Ediciones Destino, 1991
Soy
un trucho; no puedo menos que
reconocerlo. Decidí llevarme este volumen de vacaciones por una mezquina razón:
había venido dentro de un lote de usados acompañando un título de mi búsqueda.
Yo ya tenía un ejemplar del mismo libro, en la edición de El Acantilado, aún
sin usar. Escogí esta versión por una mala experiencia previa con el
aeropuerto, en la que mi equipaje fue embarcado en una aeronave posterior, por
lo que estuve a punto de perderlo. Pensé que si la historia se repetía, al
menos me quedaría el más nuevo de los dos.
¿Trucho, yo?
Esta historia narra las peripecias
de la vida en la selva amazónica, al sur del río Orinoco, de Abel Guevez de
Argensola, más conocido como Mr. Abel, a mediados de siglo XIX. Hijo de un
terrateniente venezolano, debe huir de Caracas cuando un intento de golpe de
estado en el que participa resulta fallido. Con ello, aprovecha para recorrer
la jungla con intención de escribir un libro. Lo que jamás ha soñado es que en
ese entorno se encontraría con el amor.
La llegada a la pluviselva, el
contacto con los nativos que responden a Runi, su cacique; el tener que
aprender el lenguaje local y las alternativas que ofrece la presencia de un
blanco en medio de indios, parecen ser lo destacable en la primera parte.
Luego, su expedición a la tierra negada para la caza –por la existencia de un
talismán o defensor del coto- llena su existencia al descubrir a Rima, una
suerte de mujer – pájaro de la que queda prendado y con quien entabla relación,
al igual que con su abuelo Nuflo, de manera de conformar un cuadro de
supervivencia. Pero la necesidad de Rima de conocer en detalle su pasado los
llevará a transitar la selva en busca de otros horizontes atravesando peligros
y con un regreso al origen nada alentador.
Escrito en estilo coloquial y ameno,
la prosa fluye a medida que nos interna en esa suerte de atmósfera prístina y
elemental, en la que todo parece ser el sueño de una noche estival, un idilio
utópico entre humanidad y naturaleza. Por lo demás, su desenlace abierto
permite establecer límites a esa sensación de equilibrio y bienestar que
transmite el contacto con el medio ambiente, sin eludir la necesidad de retomar
el contacto con la sociedad; al fin y al cabo, el género humano es de
naturaleza gregaria.
Hudson en Molinos, Valles Calchaquíes, provincia de Salta, Argentina
Los planos descriptivos de la
Guayana geográfica –sin demarcaciones políticas, aún hoy en controversia-, de
su flora y su fauna, de los peligros que acechan, de su clima tropical y de las
poblaciones indígenas que lo habitan, parecen mantener toda su vigencia, aún
después de más de un siglo que Hudson los ha delineado. Sin duda, el autor
tenía un conocimiento cabal de toda la región así como también de la psicología
de sus escasos habitantes humanos.
La alimentación acorde a una
economía de subsistencia, las inclemencias del tiempo y las luchas intestinas
entre tribus confieren los condimentos apropiados para una historia de amor
platónico que deja secuela en la vida posterior de su protagonista.
Además, la novela cuenta con un
postfacio de la traductora, que intenta esbozar tanto la importancia de su
autor como de la historia que narra. En suma, un libro que contiene aventura y
romance en medio de un entorno que alterna ensueño y realidad. La magnífica
pluma de Hudson hace que el libro merezca ser leído.
Pero vamos a ver, esto es de primero de viajero ¿dónde hay que llevar las cosas de valor? ¿Eh? Dinero y joyas siempre encima, por el amor de Dios y entendamos joyas por libros, chuches, cepillo de dientes y demás cosas imprescindibles para la vida.
ResponderEliminarRespecto al libro lo del final abierto y el amor platónico no son para mí, necesito consistencia y riesgo. Por lo demás sí me gusta , la aventura bien documentada, el entorno y la época.
Veré si lo consigo, en la edición de Acantilado, por supuesto.
Besos enormes para vos.
No, Norah, los libros no van en el pasaje de mano cuando tú ya llevas media docena...
EliminarLa edición de Acantilado es más consistente, pero la que me llevé no ha estado nada mal. ¿Tienes algo contra la editorial Destino? Avísame, porque tengo varios que esperan de ese origen.
Seguramente tendrás alguna de ellas frente a tu domicilio. Ufa! Puede que te guste.
Un abrazote a ti.
Uff, la selva no es lo mío. Demasiada humedad y los mosquitos... Creo que prefiero la nieve. O Salta con su calor seco. Aunque me tocó estar allí un 9 de julio para comer locro.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Hey, has estado en invierno en Salta y nada menos que en el Día de la Independencia! Yo estuve en invierno del 2012, en su capital. Locro, humita, tamal... ¿recuerdas?
EliminarLa novela es una pintura naturalista bien llevada.
Otro abrazo para ti, Agnieszka.
:) Trucho o no, me parece una meditada decisión dejar la mejor edición (o la más nueva) en casa. No he leído nada de este autor, así que lo apunto en la nube cerebral.
ResponderEliminarUna de las cosas que más me gustan es que una historia me transporte a un lugar que desconozco, que me haga "viajar" y tasladarme allá donde el autor me conduzca. Si además la historia es interesante, estupendo.
Abrazos muchos!!
Quizás mi decisión peque de conservadora, pero era preferible por los riesgos que acarreaba...
ResponderEliminarDebo confesar que Hudson me hizo viajar a Guayana, tierra que jamás he visitado, y lo ha hecho muy bien; despierta el interés de saber más acerca de esa tierra y de su gente.
La historia tiene matices interesantes. Tenla presente en tu nube.
Un fuerte abrazo, U-to!
Hola, Marcelo.
ResponderEliminarDe W. H. Hudson tengo "Alla lejos y Tiempo atrás", también en Acantilado. Había escuchado de su soberbio estilo narrativo y sensibilidad, así que era un escritor predestinado a mis estantes, eso sí, por ahí está, apilado con los pendientes... Montaña que no deja de crecer :)
M
e sorprendió descubrir que era un escritor nacido en Argentina, aunque de padres ingleses, en donde vivió buena parte de su vida, hasta que regresó a Londres.
Tus estupendas líneas no hacen sino corroborar mis buenas impresiones con este escritor.
Bonitas fotos, ¿de vacaciones en Salta?
Cuídate y disfruta, querido Marcelo.
Hasta Borges sostenía que escribía muy bien, Paco. Lo cierto es que sus descripciones te permiten viajar.
EliminarSi puedes, no te lo pierdas.
Sí, anduve de vacaciones por el sur de Salta. Pero todo lo bueno dura poco, amigo.
Ah! No creas que me olvidé de Bunin; de hecho, estoy saliendo a buscar el ejemplar. Te aviso cuando lo tenga en mi poder.
Un fuerte abrazo para ti.