Seix Barral, 2001
Hace
años leí una reseña de este antiguo libro. No sabía quién era la autora ni
sobre qué temas escribía, pero conseguí un ejemplar por puro azar. Vi una
entrevista suya en la TV cuando presentaba uno de sus últimos trabajos. Su
nombre aterrizó en la nube de títulos que esperaban. Fue un comentario en otro
espacio el que disparó su lectura. En medio de algo más denso, me pregunté,
¿por qué no amenizar con él?
Varias historias en paralelo se
entrecruzan en este texto, escrito allá por 1983. Por un lado, está la historia
de Bella –o Isabel, si prefieren-, que dejó su pueblo en busca de un futuro
mejor; quien interpreta boleros como los dioses, pero resulta incapaz de ser
feliz en el tugurio de mala muerte en el que se gana la vida todas las noches. También están los
hermanos Ortiz; Antonio, antiguo amigo y ex pareja de Bella, quien se desempeña
como burócrata en una oficina de la Administración Pública, sin brillo ni proyección. Su
hermana, Antonia, virgen a los cuarenta y vieja conocida de Bella, aún espera
al ‘príncipe azul’. Acompañan la voluptuosa Vanessa, una jovenzuela
con aspiraciones de Hollywood; el Poco, un viejo parroquiano caballeresco que
pernocta en el boliche de tragos y música, y algunos otros personajes que configuran la
atmósfera apropiada para la narración.
Todos los protagonistas anhelan
elevarse del presente gris en que transcurren sus vidas. Antonio espera hallar
una combinación agraciada de fragancias que lo conviertan en un afamado
perfumista, mientras despunta relaciones fugaces con esposas de pilotos de aerolíneas ausentes de su hogar. Antonia, cansada de esperar al hombre de su vida, decide experimentar la sexualidad por sí misma, iniciándose con un mozalbete que
bien podría ser su hijo. Bella, quien sólo desea encontrar un amor apasionado y correspondido, se debe conformar con relaciones circunstanciales.
De estilo fluido y coloquial, Montero intercala capítulos donde los distintos personajes -que se expresan en primera persona- entretejen una
trama coral con tonos de intriga y suspense, combinada con una dosis de
melancolía por los tiempos idos y la necesidad de trascender la mediocridad que
impone la rutina. Secretos familiares, viejos rencores, desencantos y rencillas
varias se dan cita en un texto que nos habla de los sueños de alcanzar una vida
más plena. Sueños que se mueven al ritmo de esos boleros que canta Bella.
Quizás no sea lo más granado de la
autora, pero cuenta con una pluma ágil y buenas observaciones sobre aquellos
que intentan sobreponerse al fracaso. Como inicio a la obra de Montero, no está
nada mal.