viernes, 11 de octubre de 2013

Apología de la amistad. El sobrino de Wittgenstein, Thomas Bernhard


Anagrama, 2010

            Empujado por otros lectores a incursionar en las letras de Bernhard, decidí hacer mis primeras armas con este volumen corto, que viene precedido por un reconocimiento mundial y ha colocado a su autor en la cúspide de los escritores austríacos más relevantes del siglo pasado.
            Escrito en primera persona, Bernhard describe su relación con Paul Wittgenstein, sobrino del afamado filósofo Ludwig, con quien ha mantenido una relación de amistad con características particulares. Así, expone que el vínculo fue construido por ambos, aun a sabiendas de las enormes diferencias de apreciación que mantenían respecto de los hechos artísticos. Bernhard reconoce que esa amistad ha requerido de ingentes esfuerzos de uno y otro para sostenerse en el tiempo.
            Recluido en un hospital debido a una cirugía de tórax en 1967, el autor comparte el predio con su amigo aunque se encuentran en pabellones distintos; uno, en el de los que intentan recuperarse de una enfermedad pulmonar, el otro, en el manicomio donde son atendidos aquellos que presentan rasgos de locura. Su salud se encuentra tan debilitada que se le hace imposible allegarse hasta el pabellón donde se halla Paul y, en todo ese lapso sólo han podido encontrarse una única vez, más por tenacidad de Paul que por sus propias posibilidades.
            Con una prosa repetitiva, ansiosa y reconcentrada, Bernhard repasa cómo se conocieron, qué rasgos de la personalidad de Paul le atrajeron sobremanera, por qué se hicieron amigos y la importancia de la presencia de Paul en su vida, haciendo de este análisis descarnado y minucioso una apología, un canto a la amistad.
            También incluye su mirada crítica sobre su propio trabajo de escritor y exhibe sin pudor su total descreimiento de los premios que se les otorgan, a los que considera más de índole política y comercial que un motivo de reconocimiento a la trayectoria literaria. El episodio que relata una premiación nacional no tiene desperdicio. Por otra parte, desmenuza los trastornos de Paul –muchos de los cuales parece haber compartido con su tío- sin establecer juicio, pues comprende cabalmente sus obsesiones y exabruptos, su naturaleza excéntrica y desordenada, haciendo una despiadada burla a lo que la sociedad considera ‘normal’.
            Finalmente, escribe este libro para expurgar en parte su sentimiento de culpa por haber abandonado al amigo, negándose a visitarlo en sus últimos tiempos, porque el dolor de asumir el deterioro de los momentos finales le habría causado mucha más angustia que la ausencia; de esta manera, rescata del olvido y la intrascendencia la historia común que los ha tenido por protagonistas de una amistad sui generis.
            Es un texto denso, escrito casi de corrido, con frases que se repiten machaconamente, pero que bien vale la pena atravesar porque su contenido lo amerita. Sin dudas, un muy buen libro.

