojos para el
bebé. Esa criada, que no manejaba bien ningún idioma –y no le importaba
aprender-, de origen rústico pero compañera fiel del pequeño, fue su primera
experiencia de aprendizaje de vida.
III.
Luego, pasa a analizar –como un forense- la
vida de su madre quien, al casarse con un hombre bastante mayor que ella, llevó
un matrimonio frustrado desde el inicio, en el que enterró sus ilusiones
juveniles. Y tanto el divorcio como un posterior enlace no pudieron recuperar
sus mejores momentos. Tras ella, es la figura paterna la que analiza. Un hombre
jovial, campechano, que solo tiene en mente realizar su trabajo de funcionario
y destinar todo su tiempo libre en la actividad de caza; un padre totalmente
ausente.
IV.
Hacia el final, repasa la corta
existencia de su hermana –falleció poco después de su veintena- y la influencia
que legó a su hermano menor, y un capítulo aparte es el de la institutriz,
quien no solo educara al díscolo joven –que solía cambiar de institución
educativa- sino que con su actuación permitiera a éste desarrollar su
personalidad y adquirir confianza en sí mismo. Párrafo aparte es el Epílogo, en
el cual el autor narra su regreso a su ciudad natal después de medio siglo de
ausencia. En él recoge la experiencia de transitar aquellas viejas calles donde
ya nada es lo que ha sido; ni siquiera queda rastro de su primer hogar. Ante la
pérdida de toda referencia, no sin pesar, es su memoria la que se erige como
testimonio de época, pues ya nadie recuerda aquel tiempo. Es un cierre más que
emotivo, digno del conjunto de la obra compilada.
V.
De estilo coloquial y ameno, con
descripciones precisas de comportamientos y caracteres, von Rezzori nos entrega
en este trabajo toda una vida familiar con sus claroscuros, en medio de una
Europa que se desmoronaba, al igual que los recursos familiares. En suma, un
libro inolvidable.

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