I.
Lo acertado de su título y el
haber incluido elementos propios del periodismo en redes le habían granjeado
buena prensa y óptimos comentarios. La muerte de quien fuera su pareja durante
veinte años llevó a la autora a una suerte de duelo sui generis que, a su vez, le permitió renovarse en su
carrera literaria con un texto que cabalga entre el ensayo, la biografía y la
autoficción. Tuvo que proponerlo un grupo de lectores, para sacarlo del tótem
de pendientes y darle curso a su lectura tras años de espera.
II.
Montero se centra en la historia de vida de esa
gran científica que fuera Marie Curie –muerta en 1934 a los sesenta y siete
años de edad-, quien tuvo la desgracia de perder a su marido, Pierre Curie,
tras un accidente imprevisto –al igual que el suyo, con un cáncer fulminante-.
Con la mítica figura de esa mujer que se ganó el respeto de los hombres de
ciencias por su dedicación, abriéndose camino a puro esfuerzo y voluntad,
intenta establecer un paralelismo entre ella y sí misma, enfocado en el plano
del dolor por la pérdida del compañero.
III.
Así, el lector asiste a una detallada
biografía de Curie que, al parecer, era tan apasionada en sus investigaciones científicas
como en su vida amorosa, un aspecto que poco ha trascendido al público. Abrevando
en diversas fuentes -documentos escritos y ensayos biográficos varios-, la
autora nos allega parte de un diario que la propia Curie escribió tras el
deceso de su esposo, que llega a conmover, por dejar traslucir el dolor de la
ausencia en estado puro. Lo que no fue óbice para que, andando el tiempo, la
misma mujer volviera a enamorarse de un amigo de su marido –y lo que ello deparó,
tanto en el ámbito académico como en la opinión pública-.
IV.
El libro posee altibajos. Por un lado, atrapa
la narración sobre una mujer luchadora desde sus inicios, haciendo frente a lo
adverso de pertenecer al género femenino y, no obstante, alcanzar los logros conocidos,
comprometida con cada descubrimiento –y pagándolo con su vida-. Pero en más de
una ocasión, la imagen algo hagiográfica que nos presenta Montero obedece más a
una interpretación personal y de actualidad que a la realidad ofrecida dentro
del contexto temporal. Por otra parte, existe un desequilibrio notorio entre la
cantidad de páginas destinadas a los Curie, en desmedro de su propia historia
con Pablo, su pareja, siendo ambos los objetos del origen del dolor.
V.
Con una prosa fluida, amena y
coloquial y reflexiones interesantes acerca de la muerte, la pérdida y la
ausencia, Montero ofrece una obra distinta a la que tiene habituados a sus
lectores. Ya solo por esto, vale la pena incursionar en su interior. Deja
cierto sabor agridulce, pero se sobrelleva bien.