Siruela, 2011
Lo
vi en el escaparate de la librería que posee un importador local y recordé las
buenas experiencias que había tenido con Erri de Luca en ocasiones anteriores.
Para mejor, su extensión no alcanzaba el ciento de páginas y traía en la
portada una faja -un banner- que
adelantaba algo del llamativo contenido. Toda la ilusión y la sonrisa por haber
hallado lo que consideraba valioso se me borraron cuando, efectivamente, me
confirmaron cuán valioso era.
Un cazador furtivo sabe que
envejece, que el final de sus días de caza se aproxima y quizás sólo contará
con un par de oportunidades más para alzarse con el mayor trofeo de su vida:
matar al rey de los rebecos, un cáprido habitante de los Alpes. Para ello,
deberá subir por encima de los dos mil metros de altura y, tomando los recaudos
necesarios para no ser descubierto, emboscarlo. Pero a su vez, el rey de los
rebecos –el macho alfa, hoy tan de
moda- también ha envejecido y se prepara para abandonar a su manada aceptando
la singular contienda con el cazador, al que percibe a través de su
desarrollado olfato.
En un estilo que roza lo poético,
con una multitud de imágenes propias del entorno agreste donde se desarrolla la
narración, junto a escenas memorables, de Luca nos ofrece una denodada lucha
entre el hombre y la naturaleza, encarnada en el animal; una reelaboración del
mito de Moby Dick en versión moderna.
Con una alegoría entre dos
contendientes que se funden en un abrazo nupcial final, nos propone una
reflexión acerca de la necesidad de equilibrio en esta vida; condición
altamente delicada que cualquier factor externo puede modificar
irreversiblemente. Incluso, algo tan sutil como el peso de una mariposa.
Acompaña a este relato otro mucho más
breve, en el que el narrador visita –y abraza- a un árbol que, en lo alto de un
cerro, se halla tan inclinado que parece estar en el aire, sujeto quién sabe
por qué suerte de artilugio a las pocas rocas que lo rodean. Una vez más, es
esa necesidad de enfrentar con éxito a las fuerzas desatadas por la naturaleza
-a través de fenómenos meteorológicos como las descargas eléctricas, que bien
podrían quebrarlo o abrasarlo; o la nieve de invierno, que podría tumbarlo
debido al peso aportado por su acumulación- a la que el autor rinde culto,
erigiendo a ese árbol como emblema de supervivencia y lucha contra la
adversidad.
En suma, un libro que se lee de un
sentón. Que si se acomete por la mañana, nos permitirá encarar el resto del día
con optimismo; y, si por la noche, nos brindará un buen descanso.
Hola Marcelo.
ResponderEliminarWow! Si me topase con una portada así... Es que me llevo el libro, sin saber nada más (conste que no sería la primera vez), claro, luego puede pasar de todo.
Esa confrontación entre el hombre y la naturaleza es un tema literario que, bien hilvanado, me parece irresistible. Y contando con tu beneplácito solo queda apuntarlo.
Un abrazo amigo.
Es un libro breve y profundo. Dos caras de una misma moneda se dan cita entre el animal y el hombre. Hay mucho del uno en el otro. Un libro interesante, Paco.
EliminarRecibe un fuerte abrazo, y mi saludo para estas Pascuas.
Leí El día antes de la felicidad por recomendación tuya y me gustó. Este también me resulta atractivo por esa relación del hombre con la naturaleza que describes y que ha sido un tema clásico de la literatura y del cine.
ResponderEliminarAbrazos!!
Sobre todo, porque el animal y el hombre se intercambian los roles. Y además dispara un cúmulo de reflexiones acerca de nuestro comportamiento, como animales que somos.
EliminarSi lo ves por allí, dale una oportunidad.
Un gran abrazo!
Cierto, la relación del hombre con la naturaleza brinda mil posibilidades de leer y recapacitar
ResponderEliminarTomo nota, amigo
Es breve y pleno de reflexiones, Ildefonso. Y el ámbito donde se desarrolla la trama aporta lo suyo. Un buen libro.
EliminarUn abrazo!
Hace tiempo que tengo ganas de leer a Erri de Luca y no sé la razón, pero lo voy aplazando, como si temiera encontrarme con algo distinto de lo que espero, pese a que todo los comentarios que he visto me desdicen a mí misma. Pero ese buen sabor de boca, entre lo placentero y lo optimista, que deja este libro... lo quiero en mi paladar :)
ResponderEliminarUn abrazo
Las letras de Erri de Luca poseen siempre un sabor a aquellas viejas historias que nos contaban los abuelos, de su lugar de origen -casi siempre el campo o un suburbio-, que guardaban enseñanzas, si las querías ver.
EliminarAnímate con alguna, Ana. Ésta es breve y sentida; no defrauda.
Un abrazo para ti.