viernes, 30 de marzo de 2018

Grietas en la fachada. Años Luz, James Salter


Salamandra, 2013

I.

            En su momento, ni bien apareció en las librerías, fueron varios los lectores que realizaron elogiosos comentarios de esta novela, poniendo énfasis tanto en el estilo narrativo como en la creación y el desarrollo de la trama, más que de los personajes. Yossi Barzilai, U-topía y Mientras Leo son ejemplo de ello. Acallados los encomios primigenios, decidí darle la oportunidad.

II.

          ¿Cómo obra el paso del tiempo en una pareja?, ¿en qué nos vamos convirtiendo a medida que la costumbre y el hábito de lo cotidiano se enseñorean de nuestras vidas?, ¿cuándo empezamos a dar por sentado a ese otro que convive con nosotros? El arquitecto Vladimir (Viri) Berland y su esposa Yvonne (Nedra) son los protagonistas de esta historia. Pertenecientes a la clase más acomodada de Nueva York, dividen su tiempo entre Manhattan y su casa ubicada al norte, a la vera del Hudson, acompañados por dos pequeñas hijas. No parece haber signos de fisuras entre ellos. Sin embargo, esa vida algo superficial que alterna entre trabajo, fiestas, reuniones sociales y paseos familiares, no es todo lo tersa y suave que aparenta ser. La lasitud que permite la disponibilidad de recursos económicos, unida a ciertas licencias que otorga la frecuencia del mundo laboral o del vínculo social, van formando grietas en esa fachada inmaculada.

III.

             Con una prosa rayana en el lirismo poético y haciendo gala de cierta dosis de impresionismo literario –el que se construye mediante hechos aparentemente triviales: una cena, una charla entre parejas, un paseo-, Salter va dando forma a una sólida novela que indaga en los conceptos de realización personal, responsabilidad familiar, la fragilidad de los afectos y el peso de la soledad. Así, cada uno de sus personajes evoluciona de manera tan distinta que, al final, resultan casi desconocidos. Al igual que las dos caras de la diosa Juno, uno de ellos mira hacia el pasado, hacia lo que ha sido y siente algo de nostalgia por aquello que se perdió, mientras que el otro sólo vive el presente y enfoca el futuro, con la fugacidad liberadora que ofrece el sentirse vivo. Entre ambos, hay varios años luz de distancia.

IV.

        Respecto de los personajes, la gran protagonista es Nedra, mucho mejor desarrollada y delineada que su marido. Como si Salter hubiera deseado rendir una suerte de homenaje a la mujer del siglo XX, que pasó de ser un partenaire del hombre casado, restringida al ámbito doméstico, a ser capaz de tomar sus propias decisiones y alcanzar un plano de igualdad de género.
            En suma, un libro recomendable, que deja mucho material para reflexionar.

viernes, 23 de marzo de 2018

e-book 27. El final de la hipocresía. Vía Revolucionaria, Richard Yates


Alfaguara, 2008

I.

            Ante la aparición de una nueva edición de uno de los títulos del autor, recordé que el de marras me había sido recomendado hace algunos años por una buena lectora. Esto, unido a un motivo banal extraliterario, dispuso el momento de ser leído.

II.

            April y Frank Wheeler son una pareja, llegando a la treintena, que pertenecen a la próspera clase media estadounidense de mediados de los ’50 del siglo pasado. Llevan una vida relativamente acomodada junto a sus dos hijas pequeñas en los suburbios de Connecticut. Frank trabaja –sin mayores compromisos- en la misma corporación para la que su propio padre trabajó durante su vida activa. April, algo aburrida con su rol de madre y de ama de casa, ha puesto su energía en desempeñar el rol protagónico en una obra de un grupo vocacional de teatro y recuperar así parte de su carrera. El fracaso de la obra desnuda serios problemas conyugales entre ambos.

III.

             Para sobrellevar las dificultades de la relación, April intenta convencer a Frank de abandonar el lugar e irse a París donde, debido al Plan Marshall y la reconstrucción de Europa, cree tener buenas oportunidades de trabajo, mientras que Frank no sólo podría ayudar con los niños sino descubrir a qué actividad destinar su talento. Cuando casi lo logra, la confirmación de su nuevo embarazo echa por tierra la propuesta. Para peor, coincide con la valoración de que es objeto Frank por parte de sus superiores, quienes ven potencial en su carrera de oficinista.

