Losada, 2015
I. Es la cuarta y última novela del
autor, aparecida en 1932, y reunida en este volumen. Narra la historia de
Estanislao Balder, un ingeniero calculista, quien una tarde en la estación de
tren Retiro es deslumbrado por el
candor de Irene Loayza, una jovenzuela de dieciséis años que suele viajar en
ese medio para tomar clases de piano, y volver a la ciudad de Tigre donde vive
junto a su madre. Balder no duda en seguirla, primero, y establecer contacto
luego, de manera de conquistar a Irene y convertirse en su novio.
II.
Pero Balder, casi en la treintena, se halla
casado con Elena y juntos tienen un crío. Cuando decide sincerarse con Irene,
le propone conocer a su madre y conseguir permiso para frecuentarla, confesando
su intención de divorciarse para después vivir un idilio que concluirá en nuevo
matrimonio. Mientras tanto, los encuentros entre ambos protagonistas son
furtivos y melosos. Solo le acosa a Balder una obsesión: saber si Irene es
virgen. Al poco, la relación se enfría y pasan dos años hasta que una situación
fortuita los vuelve a reunir. A partir de allí, retornará el romance hasta su
desenlace.
III.
Balder representa un arquetipo de
clase media urbana a quien el matrimonio le resulta rutinario, una suerte de corset institucional con el que se
obtiene el permiso social para ejercer la sexualidad que, una vez pasados los
primeros fragores, deja de tener atractivo. Por eso busca en una relación
extramatrimonial recuperar aquel deseo y también parte de los sueños de
juventud. En ese sentido, el lector asiste a los devaneos de la caza y
conquista que Balder intenta sobre Irene y a sus propias fantasías de amor,
viajes y sueños de una vida mejor junto a ella.
IV.
El gran acierto de esta novela
tragicómica son las meditaciones acerca del sexo, el matrimonio y el paso del
tiempo en las relaciones humanas, que Balder va dejando escapar en cada regreso
de su viaje en tren. Los párrafos condensan en breves líneas los argumentos de
un pequeño burgués respecto de la vida familiar, llena de hipocresías, y las
posibles formas de escape que existen para que la vida no se convierta en algo
totalmente aburrido. He aquí un ejemplo,
‘Analizaba a su mujer y la
encontraba semejante a las esposas de sus amigos. Todas ofrecían
características semejantes. Eran singularmente amargadas, ambiciosas,
vanidosas, rigurosamente honestas, y con un orgullo inmenso de tal honestidad.
A veces se le antojaba que este orgullo estaba en razón inversa del reprimido deseo
de dejar de ser honestas. Lo más notables del caso es que si alguna de estas
mujeres honestas, para singularizarse hubiera dejado de serlo, con semejante
actitud no habría agregado ningún encanto a su personalidad. Habían nacido para
enfundarse en un camisón que les llegaba a los talones y hacerse la señal de la
cruz antes de dormirse. Pavoneaban una estructura mental modelada en todas las
restricciones que la hipocresía del régimen burgués impone a sus desdichadas
servidoras.’
V.
De estilo ameno y coloquial, con escenas
desopilantes –la de la presentación ante la madre para pedir permiso para mantener relaciones con su hija (aun
estando casado) no tiene desperdicio- y el auxilio de un breve puñado de
personajes secundarios que fortalecen la trama, Arlt nos ofrece un espejo
burlesco sobre una clase media cómoda y pusilánime, incapaz de remontar el
conformismo impuesto por las reglas sociales. Una obra recomendable.

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