I.
Fue al poco de comenzar a buscar en
la Red títulos literarios reconocidos por otros lectores, que apareció éste
entre lo más granado. Su búsqueda solo arrojó una terrible certeza: no había
ejemplar disponible en derredor desde hacía tiempo. Apenas recibí como regalo
mi primer soporte digital, fue la generosidad de un lector allende el Atlántico
quien me envió por correo electrónico la versión de marras, la que permitió su
lectura. Eternamente agradecido.
II.
Esta extensa novela, a mitad de
camino entre un diario y una autobiografía, narra las peripecias de Charles
Arrowby, un reconocido actor inglés de teatro, amante de las obras de
Shakespeare, quien habiendo alcanzado la sesentena decide retirarse de la
actividad y del bullicio urbano para afincarse en una vieja casona de la costa
británica, en un promontorio desde el que puede zambullirse en el mar y
practicar la natación.
III.
Habiéndose propuesto una vejez en calma,
alejada de las pasiones amorosas que supo desatar en varias compañeras a lo
largo de su trayectoria artística, son algunas de ellas, sin embargo, las que
tienden a visitarlo y privarlo de la paz anhelada. También desfilan, empero,
aquellos viejos camaradas a quienes Charles aún tiene en baja estima, y su
primo James –un militar-, con quien nunca mantuvo buena relación. Así, la
casualidad le allega el reencuentro con su más viejo y prístino amor de
juventud, ahora casada y envejecida, con quien se propone revivir lo que el tiempo
les ha negado.
IV.
Siempre escrito en primera persona,
el lector asiste a una suerte de confesión de un viejo solterón y egoísta, que
supo manipular la vida de los colegas a
piacere, sin eludir golpes arteros y traiciones varias, para gozar de los
encantos femeninos en base a su poder de seducción y talento actoral. Ha sido
un hábil titiritero en la vida de los demás, a quienes ha hecho mover a su
antojo cual marionetas. Pero la reaparición de aquél primer amor no consumado
-con una realidad conyugal que el propio Charles estima infeliz-, despierta sus
últimos ardores, convirtiéndolo a él mismo en una marioneta.
V.
De estilo coloquial, Murdoch utiliza el flujo de conciencia como recurso narrativo y ofrece una memorable construcción psicológica de cada uno de los personajes que se dan cita en la trama. Abunda en interesantes reflexiones acerca de los vínculos afectivos y cómo todo puede interpretarse según los ojos –y sentires- de quienes se hallan involucrados emocionalmente. Una obra para no dejar pasar.
No he leído nada de Iris Murdoch a pesar de ser una de esas autoras que tengo apuntadas casi desde siempre. Y esta novela tiene un título tan evocador que siempre pensé empezar con ella.
ResponderEliminarNunca había visto una reseña de la autora y me alegro mucho de que me la hayas recordado. A ver si la saco del fondo de la lista. El tema y el argumento parecen muy atractivos.
Un beso.
Si te gusta el cotilleo sobre la trastienda del teatro, y estás dispuesta a soportar a un manipulador consumado, pues éste es tu libro, Rosa.
EliminarTe advierto: la prosa es fantástica. Llena con creces cualquier bache narrativo. Las descripciones de entorno y sentires son el fuerte de la novela.
Un beso para ti.
Otra autora de la que no he leído nada. Una estupenda reseña que me deja con ganas de ponerle remedio enseguida. Espero que pronto pueda pasar por mis manos una de sus novelas.
ResponderEliminarMe gusta la primera persona como narrador, da unn cierto aire de realidad que no tiene porqué ser real.
Un abrazo, Marcelo.
Coincido contigo, Ana; el uso de la primera persona del singular confiere solidez, sobre todo cuando se trata de una suerte de memorias, que se vinculan con el presente. La construcción psicológica de los personajes es genial. No lo dejes pasar; te gustará.
EliminarUn abrazo para ti.
Tengo varios libros de Iris, pero nunca los he tocado. Supongo que son fondo de armario para tiempos peores. Se acumula como hormiga lectora. A saber si viene luego el oso hormiguero.
ResponderEliminarGracias Marcelo, cuídate
Mientras que el oso hormiguero no sea un bombero piromaníaco, Wine, no habría problemas. Murdoch ofrece una prosa magnífica y mucho material para reflexionar.
EliminarUn abrazo.
Siempre lo he querido leer y con esta reseña más ganas me dan, hermoso leerte siempre
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