La versión digital, gentileza de Epublibre

IV.

            El planteo de Yates refleja el sentir de dos jóvenes que han sido padres casi sin quererlo y se sienten asfixiados por los compromisos de índole social –el rol de padres, las reuniones con la familia, los amigos y vecinos-, a los que tienen que poner su mejor cara, por más que en lo profundo ninguno de los dos se sientan satisfechos con sus vidas. Ambos personajes viven en una suerte de hipocresía socialmente aceptada, mientras se cuestionan sobre el sentido de una vida mediocre, sin esperanzas de cambio a futuro.

V.

            Con una prosa directa, algunas escenas memorables y un final no por previsible menos dramático, Yates pone de manifiesto hacia dónde puede conducir esa aparente armonía conyugal –por otro lado, todo un retrato de clase de época-, basada en falsedades y lugares comunes. Un libro más que interesante, que fluye pero deja sedimentos que recoger. Hay film de Sam Mendes, con Leo Di Caprio y Kate Winslet basado en esta novela.

Testimonio del motivo banal

viernes, 16 de marzo de 2018

Síndrome de Diógenes. Todas las cosas, Nora J. Rabinowicz


La Parte Maldita, 2017

I.
            Primero, fue ver la portada del libro, que picó mi curiosidad por un motivo personal. Después, fue leer algo sobre su contenido. Pero el elemento disparador de la lectura fue este comentario, aparecido en la página de una afamada librería local –donde retiré el ejemplar-, de un anónimo quien, al menos, parece que tenía algo que decirle a la autora,

‘Cuando no hay talento para pensar una historia, lo mejor es contar la vida de otra persona. Ojo, no vayamos a poner algo personal, o de tu familia, o de tus amigas. Y mirá que tenías material, ¿eh? Felicitaciones, Truman Capote de Paternal. “Una historia que conmueve” me dijo la narradora. Sí, claro, como si no me lo dijera nadie que conoce mi vida, Norita. Pobre mina. Cariños, Andrés.’

II.

            La protagonista narra su historia con Andrés Naranjo, un guitarrista treintón quien es incapaz de separarse de las cosas del pasado y tiende a acumularlas en toda habitación de la que disponga. Así, además de ser sucio y desordenado, vive rodeado de una multitud de objetos cuya más mínima pérdida lo sume en una angustia profunda. En este sentido, Andrés parecería padecer síndrome de Diógenes: aquel que, no pudiendo deshacerse de cosas -que estarían destinadas a la basura-, termina por guardarlas.

III.

            La narradora describe con minuciosidad su vida al lado de semejante personaje. No solo intenta mantener una relación de por sí complicada, sino que hace lo imposible porque Andrés se vuelva un ser convivible. Pero no hay caso. Los desencuentros se suceden y no dejan mucho margen para la esperanza.

Véase la portada y compréndase el motivo personal -colgado en el living-

IV.

            En estilo coloquial y ameno, Rabinowicz compone una historia de desenlace anunciado, con una pizca de humor y escenas graciosas. Si algo hay que destacar en esta novela es la voz de la narradora, por demás honesta y elocuente. Eso sí, adolece de algunos cabos sueltos: no se sabe muy bien de dónde obtiene ingresos Andrés, dada su falta de actividad y ausencia de rentas. Tampoco puede saberse cómo hace para afrontar impuestos y abastecimiento sin ayuda de su pareja, quien tampoco parece muy inclinada al trabajo, por citar algunos casos. Un libro breve y entretenido, apropiado para un viaje de algunas horas.

viernes, 9 de marzo de 2018

Incunables 8. División política. Un país donde todo debe morir, Colum McCann


El Aleph, 2002

I.

            No supe que era una primera –y única- edición en español hasta no investigar. Lo tenía desde que el autor visitó estas tierras en 2015; sólo sabía que contenía relatos. Como no había encarado ninguna obra de este género en lo que va del año, me pareció oportuno.

II.

            En esta ocasión, McCann repasa tres historias con un común denominador: la relación entre padres e hijos. Para ello, los protagonistas no cuentan con más de quince años, siempre acompañados de alguno de sus progenitores. En el primero, que da origen al título, una huérfana intenta ayudar a su padre a salvar la vida de su yegua preferida, a la que se le ha atascado una pata entre las piedras durante una crecida del río y corre el riesgo de ahogarse. La afortunada llegada de un destacamento inglés –que al fin ha de liberar al animal- desencadena el rencor del padre hacia éstos después que su hija, en agradecimiento, invita a los mismos a tomar el té.

