jueves, 26 de julio de 2012

Dos caras de una moneda. Sexo y muerte. Ana M. 1945, María Gabriela Ini


Beatriz Viterbo, 2001

            Lo encontré de casualidad, buscando otros libros en el mercado de usados. Había tenido un primer contacto con el título, cuando un suelto de recomendaciones lo había ponderado merced a su estructura. El hecho de estar escrito en forma de diario, con fechas y acontecimientos me pareció interesante, aunque no novedoso. Entre su magro costo, la portada en la que se ve a un centauro sodomizando a una hembra del género humano y su disposición interna -la cual hojeé antes de decidirme-, poco más hubo que hacer para convencerme de llevarlo. Si a esto sumamos mi escasa tendencia a leer obras de autores locales, encaré su lectura como una buena ocasión de recorrer la actualidad de la literatura argentina.
            Esta obra narra la historia de una pintora, Ana Miller, en el curso de los años más destacados de su biografía, los que van desde el nacimiento de su relación con el fotógrafo Santiago Valladares hasta la desaparición de ambos. Ambientada, entonces, entre 1945 y 1957 –año del deceso de los protagonistas-, el libro está ordenado en tres partes. En la primera, la autora –convertida en editora- nos resume la biografía de su personaje principal, resaltando aquellos hechos significativos de su vida. Luego, pasamos al relato elemental en forma de diario –supuestamente rescatado- que cubre todo el período citado y, finalmente, una centena de notas a pie de página, en las que se nos participa de los motivos pictóricos y relacionales con su obra y sus vínculos afectivos más cercanos.
            El acierto de este libro radica, a mi parecer de lector, justamente en eso. La autora se ha tomado la molestia de hacernos creer que su protagonista es una pintora, describiéndonos la realidad de su arte pictórico –al que no tenemos acceso, porque es ficción- tanto como a los pormenores que han hecho del diario un testimonio de su paso por esta vida. Es decir, leemos una biografía ficticia, un diario elaborado a los fines de darle cuerpo al relato y unas notas a pie de página que refuerzan el desarrollo biográfico y testimonial.
            Por un lado, el diario hace referencia a una relación tempestuosa, con muchas interrupciones e intervalos, en donde la vida normal de la protagonista se intercala con litros de esperma –de diverso origen-, flujos vaginales y humedades varias, todos ellos bastante explícitos. No podría considerarla una novela pornográfica, porque el sexo –si bien un elemento constitutivo de lo cotidiano- no intenta acaparar el primer plano; sólo darnos a saber cuán importante es para la protagonista la sexualidad bien vivida. Por momentos, la descripción alterna entre lo promiscuo, lo homosexual y lo licencioso, donde todo es parte de la vida sensible de esta mujer en la que la creación artística se encuentra a flor de piel. Del otro, la muerte se encuentra omnipresente; la ausencia de su madre, el holocausto judío, afectos y amores que se deshacen, todo conduce a un contrapunto entre vida –el sexo, su estandarte-  y muerte que configuran las dos caras de una misma moneda.
            El contenido no omite reflexiones acerca del aborto, el matrimonio como institución, la maternidad y la realización plena, como artista tanto como mujer. En este aspecto, no puedo dejar de comentar mis asociaciones. Una de ellas tiene que ver con el film “Memorias de Antonia”, de Marleen Gorris, una defensa de la visión femenina acerca de la vida, con la que siento que, en parte, se entronca el relato. Otra, está vinculada con “Los daños materiales”, novela de Matilde Sánchez. Ambas tienen en común el hecho de que sus protagonistas establecen una relación con figuras masculinas que las denigran y esclavizan, una suerte de sadomasoquismo a ultranza, de las que tienen consciencia cabal pero a las que resulta imposible abandonar. Por último, el fuego abrasador de origen sexual, que se debate entre la pasión carnal, la prostitución y el sexo explícito, me recordaron el motivo principal de la sinfonía N° 4 de Carl Nielsen, “la inextinguible”, por su persistencia a lo largo de toda la obra. Sin duda éste es el nervio conductor del relato.
            Si bien se describen escenas altamente eróticas, el libro no resulta excitante. Tampoco convence su ambientación entre los años del primer peronismo –mucho menos el lenguaje empleado para las descripciones-, al que sólo se refiere en dos ocasiones: el voto de la mujer y su derrocamiento posterior. En resumen, una construcción bien efectuada, pero algo pretenciosa para mi gusto.
Marcelo Zuccotti

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