I.
No me conmovió cuando le
otorgaron el premio Pulitzer en 2008. De hecho, dejé pasar el tiempo para ver
qué se decía mucho más tarde. Seis años después, los comentarios literarios mantenían
cierta vigencia y por ello lo adquirí. Ha corrido más de una decena de años
desde entonces y me pareció oportuno encararlo, merced a que otros lectores voraces
coincidían en su fluidez y cierto grado de humor.
II.
La familia León Cabral ha abandonado su República
Dominicana de origen en busca de un futuro algo más promisorio en tierra norteamericana.
Pero parece que una maldición ancestral (el temible fukú) los persigue donde quieran que vayan. El protagonista de esta
historia, dividida en tres partes, es un joven negro, regordete y virgen quien,
además de ser un clásico nerd con sus
estudios, es de una timidez tan proverbial que lo vuelve incapaz de acercarse a
las chicas y se refugia en un mundo de fantasía, que se reparte entre los
cómics, series de TV y juegos de rol.
III.
El narrador de la historia de
Óscar Wao (un eufemismo derivado del célebre escritor Oscar Wilde) es un amigo
quien, en más de una ocasión, ha intentado integrarlo a su grupo de amigos
dominicanos. Ambientada en una comunidad de ese origen inserta en Nueva Jersey,
donde parece que el éxito se mide en el ejercicio de la sexualidad, Óscar
termina enamorándose de quien no conviene, con un desenlace anunciado desde el
comienzo: el darlo todo por un amor.
IV.
Son varios los aciertos de esta novela. El
autor aborda una historia que involucra tres generaciones de una misma familia –en
una suerte de narración coral- que han tenido que vivir la dictadura de Rafael Leónidas
Trujillo, tan omnímoda como lasciva y, tras la caída en desgracia, refugiarse
en tierras americanas hasta su muerte. También se halla la minuciosa descripción
del patriarcado dominicano, abundoso en hechos de violencia y abusos varios contra
las mujeres. Y un detalle no menor ha sido la traducción del texto, con todos
sus giros idiomáticos y una profusa jerga de spanglish que le ha brindado una mayúscula frescura al texto.
V.
En un estilo coloquial, ameno y fluido, Díaz ofrece una novela donde la trama de lo que le ocurre a Óscar –que se reparte entre empatía y desilusión por igual- es una excusa para testimoniar la vida de quienes debieron emigrar ante una dictadura que no daba lugar a arrestos de opiniones independientes. Quizás lo más destacable sea que, aun las escenas más trágicas o dolorosas, se hayan narrado con tal grado de humor, que sean capaces de generar no solo una sonrisa sino hasta de arrancar una carcajada. Todo esto constituye una novela entretenida, más que recomendable.
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