I.
Mucho se ha escrito sobre la
Alemania nazi, pero pocas novelas abordan cómo vivieron las familias que, aun
siendo fervientes partidarias del régimen, no entraban casi en contacto con la
infernal maquinaria de exterminio. La presente intenta brindarnos una mirada en
ese sentido. Hay un elemento común con otras obras, también explotado por
Faulkner y Mujica Láinez, entre otros: cómo un inmueble se constituye en el
objeto identitario de una familia de cierto estrato social y, por extensión, de
un momento histórico. Junto a su brevedad, fue la razón de encararlo.
II.
Es la historia de la familia Kramer,
constituida por Hans y Elizabeth y cuatro hijos, desde el momento de su casamiento
en 1923 hasta la demolición de la casa. La novela tiene un Prólogo, donde se
describe minuciosamente la construcción, y un Epílogo, en el que se habla de la
última visita de los sobrevivientes y los motivos de su anunciado final. En
medio, sin numeración ni rótulo alguno, existe una serie de capítulos muy
breves, donde se narra la historia familiar, sobre todo hasta la caída del
nazismo y su primera posguerra.
III.
Es un narrador omnisciente el que
se encarga del relato, salvo en los que participa Elizabeth, quien lo hace
en primera persona, como si fuera una entrevista o un testimonio. A lo largo del
texto se intercalan fechas históricas como las del Acuerdo de Múnich, la
anexión de Austria, la invasión de los Sudetes checoslovacos, el comienzo de la
guerra, etc. Mientras tanto, los lectores asistimos a los diferentes hechos
sucedidos dentro de la familia Kramer: el inicio de la escuela de sus hijos, el
cambio de casa y ciudad; el ascenso de Hans en la sociedad y el traslado a la
mansión de marras.
IV.
Destaco la forma en que el autor nos allega
los pormenores: frases cortas, diálogos escuetos entre sus protagonistas, como
si todo lo que va sucediendo con el correr del tiempo fuera narrado en forma de
crónica, sin compromisos con el poder –que los había, sin duda- y sin emoción
alguna. Sin embargo, los pequeños detalles delatan la opulencia en que los
Kramer vivían en el momento de máximo apogeo, y cómo esa situación se fue
deteriorando a medida que los resultados pasaban a ser adversos.
V.
Hacia el final, la toma de conciencia de la existencia de los campos de concentración, la avanzada del Ejército Rojo, la derrota final y la lucha por sobrevivir acompañan a la pérdida de las ilusiones juveniles, el surgimiento de los remordimientos de conciencia y el silencio cómplice de toda una generación que fue condicionada por tiempos violentos, así como evidencia cómo la negación de la población facilitó el ejercicio –y la justificación- de esa misma violencia. Un libro que ayuda a la memoria. Para no dejar pasar.
Me ha llamado la atención esta visión de un momento de la historia tan conocido. La vida es tan rica, la literatura refleja esta riqueza, no tiene fin. Un periodo de la historia sobre el que hace tiempo que no leo, quizás por exceso en otros tiempos. Una nueva oportunidad. Gracias, Marcelo.
ResponderEliminarEra una curiosidad a satisfacer: una novela centrada en las familias alemanas adherentes al nazismo, pero alejadas de su cotidianeidad. Eso no quita que el autor no sea crítico tras tomar conciencia de los horrores -a muchos hasta podría parecerles cínico- del nazismo. En suma, una novela corta que intenta reflejar la realidad de quienes no se involucraban directamente -aunque hicieran pingües ganancias-. Gracias por darte una vuelta, Ana. Un abrazo para ti.
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