Salamandra, 2012
I.
Merced al éxito obtenido ante una
propuesta de lectura conjunta anterior, fui obligado a persistir en una nueva.
Este título pendía hacía años y me pareció oportuno satisfacer con él la
ansiedad generada. Para colmo de bienes, nunca antes había incursionado en las
letras de la autora y esta opción propiciaba mi encuentro con ellas. La nota de
color la ha aportado mi ejemplar: adquirido de segunda mano, venía con
anotaciones acerca de los personajes al final del mismo, y una serie de números
telefónicos y nombres en la primera hoja, de quienes parecen haber compartido
lectura. Tentado estuve de llamarlos…
II.
Esta novela desarrolla un puñado de historias
diferentes, hilvanadas a través de un escritorio con 19 divisiones, a partir
del Budapest de 1944 y por espacio de más de cinco décadas. Aquí se dan cita
una escritora que recibe el mueble en los pasados años ’70, de mano de un joven
que vuelve a su Chile natal para enfrentar el ascenso de Pinochet; una familia
israelí, cuyo hijo menor ha vuelto después de años de ausencia, debido a la
muerte de su madre; un escritor inglés casado con una migrante alemana y un comerciante
de antigüedades judío, con dos hijos.
III.
Destaco la estructura elegida por
Krauss para narrarnos lo sucedido. El libro se divide en dos partes, cada una
con cuatro capítulos. Comienza con el reclamo del mueble a la escritora, un
cuarto de siglo después de serle cedido, por una supuesta hija del joven
chileno y cierra con el monólogo final del comerciante de antigüedades. En
medio de ambos, se entretejen e intercalan todas las historias, de manera que
el conjunto resulta un puzzle en el que cada pieza va encajando de a poco. Esta
forma de construcción requiere que el lector esté muy atento a los detalles.
IV.
Pero… ¿de qué nos habla esta obra? Podrían
separarse dos planos. En el primero se reúnen el egoísmo, la insensibilidad, la
soledad, el duelo y la reacción ante la enfermedad y la muerte pero, sobre
todo, exhibe una falta total de incomunicación: entre amantes, entre esposos y
entre padres e hijos. En el segundo, alude a la historia judía reciente, la que
renace tras el Holocausto, la que se afirma en un Estado independiente y la que
intenta recobrar parte de su historia a través de los objetos que fueran no
solo posesión de antepasados sino parte de su acervo cultural. En ese aspecto, el
mobiliario cobra la importancia de transformarse en la memoria colectiva del
pueblo, independientemente de la diáspora en la que viven sus miembros.
V.
En un estilo ameno, coloquial y por momentos poético, con acertadas descripciones y escenas emotivas, Krauss ofrece una lectura que interpela sobre temas de actualidad a la vez que bucea en las raíces que, aún hoy, mantienen unida a la colectividad judía. Un libro magnífico para compartir lectura y hacer puesta en común. Muy recomendable.
El protagonista un escritorio. Muy interesante punto de partida. Me llama la atención la historia de los objetos y, sobre todo, de los que conviven con ellos. Usos distintos, que los hacen tan diferentes.
ResponderEliminarAcabo de comprar un mueble con múltiples cajones pero sin vida previa, quizás sea este un principio también.
Acabo de darme cuenta de quien es la autora: con "La historia del amor" disfruté mucho. Una delicia. https://algo-cuentame.blogspot.com/2015/01/la-historia-del-amor-nicole-krauss.html
Un abrazo, Marcelo.
Tengo varios títulos de la autora, pero me incliné por éste dado que el resto del grupo ya había leído el que citas, Ana.
EliminarEspero que disfrutes de la experiencia del mueble y, cuando sea, también de esta lectura.
Un abrazo para ti.
Querido Marcelo.
ResponderEliminarAy, ay, ay, que esta vez no coincidimos. A mí este libro se me hizo bola. Tenía partes geniales con las que disfruté muchísimo pero otras en las que se ponía a divagar y se ponía muy pesada y rollo intelectual y eso me pesó para que al final el libro no saliera muy bien parado de la cantina. Algo que me apenó porque "Una historia de amor" me había ganado y había puesto a la autora entre mis favoritas.
Besitos opuestos
Guapísima,
EliminarMe alegra el disenso. Yo lo disfruté merced a que una de las lectoras que compuso el grupo es de origen judío y tuvo la buena disposición a explicarnos cosas que quizás los que no pertenecemos a esa grey nos perdemos.
Por otra parte, reconozco que no a todo lector le agradará la enrevesada manera de narrar. A algunos miembros del grupo los sacó de ritmo y los distrajo mucho.
Cuestión de gustos, como todo.
Besitos alegres.