III.

            En el segundo, ‘Madera’, una madre de varios hijos con un esposo católico imposibilitado por un accidente cerebro-vascular acepta realizar un trabajo de ebanistería para los protestantes, ayudándose de uno de sus pequeños, en el mayor de los secretos y casi en silencio, para que el padre no perciba la traición y puedan seguir sobreviviendo. Finalmente, en ‘Huelga de hambre’, el más extenso, un huérfano de trece años acompaña a su joven madre a las afueras de un poblado, viviendo en un motorhome, mientras en la prisión su tío, miembro del IRA, participa de una huelga de hambre contra Margaret Thatcher. Ambientado hacia principio de los ’80, McCann rescata la figura de aquellos que enfrentaron el poder inglés, con una narración donde el protagonista, carente de figura paterna, decide correr la misma suerte que su tío.

IV.

            Todos los cuentos se desarrollan en un medio rural, donde los personajes llevan una vida rudimentaria y en los que abundan gestos adustos, aspectos toscos y pocas palabras, sin aspiraciones ni visos de cambio. McCann utiliza este contrapunto generacional para revelar algo más importante: la división política que existe entre irlandeses del norte y sus dominadores ingleses. La diferencia entre católicos y protestantes –y el ejercicio del poder- se constituye entonces en el nervio central de estos relatos, donde las miradas y silencios cobran gran significación.

V.

            Con estilo descarnado y directo, el uso adecuado de recursos propios de la edad, frases cortas y buenas descripciones de escenas y sentires, McCann nos interna en la intimidad familiar de aquellos que padecen una tragedia política. Para tomar en cuenta.

viernes, 2 de marzo de 2018

Vida en blanco. Desarticulaciones, Sylvia Molloy


Eterna Cadencia, 2010

I.

          Repasando mis inclinaciones lectoras, sin mediar ánimo de ninguneo alguno, he notado lo poco que visito la oferta de esta editorial local; por eso me propuse rescatar algunos títulos suyos que bien podrían ser de mi interés, éste entre ellos. Intento, así, saldar la omisión no intencional con la propuesta de esta casa, reconociendo el esfuerzo que diariamente realizan Pablo Braun, Leonora Djament y su equipo por aportarnos materiales de lectura tan novedosos como olvidados por el streaming literario.

II.

            Es posible que cada uno de nosotros tenga un pariente cercano, o lejano, o un conocido que sufra o haya sufrido esa enfermedad tan despojante de la naturaleza humana como es Alzhéimer. Y son muchos los libros –y films- que dan testimonio del deterioro mental del enfermo, hasta con lujo de detalles. Entonces, ¿qué podría aportar la autora con este brevísimo texto, que nos resultara novedoso? Las reflexiones que suscita esa desarticulación progresiva del cerebro, a través del seguimiento diario del paciente.

III.

          La propia autora narra en primera persona sus visitas a ML., una compañera, amiga, ex pareja y colega traductora que padece este mal. Un mal que avanza caprichosamente; que la vuelve incapaz de reconocer a otros mientras le permite realizar una traducción correcta en otro idioma. Pero lo trascendente es que la narradora es consciente de que se está convirtiendo en la memoria perdida de la enferma puesto que, cuando ésta la haya perdido por completo, sólo aquellos que la han conocido podrán testimoniar quién era ML. Y despierta en el lector una sospecha que inquieta: si los testigos de lo que fuimos se mueren o pierden la memoria, ¿quién podrá testimoniar sobre nosotros?

IV.

            Con una prosa sentida, precisa y frontal, Molloy aborda el doloroso tema de aquel cuya historia se va borrando, transformándose en una vida en blanco, incapaz de apropiarse siquiera de las palabras, y también de aquellos que los acompañan, que se esfuerzan en retrasar el momento en que toda esa vida se convierta en olvido, en ficción. Un libro que tiene la fuerza de una flor emergiendo en medio del derrumbe.

viernes, 23 de febrero de 2018

Violencia, locura y muerte. La vegetariana, Han Kang


Bajo La Luna, 2016

           Eran muchas las voces que ensalzaban este título, de aparición reciente en España pero que aquí ya tenía larga data, puesto que la presente es la primera reimpresión de una edición en español del 2012. La autora lo registró en 2007. Tantas opiniones coincidentes me forzaron a buscarlo, primero, y leerlo, algo después.