domingo, 6 de octubre de 2013

Retrato de milicia juvenil. El teniente Gustl, Arthur Schnitzler


Acantilado, 2006

           Un compañero de ruta en la autopista bloguera signaba hace poco dos trabajos de Schnitzler, entre los que se encontraba esta joya literaria, brevísima en su extensión pero magnífica en su caracterización y trasfondo. Ya había visitado ‘La señorita Elsa’ del mismo autor, del que algo expresé en este mismo espacio y ‘Relato soñado’, que dio origen al film Eyes Wide Shut, de Stanley Kubrick, en otro ya desaparecido.
            El teniente Gustl es un soldado vienés del siglo XIX que se aburre soberanamente al asistir a un oratorio. No ve la hora que concluya para poder disfrutar de otros placeres –mujeres, puros, cena-. Mientras tanto, observa a las damiselas de los palcos y plateas y medita acerca de sus conquistas, su pérdida en el juego y, fundamentalmente, el tener que enfrentar un duelo de caballeros en la tarde del día siguiente debido a una ofensa al pundonor militar que otro invitado le infligió en medio de una reunión.
            Utilizando la técnica del monólogo interior –tan sabiamente desarrollada por el autor a través de toda su obra- nos enteramos por el propio Gustl que llegó a la milicia al haber sido expulsado del colegio, que es muy propenso a la vida fácil y disoluta del juego, los amores superficiales y la parranda. Pero también nos muestra su soberbia de oficial militar, su cobardía ante la muerte y la variabilidad de su humor según las circunstancias, lo que puede ocurrir de un momento a otro. Capaz de decidir su suicidio porque un pastelero –a quien ve diariamente- lo trata de imbécil a la salida de la función del teatro –pero incapaz de llevarlo a cabo-, pasa de la angustia que supone dejar este mundo por propia voluntad ante la imposibilidad de ajusticiar al agresor a la más exultante euforia al enterarse del deceso de aquél a la mañana siguiente.
            Su naturaleza inestable y voluble se pone de manifiesto en cada pensamiento que Gustl aborda, sea respecto de sus amigos, su familia o del entorno que frecuenta. En base a una sólida construcción de su protagonista, que dilapida dinero en apuestas, vive gracias a los aportes que le gira su madre y tiene de amante a una mujer casada con la que no asume compromiso ninguno, Schnitzler se encarga de retratar entrelíneas lo que él considera el modelo de militar austríaco: un jovenzuelo que abraza la carrera castrense por descarte, sin convicción, más afecto a los halagos y reverencias que al patriotismo, y siempre dispuesto a servirse de los beneficios que el reconocimiento social y las prebendas militares le otorgan, tanto como a defeccionar ante la primera detonación de cualquier pistola.
            Ameno y coloquial, el libro se lee rápido dada su brevedad y contenido. Las composiciones de Schnitzler resultan tan reales, que se ha ganado con justicia un buen lugar en mi biblioteca.

martes, 1 de octubre de 2013

Versión Original 2. La muerte de Virgilio, Hermann Broch


Alianza, 2007


             Como lo había anunciado, nuevamente publico un texto escrito anteriormente. En esta ocasión, el mismo apareció en marzo de 2010, luego de su auspiciosa lectura, durante los meses de verano. El primer párrafo hace alusión a un amigo personal y a la Feria del Libro local, de 2009.

 Hermann Broch en Cafayate, Valles Calchaquíes, provincia de Salta, febrero de 2010.
             Andando por la última Feria del Libro local, el Flaco se llevó un ejemplar del autor, que compone la trilogía “Los sonámbulos”. Pasados los días, al comentarle a mi otro etílico amigo el cotilleo propio de la visita, me señaló este título como el sobresaliente de toda la obra de Broch. Después de buscarlo afanosamente por todo Baires, “rechiflado en mi tristeza” y “sin plata y sin fe”, se me ocurrió preguntar en una histórica librería de Recoleta, donde tuve la fortuna de hallarlo. Esa fue la primera de las fortunas. La segunda, fue la que tuve que pagar. La tercera, a continuación.

