I.
Es uno de los libros más citados,
junto al de Elkin, por la mayoría de autoras que han aparecido bajo esta
etiqueta. Un libro más bien breve pero con un enfoque tan original como interesante:
utilizar el análisis de obras de arte o la vida de artistas para historiar cómo
ha ido cambiando el rol social de la mujer a medida que pudo apropiarse del
espacio urbano.
II.
A través de seis trabajos Iglesia
desgrana la evolución del lugar ocupado por la mujer, desde mediados de siglo
XIX hasta casi nuestros días. Comienza con la mujer ubicada en el centro del
cuadro Jeune homme à sa fenêtre, de
Gustave Caillebotte (1875), quien se encuentra cruzando de vereda, algo
totalmente imposible para ese tiempo, donde la mujer respetable sólo podía estar del brazo con un hombre, so pena de ser
tildada de prostituta, único rol permitido para una mujer sola en público.
III.
Luego, toma el cuadro En el palco, de Mary Cassatt (1878),
donde una mujer sola que observa el escenario es a su vez observada por un
hombre, en clara denuncia de ser considerada un objeto sexualmente disponible. Así, cada uno de los capítulos
desarrolla una reivindicación de los derechos de las mujeres, a saber: a ocupar
las calles (en igualdad con los hombres), a mirar sin ser vistas (ser
espectadoras activas), a no consumir ni ser consumidas, a existir solas, a una
identidad propia (la autoría) y a caminar sin atenerse a códigos, como forma de
insubordinación.
IV.
Con jugosos comentarios sobre George Sand -y su
atuendo de hombre, con el que accedía a lugares vedados a mujeres-, o sobre el
derecho a la soledad –omnipresente en los cuadros de Edward Hopper-, la autora
devela formas de dominación masculina y las luchas de las mujeres por
emanciparse de ellas. Es llamativa su mirada sobre la aparición de centros
comerciales,
‘El centro comercial no es
en ningún caso una vía de escape ni un lugar de exilio, sino un destino
perfectamente programado […]: es distracción, es ilusoria compensación y, sobre
todo es alienación. […] El centro comercial se presentaba –y se presenta- como
el espacio donde todo era posible –vestirse, comer, dedicarse al ocio-, como el
espacio que ofrecía todo aquello que la mujer podía y debía desear. […] La
mujer burguesa se recluía en ese nuevo recinto que la sociedad de consumo había
creado para ella, […] del que, sin embargo, no era ajena la clase trabajadora,
[…] que se reflejaba en esas compradoras, convertidas en modelo a imitar. Ambas
[…] están atrapadas en una misma lógica: […] son dos piezas de un engranaje que
no controlan.’
V.
Merced a una pluma ágil y el profuso
apoyo de citas tomadas de Barthes, Pardo Bazán, Virginia Woolf, Edith Wharton y
muchos otros, Iglesia construye un magnífico ensayo sobre la necesidad de
igualdad por la que las mujeres vienen abriéndose camino y claman desde mucho
tiempo atrás. Un trabajo imperdible.
Pues a mí me cansa el tema. Sé que es necesario y que parece a veces que vamos para atrás pero prefiero leer sobre otros temas, especialmente ficción y cuanto más alejada de la realidad, mejor. Lo que sí me gusta mucho es el tema del arte y que haga el análisis a partir de las obras, me parece original y curioso. Igual en otro momento.
ResponderEliminarBesitos cansados
Al menos, es original tomar obras de arte o artistas para, a partir de ellos, desarrollar una mirada evolutiva del rol de la mujer.
EliminarDéjalo para cuando tengas ganas.
Besitos coincidentes.
Pues parece de lo más interesante eso de partir de cuadros y citas literarias para analizar la historia del rol femenino en la sociedad. Tomo nota de este libro.
ResponderEliminarUn beso.
A mi me lo hizo llevadero, además de ser una propuesta curiosa y original. No deja de ser una interpretación personal, pero me ha gustado.
EliminarBesos para ti.
A uno siempre le queda la duda de que si la idea encaja en el ejemplo o es el ejemplo el que encaja en la idea, y no solo con esto. Además siempre me queda el resquemor de la utilización de términos marxistas en ejemplos actuales de economía o sociales. Como en los términos que en ese texto reescribes, y no es tanto por la propia idea marxista(del que aún me confieso seguidor de su análisis) sino que en esto tiempos, creo, está superada no solo por los nuevos interpretes de Marx, sino por la propia realidad actual en el que la burguesía y el trabajador se han difuminado en dos nuevas clases. los pocos ricos( una aristocracia del dolar) y los muchos pobres( un proletariado con intenciones burguesas, esa clase media que murió en 2008) y..¡ay! los ricos no van a los centros comerciales. Todas estas ideas que desde hace un tiempo circulan alrededor mio( y supongo que en más sitios) ya redes y conversaciones cercanas a mí, pero, me parece, con más ganas que con convicción, con más lecturas y menos realidad) Así que siempre me queda la idea de si el la idea encaja en el....
ResponderEliminargracias Marcelo
cuídate
Una alegría leerte, Wine. Puede que haya algo de las dos cosas. Pero el texto se refiere al surgimiento de los centros comerciales a fines del siglo XIX, si bien pretende extenderlo hasta la actualidad -donde no estoy tan seguro que se pueda aplicar-.
EliminarEs verdad que cada vez son menos los que pueden acceder a determinados bienes, siendo cada vez mayor el número de pobres.
De todas maneras, yo lo he tomado como una interpretación de la autora sobre las luchas emancipatorias de las mujeres sobre la dominación y el sojuzgamiento de una sociedad patriarcal en el último siglo y medio. Pero no es la única que transita en ese sentido; ya son varias.
Recibe un fuerte abrazo, Maestro.