            Yeonghye es una mujer joven, casada y sin hijos, quien una madrugada decide dejar de comer carne y derivados debido a horribles sueños recurrentes que tienen a la carne y a la sangre como protagonistas. Lo que continúa es el deterioro cada vez mayor de Yeonghye, a medida que depura su ingesta, hasta convertirla sólo en agua.

            El mayor acierto de esta novela se encuentra en la forma que Kang nos hace llegar los detalles de la historia. Para ello utiliza tres voces distintas, en sendos capítulos. La primera es la del marido, quien confiesa haber elegido a Yeonghye como esposa porque no tenía ninguna cualidad sobresaliente. Luego, está el relato del cuñado, esposo de la hermana de Yeonghye quien, siendo un creativo –aunque sin aporte a la economía familiar- sufre una obsesión con el cuerpo de su cuñada y se dispone a dar riendas a su fantasía artística y sexual. Finalmente, está el testimonio de la hermana, quien acompaña a Yeonghye hasta el desenlace.

            La novela orilla varios temas espinosos y nos cuestiona hasta dónde somos libres y soberanos de nuestras propias decisiones. Así, incluye distintos hechos de violencia: personal y activa, perpetrada por personajes masculinos sobre sus mujeres -puesto que el sexo sin consentimiento de ambas partes es lisamente violación-; la violencia familiar -de la que Yeonghye es objeto al negarse a comer carne en una reunión-; la violencia social –cuando el personal de los hospitales fuerza a Yeonghye mediante tubos a ingerir alimento, ante su firme negativa-. También está el tema de la locura: quizás lo que nació como un arresto de rebeldía femenina a la imposición patriarcal de su sociedad tomó un sesgo con ribetes esquizoides y la condujo a una situación de aislamiento tan profunda, donde la muerte es la única salida o la única solución. Y, por supuesto, el cuestionamiento hacia la sociedad que nos impide de diversas maneras dejarnos morir, decisión que es de nuestra entera propiedad y libertad.

            De estilo directo, escueto en palabras, con personajes psicológicamente bien desarrollados y escenas fuertes -que pueden afectar la sensibilidad del lector desprevenido-, Kang construye un relato largo que pone de manifiesto los mandatos familiares, la hipocresía, la incomprensión social y el egoísmo personal que atentan contra nuestras libertades. Un libro interesante, pero no recomendable para lectores impresionables.

Apostillas personales

            Tengo varias razones para sentirme molesto con este libro, y con lo que se ha dicho sobre él. Para comenzar, está el tema del título que, si no engañoso para el lector, al menos es rotundamente equívoco. El único momento en el que se alude la conversión de Yeonghye a la condición vegetariana es en el primer tercio, en el que ella misma explica el por qué; en los dos tercios restantes esa condición pasa casi desapercibida y resulta irrelevante. Tanto es así, que la autora, dándose cuenta, refiere a ella en algunas forzadas escenas, como para justificarlo. Pero lo que confirma mi malestar es que la edición española, bajo el sello de Rata –usando la misma traducción-, puso en la portada un párrafo -tomado de la propia Kang- que intenta aclarar este equívoco a sabiendas, no fuera cosa que diera lugar a reclamos. Por las dudas, lo acompaña de un prólogo, a cargo de alguien llamado Gabi Martínez. Dice textualmente la autora,

‘Hacer preguntas, eso es para mí escribir.(…) Hay una mujer, un ser humano que ya no quiere formar parte de la humanidad. Un ser que pone en juego su vida para no dañar a nadie ni a nada, un ser a quien un día deja de importarle en absoluto vivir o morir.’

        Estas líneas revelan, en parte, de qué se trata el libro. En la edición en mis manos, anterior a la española, la portada carece de prólogo y explicación alguna, como puede verse arriba.