           Es un librazo, no sólo por sus 566 páginas –y el peso que esto acarrea- sino fundamentalmente por su contenido. Es la historia del poeta Virgilio, que vuelve desde Grecia junto al César Augusto,  ya muy enfermo y al que le restan pocas horas de vida, acompañado por un cofre en donde guarda los rollos que componen la Eneida. El libro se divide en cuatro partes, cada una signada por los cuatro elementos: agua, fuego, tierra, éter.
            La primera, es la llegada al puerto de Brindis (Brindisi), donde tiene lugar el festejo del arribo que coincide con un nuevo onomástico del César, para lo cual Virgilio debe ser llevado en litera en medio de las callejas, donde recibe los insultos de la gente común, sobreviviendo en su propia miseria, pues creen que el transportado desea “hacerse notar”. Una situación que evoca el Vía Crucis de Jesús –que, cronológicamente, padecerá años después-.
            La segunda, conducida por el aumento nocturno de la fiebre, es una construcción llena de representaciones oníricas, donde se entremezclan alucinaciones, ensueños y realidad, –con esos seres imaginarios que tan bien retrataba el Bosco en sus pinturas-. Pero el lirismo conque Broch los describe es maravilloso. En medio de esta imaginación febril surge en Virgilio el  convencimiento de que su vida ha sido sólo palabras, que la grandeza del conocimiento al que él aspiró sólo puede  alcanzarse con la realización de la muerte y, por lo tanto, su obra, la Eneida, es incompleta y debe ser quemada como tal. Los amigos de toda la vida, que se dan cita para enterarse de su salud, al escuchar esto se alarman.
            En la tercera parte, se entabla el encuentro entre el César y el poeta. Es aquí donde el debate sobre el objeto de la poesía se contrapone con el poder del Estado y la obra de gobierno. Augusto sostiene que no hay menos conocimiento en gobernar que en toda manifestación artística. El contrapunto es indescriptible pues cada uno argumenta con razones y defiende denodadamente su punto de vista (aunque el César lo hace para evitar la quema de la Eneida, porque refleja la gloria del Imperio creado por él y, por ello –esgrime-, la obra ya no pertenece al autor sino a su pueblo).
            Por último, la entrada en la muerte, como si la vida que se apaga alcanzara la plenitud a medida que se despega; como si la última entrega de ésta fuera la verdadera razón para adquirir el más puro conocimiento, siendo su consecuencia lógica, sin solución de continuidad entre ambas, es de una belleza de tal magnitud que conmueve y emociona hasta las lágrimas. Esa vigilia final recuerda el “pianísimo” en que concluye la 9ª sinfonía de Mahler, donde el compositor imaginaba su propio ingreso en la muerte.
            Pero no es solo esto. En su interior hay otros tópicos. La reflexión sobre la necesidad de la belleza y del arte (y cuándo éstos se vacían de contenido); la discusión acerca del rol de la risa como oposición a la manifestación artística –tema central de “El nombre de la Rosa”, de U. Eco-; la necesidad de volver a las fuentes, donde la muerte es un elemento más para renacer (“en mi fin está mi principio” shakespeareano); la certeza de que todo tiene un ciclo que cumplir y que sólo puede superarse una vez cerrado el círculo al que se encuentra destinado (el eterno retorno de Elíade); y finalmente la disolución del lenguaje, porque cuando se accede al conocimiento absoluto, el lenguaje se torna innecesario, una limitación, un sin sentido (algo que asocio con la música del “Cuarteto para el Fin de los Tiempos”, de O. Messiaen), son sólo parte de los elementos incluidos, plenos de agudezas y poética.
            En suma, este libro, lleno de imágenes, escenas, reflexiones y evocaciones, ya comparte con “Los hermanos Karamazov”, de Dostoyevski y “Memorias de Adriano”, de Yourcenar, el ser uno de los tres mejores libros que leí en mi vida, lo que no es poco.

sábado, 28 de septiembre de 2013

A propósito de 'Las palabras de la noche'

Al poco tiempo de publicada la última reseña, llegaron estas líneas por correo electrónico. En mi afán de ser honesto y transparente, decidí hacer partícipes de nuestro intercambio a los lectores que visitan este espacio.

Estimado Marcelo:
He leído casualmente su reseña del libro "Las palabras de la noche" de Natalia Ginzburg que me ha parecido muy interesante, y le felicito.
Al mismo tiempo me gustaría aclarar una cuestión que usted ha planteado en la reseña: "Son escasos los títulos de esta casa editora que hoy pueden encontrarse en las librerías argentinas. En parte, debido a las restricciones impuestas a las importaciones y también, porque la crisis económica que flagela a nuestra Madre Patria ha obrado para que aquélla haya tenido que reducir su catálogo –y, mucho me temo, despedir personal-, según el comentario de un importador en la pasada Feria del Libro local. "
En realidad la editorial, a pesar de la crisis tanto a nivel general como del sector editorial, no se está viendo afectada en absoluto por esta contingencia económica, de hecho sigue ampliando su catálogo constantemente y cuenta en la actualidad con casi 1.500 títulos, todos disponibles en el mercado ya que, a diferencia de otras editoriales, Pre-Textos no destruye los libros que edita y siempre los mantiene en su catálogo. De hecho "Las palabras de la noche", que es de hace más de diez años, es un título que se comercializa muy bien, y se encuentra disponible en el mercado.
Además quiero aprovechar para despejar su duda y informarle que la editorial no ha despedido personal, y que su plantilla que es la misma desde hace por lo menos quince años se ha incrementado hace dos años con dos nuevos colaboradores. El comentario del importador que usted menciona es por lo tanto totalmente falso y evidentemente está hecho en total mala fe, y es tipificable como un delito ya que causa un prejuicio importante al buen nombre de la editorial que lleva 36 años de actividad continuada comprometida con la excelencia en la edición.
Estimado Marcelo, como lector de Pre-Textos que es, esperamos que tenga la amabilidad, si así le parece conveniente, y si tiene ocasión, de rebatir al importador en cuestión, con los datos que le estoy proporcionando, este "bulo" difamatorio que está intentando hacer circular, sobre todo considerando que se trata al mismo tiempo de un delito y de una práctica comercial poco ética y muy poco profesional por parte de un operador del sector […]
Editorial Pre-Textos
Gianfranco Spada
(Responsable de contenidos, comunicación y comunidad online)

Estimado Gianfranco:
En principio, agradezco su gentileza de informarme acerca de la verdadera situación de la editorial lo cual, como comprenderá, me avergüenza enormemente en lo personal, por dar por cierto un comentario de gente de mi confianza, la que creía honesta e informada. De hecho, el comentario completo sobre Pre-Textos ha sido: "No parece tener una política editorial clara; con los tiempos que se viven en España, es bastante probable que despidan personal y están decididos a reducir el catálogo..." No soy de hacer nombres, pues es fácil negar semejante párrafo, pero son los mismos a los que felicité personalmente por la apuesta de intentar vender un título reconocido de vuestro catálogo que ha estado ausente durante muchos años en los anaqueles de nuestras bibliotecas. Tenga la seguridad de que quien escribe les trasladará oportunamente y en breve sus líneas.
[…] Por último, sírvase recibir de mi parte mi total reconocimiento hacia la editorial, y extiéndalo a su personal, por la calidad de las traducciones, el cuidado de la edición y la selección de títulos que, para un lector voraz -aunque promedio- como quien escribe, Pre-Textos es una casa editora de renombre y respeto. Gracias por la amabilidad de sus líneas. Un cordial saludo.
Marcelo Zuccotti

Sirvan ambos mensajes, entonces, de válida aclaración.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Vida de pueblo. Las palabras de la noche, Natalia Ginzburg