         El párrafo seleccionado también es engañoso: hace aparecer a la protagonista como un ser libre de culpas, que sólo ha tomado una decisión –dejarse morir, cualquiera sea el motivo-, sin ejercer sobre los demás ninguna acción violenta. No es verdad. Cuando Yeonghye intenta ahuyentar sus fantasmas dejando de comer carne, todos los productos de ese origen que se encontraban en el freezer del refrigerador van a parar a la basura, incluido los huevos y la leche –cosa que el marido señala, al volver de su trabajo con hambre-. Si esos alimentos, que hasta el día anterior iban a ser consumidos por ambos, ahora están en el canasto de salida, sin aviso previo al cónyuge –quien los iba a ingerir, puesto que él no se había vuelto vegetariano-, Yeonghye se hace pasible de ser acusada de ejercer violencia pasiva sobre él; una violencia pasiva que, como tal, es impune. A lo sumo, podríamos alegar que no es intencional, pero existe. Claro... me olvido que esa forma de violencia debe ser tolerada, según cánones sociales en vigencia. No dejo de preguntarme cuántos hechos criminales de naturaleza conyugal han tenido como origen actos semejantes de violencia pasiva.

            Respecto de lo que se dijo sobre el libro, algunos lectores han hallado semejanza entre éste y La metamorfosis, de F. Kafka. Disiento con ellos. Gregor Samsa, el protagonista del célebre libro de Kafka, se acuesta siendo hombre y amanece insecto. Yeonghye sufre un cambio durante una noche a través de un sueño –que no cambia su condición de mujer-. Podemos acordar que ambos, en primera instancia, hagan el esfuerzo por comprender qué les ha pasado y, sin ninguna duda, en ambos repercute el rechazo de los demás, que ven modificada su situación respecto de ese cambio. Pero el grado de aislamiento del primero –que no tiene elección- es incomparablemente mayor que el de la segunda, que cuenta aún con la posibilidad de volverse atrás, aunque desista.

          Tómense estas apostillas, entonces, como una suerte de reparos personales que, por otra parte, en nada opacan el contundente texto de la autora.

viernes, 16 de febrero de 2018

e-book 26. Locos lindos. El lector del tren de las 6.27, Jean-Paul Didierlaurent


Seix Barral, 2014

I.

            Me decidió la lectura que había hecho Agnieszka de este libro, hace ya un tiempo. Creo que todos los lectores somos proclives a enternecernos con aquellas historias que tratan de otros lectores, obras literarias o librerías, por simple afinidad con lo que nos es querido: el mundillo del libro en general. Por eso mi disposición era un tanto escéptica al encarar el título de marras, aunque no le quitaba mérito.

II.

            No hay nada raro en este libro. A lo sumo, un protagonista –llamado Guibrando Viñol- que opera una máquina de origen alemán –qué raro- que tritura papel para reciclarlo, y quien suele infligir un castigo impune a los demás pasajeros del tren que aborda todos los días para ir a trabajar: lee en voz alta alguna de las páginas rescatadas de la Cosa. Que la alimentación de esa Cosa –así como él la llama- son libros, sólo libros. Que sus mejores amigos son un lisiado cuyas piernas se comió la Cosa, y un guardia de acceso, que suele expresarse a cualquiera en alejandrinos dodecasílabos. Que, al escucharlo, un par de ancianas le soliciten realizar lecturas en el instituto para mayores donde habitan, los fines de semana. Como dije, nada extraño.

III.

             Pero un día se topa con la historia de Julie, una aseadora de baños en un centro comercial, que no tiene mejor idea que poner por escrito lo que vive, y pierde en el tren ese pendrive que concentra toda su mirada acerca de sí misma y de la sociedad que la rodea. En el afán de conocer a la autora, Guibrando va declamando el acontecer de Julie día tras día sobre ese tren hasta que, con ayuda de la tecnología y sus amigos, llega hasta ella.

IV.

            No es una historia de amor in stricto sensu, ni tampoco una novela profunda y señera; más bien parece destinada a tocar nuestra fibra sensible y empatizar con el pobre Guibrando, de vida gris y rutinaria –como tantos de nosotros-, por su amor por la lectura y los libros. Por creer que, más allá de una tarea aburrida y mediocre, que solo nos permite ganarnos el sustento, existe un mundo de posibilidades que la literatura nos brinda a la vuelta de la esquina y, quizás, hasta guarde para nosotros una promesa de amor.

V.

            Con escasos elementos narrativos aunque bien dosificados, el autor nos conduce, gracias a un puñado de locos lindos, hacia un final emotivo, a través de diálogos jugosos y reflexiones sobre la lectura y el oficio de leer. Ameno, coloquial, el libro será siempre del agrado del mundo lector.

La versión digital, gentileza de Epublibre