Pre-Textos, 2002

            Son escasos los títulos de esta casa editora que hoy pueden encontrarse en las librerías argentinas. En parte, debido a las restricciones impuestas a las importaciones y también, porque la crisis económica que flagela a nuestra Madre Patria ha obrado para que aquélla haya tenido que reducir su catálogo –y, mucho me temo, despedir personal-, según el comentario de un importador en la pasada Feria del Libro local. Por eso, cuando lo vi no dudé en llevarlo; más cuando el precio era ciertamente irrisorio.
            Elsa, la protagonista, nos narra en primera persona las peripecias de la vida en su pueblo. De veintisiete años de edad, vive con sus padres y su tía, tiene una hermana casada que vive en Johannesburgo y otro, más joven, que vive en Venezuela; se encuentra soltera y casadera.  Su padre trabaja para la única industria local, de la rama textil, que es propiedad de los De Francisci y que ha dado trabajo a todos los pobladores. El viejo Balotta la ha dirigido hasta su muerte y luego se han hecho cargo sus herederos.
            En el transcurso, se repasa la historia de esa familia, otrora poderosa, hasta la decadencia posterior a la guerra y al fascismo. El lector ignora el motivo de esta narración, hasta que asiste al hecho de que Elsa es amante de Tommasino, uno de los hijos menores del viejo Balotta.
            Si me apego al argumento, el libro sobrevuela un período histórico italiano, desde antes del fascismo hasta mediados de los sesenta. La galería de personajes secundarios sólo realza el retrato de la vida de un pueblo, en las afueras de las grandes ciudades, donde todos se conocen y reconocen.
            El relato cuenta con una madre hipocondríaca y parlanchina, el ‘pater familiae’ conservador, los hijos varones –uno emprendedor y el otro introvertido-, el pariente criado como un hijo –oportunista y calculador-, las clásicas envidias y peleas entre concuñadas, la hija hombruna y ‘machona’ –‘tomboy’- y una serie de personajes que componen el escenario de fondo en el que se debaten sus protagonistas.
            Hacia el final, hay una mirada crítica al matrimonio como institución tradicional, al parecer ‘leit motiv’ de toda mujer joven nacida en una sociedad patriarcal y pacata. De hecho, Elsa se reúne para tener sexo con Tommasino, a sabiendas de que a ninguno de ambos les interesa ‘formalizar’ la relación.
            Fluido y coloquial, el libro permite entrever que, más allá de las filiaciones políticas de sus miembros, los pueblos mantienen una identidad y la historia sigue su curso a pesar del influjo que los gobiernos de turno le impriman a la sociedad. Costumbrista y por momentos bucólico, el texto se lee rápido, dejando algo similar al aroma que esas prendas viejas, colgadas en un rincón del placard, emanan al ser expuestas al aire.

sábado, 21 de septiembre de 2013

El reino de la sangre. Abril quebrado, Ismaíl Kadaré


Muchnik, 1990

            Había pasado mucho tiempo desde que por primera vez intenté encontrar un título de Kadaré por estas costas, sin suerte. Afortunadamente, otro lector tan voraz como yo decidió poner una librería de usados, haciendo circular así los que alguna vez fueron sus libros junto a otros, de los que tenía conocimiento por contacto o amistad. Los precios suelen ser elevados para libros que no dejan de ser de segunda mano pero, en compensación, se puede acceder a obras raras o agotadas que, de otra manera, sería casi imposible hallar. Éste es uno de ellos.
            En el altiplano conocido como el Rrafsh, en el norte albanés, Gjorg Berisha debe cumplir una tarea ancestral: vengar la sangre de su hermano, muerto por Zef, un miembro del clan Kryeqyqe, con quienes mantienen una disputa de más de setenta años y más de cuarenta muertos entre ambas familias, matándolo. Para ello, se embosca en una colina que éste suele transitar y, después de una larga espera, logra su cometido. Ahora, se ha transformado en un gjakës, un homicida; goza de un amparo de treinta días, llamado besa, antes de ser objeto de muerte, a mano de otro miembro de la otra parte, según la ancestral ley del Kanun.
            Como primera obligación, debe acudir a la kulla de Orosh, una casa principesca distante un día de camino, a pagar ‘la tasa de sangre’; después le quedarán algunos días antes de que lo maten o que se encierre en una kulla de enclaustramiento, de la que no podrá salir hasta que ambas familias logren un acuerdo, algo poco menos que imposible. De camino a su aldea, Gjorg decide vivir clandestinamente, saliendo por las noches y corriendo el riesgo que alguien lo siga para darle muerte. Mientras dura su amparo, prefiere recorrer el Rrafsh y vivir lo que le queda de vida en contacto con la naturaleza. En su derrotero, se cruza con Besian Vorpsi –un escritor- y Diana, su bellísima esposa, de quien queda prendado. Éstos, de viaje de luna de miel por las comarcas del altiplano, son huéspedes del señor de Orosh e intentan conocer cómo se aplican las leyes del Kanun en esos territorios. La pasión encendida en Gjorg por Diana lo expone a una muerte segura, pero él decide asumir los riesgos.
            Kadaré compone, de esta manera, un relato basado en una ley tradicional –a la que ridiculiza- que sólo entiende de sangre, violencia y venganza. Deja en claro el sinsentido a partir del motivo de la disputa entre los clanes y, en los diálogos de la pareja citadina, pone de manifiesto los intereses económicos que se ocultan detrás de aquellos que sostienen el Kanun, así como también los problemas del cultivo de las tierras cuando la sangre derramada se lava con más sangre.
            La narración es sólida e impecable. Lo que se lee en segundas líneas es tanto o más trascendente que la trama propia de la historia que nos relata. Su lenguaje coloquial y dinámico, hace que el texto discurra con fluidez. ¿Hasta cuándo una sociedad será capaz de sostener un despropósito con el pretexto de apego a la tradición? ¿Quiénes se benefician con ello? Kadaré evidencia que la ignorancia y la falta de educación apropiada siguen siendo útiles a quienes ven en ello una posibilidad de enriquecimiento. Un libro breve y magnífico.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Coñoscopía. Zonas húmedas, Charlotte Roche


Anagrama, 2009

            Leí que causaba sensación en Alemania. Su autora, de origen inglés, había publicado una novela que había sido el mayor éxito de ventas en el país teutón y, junto a una aparición que tuvo que ver con motivo del cuidado del medio ambiente –ofreciéndose sexualmente al primer ministro alemán-, logró trascender las orillas europeas y su obra llegar a mi mano.
            La historia de Helen Memel, una adolescente de dieciocho años de edad, internada en un sanatorio debido a una cirugía de ano –pues se lo ha rasgado intentando depilarse-, junto a la afección de almorranas –hemorroides- dan origen a un relato con fuerte tinte sexual, con situaciones y narraciones que alternan entre lo procaz, lo promiscuo y lo pornográfico.
            Helen es una pendeja agrandada, que sufre inconmensurablemente el divorcio de los padres y el hecho de que cada uno de ellos haya rehecho su vida sentimental. Pero lo que más sufre es haber dejado de ser el centro del universo de ellos –que, por otra parte, casi ni la registran-. Sin la asistencia de amigas ni nadie que la conozca, se enfrasca en cualquier acción –incluso, contra sí misma- que le permita alargar su estancia en el sanatorio donde se encuentra, de manera de tener siempre la posibilidad de reunir a sus progenitores para reconciliarlos.
            Haciendo uso de cualquier clase de mentiras, nos enteramos que se esterilizó, que no hace óbice a ninguna circunstancia que le brinde sexo; que no es higiénica; que su dilatada experiencia sexual la ha vuelto bizarra y descreída y que no escatima ningún esfuerzo personal para alcanzar sus objetivos.
            Yendo al análisis, sólo es una novela que intenta provocar al lector y ganar una buena suma con el negocio editorial. No la creo capaz de aumentar las secreciones vaginales de las mujeres que la lean, ni las erecciones del género masculino. Más bien está destinada a pasar sin pena ni gloria por el universo de la ficción.
            Charlotte, el que uses una serie de eufemismos para significar la vagina y sus considerandos –coño, chochito, esmegma-, así como un sinnúmero de alusiones al sexo anal y oral –‘churro con chocolate’, ‘coliflor’, etc.- no despiertan en este lector más que bronca. Si acudís a estos términos, y tu protagonista hace todo lo contrario de aquello que las reglas básicas de vivir en sociedad impone a cada ciudadano, para parecer transgresora, no te has percatado que el texto se vuelve guarro y sin sentido. ¿Para qué leer este libro? ¿Qué nos ha de dejar al concluirlo? NADA, absolutamente nada. Siento que he perdido el tiempo que he dispuesto en leerte, que podría haber sido destinado a algo más significativo.